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Las contradicciones entre la realidad y la política española
Tras el
episodio de la fallida invasión de Mauritania, el Ejército de Liberación
volvió sus ojos hacia las posesiones coloniales españolas como una
especie de objetivo de compensación. La captura de estos territorios
aparecía, a priori, como mucho más sencilla, debido a la menor presencia
militar española en la zona, lo que permitiría a los guerrilleros
recuperarse de la derrota sufrida y forzar a Mohammed V a una mayor
implicación en la conquista del Gran Marruecos preconizado por el-Fassi.
Es en este
punto cuando la falta de una política de disuasión convincente por
parte de las autoridades españolas empezó a dejarse notar con fuerza. La
inhibición mostrada por las tropas españolas, siguiendo las
instrucciones emanadas desde Madrid, fue interpretada por el Ejército de
Liberación, correctamente, como la intención de evitar a cualquier
coste un nuevo conflicto colonial para el que la sociedad española se
estimaba que no estaba preparada. En concreto, los propios franceses
llegaban a afirmar que:
«La
présence en Zone Espagnole de nombreuses bandes de l’Armée dite de
Liberation a l’égard desquelles les autorités Espagnoles n’intervindrait
pas et les considerant méme parfois avec bienvillance. Les points
suivants seraient utilisés comme bases: Leglat et Abderhamane, au Nord
Ouest d’Aoueert, Tenonaka au Nord d’Aoueert, la guelta de Zemmour».
(“Journal de Marche de le Goum Akfauft. 1-janvier-1957/30-juin-1957”,
SHD, documento 7U2984, p. 13).
Sin
embargo, estos deseos del Pardo no se correspondían con la realidad que
afrontaba el Gobernador General del A.O.E., Ramón Pardo de Santayana,
para el que la debilidad mostrada acabaría volviéndose contra España. En
su opinión, era necesario mostrar una mayor firmeza ante los
guerrilleros, además de buscar una alianza militar con la Francia
republicana.
Ante los
insistentes ruegos del Gobernador, el almirante Carrero Blanco le envió
una larga misiva en la que exponía los motivos y las líneas de actuación
que debían seguir las autoridades coloniales españolas. En concreto, se
especificaba que:
«
[…] si se localizan partidas que puedan ser interceptadas con fuerzas
francamente superiores para proceder sin lucha a su cercamiento [sic] y
desarme, procederá hacerlo así.
Si
la partida localizada no puede ser interceptada o es lo suficientemente
numerosa para que su detención o intento de desarme no pueda efectuarse
sin un choque armada, convendrá dejarla seguir, vigilada por la
aviación, e informar secretamente a los franceses para que sus tropas se
las entiendan con ellos en Mauritania.
Cuando
los franceses informes de haber batido algún grupo, interesará capturar
y desarmar a los fugitivos que se internen en nuestra zona». (“Carta de
Luis Carrero Blanco al general Pardo de Santayana”, 21 de marzo de
1956, SHM, legajo 3, carpeta 6).
El
documento es, en sí mismo, una mezcla de ideas preconcebidas y
realidades malinterpretadas. Por un lado, Carrero Blanco identificaba al
Ejército de Liberación como un instrumento de la Unión Soviética, algo
completamente alejado de la realidad, pero era una ficción muy en línea
con el discurso internacional de la España de la época (Pérez, 2006:
179-196). Por otro lado, insistía a Pardo de Santayana a que mantuviese
una acción política constante sobre la población local para evitar el
conflicto bélico, convencido de que la lealtad del elemento civil
impediría al Ejército de Liberación llevar a cabo cualquier proyecto
violento que tuviesen en mente para las posesiones españolas. Sin
embargo resulta difícil pensar en un argumento por el cual, al menos en
Ifni, la población civil, de origen marroquí, tuviese que alinearse al
lado de las autoridades coloniales en lugar de pedir la reintegración a
Marruecos.
Además,
Carrero Blanco partía de un presupuesto que prácticamente alcanzaba la
categoría de axioma: que el objetivo del Ejército de Liberación no era
el A.O.E., sino un nuevo ataque sobre la Mauritania francesa. Esto era
así porque de lo contrario supondría tener que atacar a las partidas
guerrilleras para expulsarlas del territorio español, algo que pretendía
evitar a toda costa.
Por tanto,
y en contra de los ruegos de Pardo de Santayana, Carrero Blanco no
autorizaba el uso de la fuerza militar para la erradicación de los
guerrilleros marroquíes, a los que se aludía como “bandas armadas”, sino
que seguía con la política de esperar que los franceses hiciesen el
trabajo sucio. Lo que no explicaba en modo alguno era la razón que
impulsaría al Ejército de Liberación a abandonar el territorio español,
aunque los franceses fuesen capaces de derrotarle repetidamente en
Mauritania. Tal vez esperaba que una serie de reveses militares acabase
conduciendo a la disgregación de las partidas guerrilleras por simple
cansancio o hundimiento de su moral.
Debido al
escaso margen de actuación que le dejaban las órdenes de Carrero Blanco,
Pardo de Santayana optó por intensificar sus contactos con los
franceses, a la espera de poder mejorar las relaciones con el general
Bourgund, máximo responsable militar de París en el A.O.F. Sin embargo,
estos primeros contactos tuvieron que llevarse con la máxima discreción,
probablemente a espaldas del Pardo. Resulta significativo que en la
documentación francesa depositada en el Service Historique Militaire
relativa a la visita de los oficiales españoles del 15 de mayo de 1957
se indicase que:
«Une mission Espagnole arrive et répart ce jour de FORT-TRINQUET. Elle
est venue pour traîter une question de contrôle de population».
(“Historique des faits de la Mauritanie”, SHD, documento 7U2570, p. 7).
El
eufemismo “control de población” indicaría precisamente que no se
trataba de una misión con sanción oficial, sino de un acuerdo bajo mano
entre los dos máximos responsables militares de la zona para intentar
poner fin a la situación creada por la presencia del Ejército de
Liberación. Tras informar a Madrid de los resultados de dicha
entrevista, el gobierno del general Franco finalmente dio su
autorización a la intensificación de contactos, pero seguía siendo una
medida limitada que necesitaba más tiempo y voluntad por parte de Madrid
para poder revertir la situación creada por el Ejército de Liberación
en el A.O.E. Sin embargo, el tiempo para el general español estaba a
punto de llegar a su fin.
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