Fuente: El Faro de Ceuta (3/10/2020)
No cabe duda de que aquella guerra de Ifni-Sáhara, como todas las
guerras, no dejan otra cosa que sangre, dolor y lágrimas, y, aunque
dicen que el tiempo lo borra todo, no es cierto del todo, ya que lo
mismo que las heridas se curan, también es más cierto que las cicatrices
quedan. Y si no, que se lo pregunten a todos aquellos que perdieron a
un ser querido, o los que quedaron con secuelas a consecuencia de las
heridas o los sufrimientos. En Tenerife hay dos que pueden atestiguarlo,
Pelayo Rosa Viera, soldado de Tiradores que estuvo año y medio
prisionero de Marruecos y Enrique Torres Rivero, ciego de por vida,
también soldado de Tiradores, herido en combate el 23 de noviembre de
1957.
Manuel Castilla Díaz, cabo de la Policía de Ifni nº 1.
El puesto de Telata
Telata
de Isbuia, a 38 km de Ifni, era un puesto donde radicaban los servicios
administrativos de la tribu Isbuia. Los propios Isbuias, según
publicaba el diario ‘El Día’ el 9 de enero de 1958, su entonces director
Rufo Gamazo Rico, que cubría la información en la línea de fuego,
afirmaba que los nativos mostraban su orgullo de la bellísima oficina y
puesto de Policía en la que resolvían sus asuntos. También allí estaba
el Cuartel de Tiradores de Ifni, el Zoco y demás edificios construidos
por los españoles que daban rango de verdadera capital de comarca.
Según
narraba ‘El Día’ en la pluma de su director, éste entrevistaba al
teniente-jefe del puesto de Policía, afirmando dicho oficial que la
guarnición estaba compuesta por 14 policías, 8 soldados de Tiradores y
de Transmisiones; pero según el coronel de Artillería José Ramón de
Diego Aguirre, en su libro ‘La última guerra colonial de España’, Telata
de Isbuia tenía 67 policías (50 eran nativos) y 100 soldados de
Tiradores (16 eran nativos).
Al iniciarse el ataque en la madrugada del 23 de noviembre de 1957,
tanto la guarnición de Policía como la de Tiradores, tuvieron un
comportamiento ejemplar, a pesar de que también hubo algún desertor.
Aquí tengo que rectificar a mi buen amigo Antonio Pérez Pérez, en aquel
entonces soldado de Policía de Telata, un auténtico héroe, hoy en la
actualidad residente en su tierra natal Bailén (Jaén), puesto que afirma
que los desertores fueron todos nativos, pero ningún español. Este
antiguo soldado de Policía de Ifni es un verdadero archivo de lo que
sucedió y, especialmente, de los momentos duros y difíciles que le tocó
vivir con sus compañeros en el asedio de Telata.
Fiel
testimonio de dicho asedio es el documento libro de mi buen amigo
(q.e.p.d.), el coronel de Aviación José Federico Casteleiro Licetti,
donde narra que a las 04:00 horas cortaron la línea telefónica de Telata
y a las 07.45 inician el tiroteo. El puesto comunica por radio que
tienen varios muertos y heridos y que los atacantes son entre 60 y 80.
Más adelante, en sucesivos días, los radiogramas que envían al Gobierno
General de Ifni hablan de intenso fuego de morteros, ametralladoras y
fusilería. Tras un duro asedio, el 3 de diciembre eran liberados por
fuerzas de la VI Bandera de La Legión, el IV Tabor de Tiradores de Ifni y
el Batallón Expedicionario ‘Soria’ 9. Cuentan los defensores que al ser
liberados se vivieron momentos de mucha emoción, abrazos y muchas
lágrimas de quienes habían vivido un duro asedio.
El cabo Manuel Castilla Díaz en lo alto del puesto de Telata agarrado al mástil donde ondea la bandera de España.
Un buen soldado y gran hombre
En la
vida no todos pueden presumir de ser buenos y grandes de corazón porque
es una especie muy escasa. En este caso, del cabo de Policía Manuel
Castilla Diaz, ya que su muerte no fue en vano, un intelectual escribió:
“el hombre que consagra sus horas con incansable empeño a honradas
miras arranca su aguijón a la vida y a la muerte”.
Manuel
Castilla Diaz era un joven nacido en Osuna (Sevilla), de condición
humilde, y el cual había sudado muchas horas y días en rudos trabajos
para ganarse el pan con el sudor de su frente, y, al igual que les
sucedió a muchos de aquellos jóvenes que aspiraban a una vida mejor, se
alistó voluntario por tres años en las Fuerzas de Policía de Ifni. Aquí
su constante dedicación y ganas de superarse hizo que viera realidad sus
sueños luciendo en su bocamanga los galones de cabo.
Con
anterioridad a su incorporación al grupo de Policía de Ifni, había
estado trabajando de jornalero en Llerena (Badajoz), donde tenía una
novia y, casualmente, estaban esperando al mes de diciembre para el
permiso colonial, ya que pensaban contraer matrimonio. Sin embargo, el
mismo día del ataque, el 23 de noviembre, a las dos horas de iniciarse
el ataque, caía muerto por disparos de los atacantes de las bandas
rebeldes del Ejército de Liberación Marroquí.
Su compañero
Antonio Pérez Pérez, que lo vio morir y recuperó su cadáver hasta el
puesto, todavía lleno de emoción, recuerda a este joven cabo Manuel
Castilla Díaz como lo que era, un compañero inmejorable, sano, sencillo,
amigo de todos y siempre dispuesto a hacer un favor a cualquiera que se
lo pidiese.
Relación de muertos en acción de guerra.
La muerte del cabo Manuel Castilla Diaz, narrada
por su compañero soldado de Policía, Antonio Pérez Pérez, afirma que así
sucedió: “a los pocos instantes de sobrevenir el ataque al puesto,
explica que reciben orden del teniente de Policía que el cabo Castilla
Díaz, el soldado Antonio Pérez Pérez, otro soldado y otro que no se sabe
por qué no fue a dicha misión, acudan a eliminar un fusil ametrallador
enemigo que está hostigando al puesto. Antes de alcanzar la edificación
reciben una lluvia de fuego de ametralladora y fusilería. Apenas habían
saltado un muro cuando un disparo alcanzaba al cabo Castilla en la
cabeza, el cual moría instantáneamente”. Cuenta Antonio Pérez que el
otro compañero se desmayó, y que él se quedó tumbado en el suelo
aguantando la lluvia de balas entre un cadáver y uno que no se movía,
aunque eso sí, respiraba.
Cuando los compañeros pudieron
acallar el fuego de la ametralladora, arrastrándose como podían y
llevando el cadáver del cabo Castilla y del otro policía, llegaban al
puesto viviendo escenas dramáticas, con lágrimas que tenían que tragarse
en reconocimiento al gran hombre y mejor soldado Manuel Castilla Díaz.
Las bajas fueron, aparte del cabo Castilla, muertos el brigada Luis
Gutiérrez Nalda y sargento de policía Lahedid Abdel-La, y heridos
policías José Arjona Queralt y Mohamed Mihibid Hossein. También muerto
el soldado castellonense del Rgto. de Redes Permanentes y Servicios
Especiales de Transmisiones, Joaquín Fandos Martínez. Hubo dos
desaparecidos y desertores, todos nativos, ocho, entre ellos un cabo 1º y
un cabo. Así narraba un diario tinerfeño la gesta de los defensores de
Telata: “en Telata los españoles supieron defender con temple heroico
los intereses de España y de los Isbuia. El nombre de Telata es conocido
en el mundo entero”, (El Día, 9 de enero de 1958).
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