Fuente: Libération (en francés)
Pruebas marroquíes-holandesas realizadas en Rabat para la producción de agua potable a partir de la humedad del aire
Con
los proyectos sucede lo mismo que con todas las cosas de la vida.
Algunas pueden parecer absurdas al principio, pero rápidamente adquieren
una importancia capital en vista del impacto que tienen en su entorno
socioeconómico. Otros se hunden en cuanto tienen el pie en el estribo
porque no tienen otra finalidad que la simple ganancia. Por último,
otros se mantienen año tras año porque ofrecen un producto o un servicio
cuya utilidad no es crucial.
En la primera categoría debe colocarse el proyecto de colaboración ONEE /
Eurosafetygroup destinado a realizar un proyecto piloto para la
producción de agua potable a partir de la humedad del aire. Habiendo
sido objeto de un acuerdo de asociación global firmado en mayo de 2019,
este proyecto tiene como objetivo abastecer a pequeñas localidades
privadas de recursos hídricos superficiales.
Miembros de ONEE y Eurosafetygroup en el Instituto Internacional de Agua y Saneamiento de la ONEE en Rabat.
En última instancia, prevé
la prueba e instalación de cinco unidades piloto en diferentes lugares
del Reino. El primero de ellos se está probando actualmente en el
Instituto Internacional de Agua y Saneamiento de la ONEE en Rabat. Sus
primeros resultados estarán disponibles dentro de un mes y permitirán
identificar los tres principales parámetros de toma de decisiones sobre
el uso del proceso a mayor escala, a saber, el costo, la cantidad y la
calidad del agua producida. De hecho, se trata ni más ni menos que de la
puesta en práctica por segunda vez en nuestra historia de esta idea tan
absurda que nadie podría haberla tenido salvo unos dulces soñadores.
El primer intento había consistido, de hecho, en transformar la niebla
que cubría eternamente la cumbre de la montaña Boutmezguida en agua para
abastecer a cinco pueblos de la región de Sidi Ifni. Había fracasado a
pesar de que el proceso que le había permitido emerger había sido
desarrollado hace veinte años en Chile por la ONG Fog Quest y que había
sido probado en varios países antes de ser introducido en Marruecos y
puesto en servicio en marzo. 21 de 2015 con motivo del Día Mundial del
Agua.
De
este modo, 400 habitantes de los aduares de Sidi Ifni pudieron disponer
de agua corriente en casa durante un tiempo; que había eximido a las
mujeres y los niños de ir a sacar agua del pozo ubicado unos kilómetros
más abajo, luego nada.
Lo que nos recuerda que Marruecos siempre ha sido pionero en este tipo
de nichos y el primero en olvidar alguno hasta que existe. A modo de
ilustración, durante la década de 1980 lanzó un programa de modificación
del clima llamado AlGhait destinado a aumentar la tasa de lluvia a
través de la inseminación de nubes con yoduro de plata.
Esta tecnología, cuyo éxito era evidente, debería haberse perfeccionado
desde entonces y transformarse en un proyecto económico no solo rentable
sino muy útil en estos tiempos de estrés hídrico, sumado a ciclos de
sequía más o menos largos.
¿Fue
asi? Más o menos, o más bien menos que más, porque nadie lo habría
recordado de no ser por una alusión que se hizo al respecto durante una
reciente gira real por África. La esperanza de que el proyecto de
asociación ONEE / Eurosafetygroup dé a luz para cosechar la niebla no
debería hacernos olvidar las decepciones de Boutmezguida y AlGhait.
|