Fuente: Alfa&Omega
Los oblatos han cuidado de los cristianos y generado una amistad con los
musulmanes en esta zona desde 1954. Ni la Marcha Verde ni la guerra
consiguió detenerlos
La Iglesia llegó al Sáhara Occidental con los españoles en el siglo XIX.
Con el paso de los años la presencia pasó de ser exclusivamente
castrense a mayoritariamente civil. Y en 1954 el Papa Pío XII decidió
erigir la Prefectura del Sáhara Español y Sidi Ifni, que encargó a los
Oblatos de María Inmaculada. En aquel tiempo, la fe se vivía de forma
muy similar a cualquier parroquia de la España peninsular. Había, por
ejemplo, Cursillos de Cristiandad. En total, más de una docena de
oblatos atendían a la población. Hasta que, en 1975, se anunció la
Marcha Verde, organizada por Marruecos para hacerse con este territorio.
España decidió retirarse y los españoles se fueron. Todos menos los
oblatos, que han mantenido en pie a la comunidad cristiana en esta
región. Hasta hoy.
Jaima habilitada a las afueras de El Aaiún
para que la gente esté con los misioneros y tome el té. (Foto cedida por
Mario León Dorado)
Disputa larga
1954: Se erige la Prefectura Apostólica del Sáhara Español y Sidi Ifni, encargada a los oblatos
1975: Marruecos organiza la Marcha Verde
1976: España se va. Marruecos y Mauritania se quedan con el
territorio y el Frente Polisario, que proclama la República Saharaui,
lanza una guerra contra ellos
1991: Se firma el alto el fuego entre el Frente Polisario y Marruecos. Se inicia la misión de la ONU
2021: España apoya que el Sáhara Occidental sea una provincia autónoma marroquí |
Después de que Marruecos y Mauritania se hiciesen con el Sáhara y el
Frente Polisario les declarase la guerra para constituir la República
Saharaui, tres misioneros oblatos permanecieron en la zona haciendo caso
omiso a las recomendaciones de las autoridades españoles. Llegaron a
eximir a nuestro país de su responsabilidad declarando que se quedaban
por propio deseo. «Fueron años de presencia complicada, llevando a cabo
labores sociales y atendiendo a los españoles y extranjeros que se
habían quedado», explica en conversación con Alfa y Omega Mario
León Dorado, oblato y prefecto del Sáhara Occidental, responsable de
la Iglesia católica en la zona, una especie de obispo sin serlo.
Con la firma de la paz en 1991 y la entrada de la ONU para promover
un referéndum, la normalidad se ha ido recuperando. Así lo constató el
propio prefecto, que llegó a la misión en 2004: «Hay menos suspicacias y
menos control». La consulta no se celebró y, en los últimos años,
distintos países han apoyado la solución de la provincia autónoma dentro
de Marruecos. No sin polémica, España ha se ha sumado a esta opción
rompiendo su histórica neutralidad y, para muchos, desentendiéndose del
pueblo saharaui.
Eucaristía dominical en la parroquia de El Aaiún. (Foto cedida por Mario León Dorado)
En este contexto, cinco oblatos –dos de ellos españoles– repartidos
entre las ciudades El Aaiún, la capital, y Dajla atienden en la
actualidad las dos parroquias católicas. Dos comunidades en un
territorio equivalente a la mitad de España. A Nuestra Señora del
Carmen, en Dajla, suelen acudir en torno a 60 feligreses cada semana,
mientras que en San Francisco de Asís, en El Aaiún, la cifra se acerca a
los 40. A estos hay que sumar media docena de una capilla a 30
kilómetros de la capital. Es una comunidad formada por migrantes que
proceden del África subsahariana con situaciones vitales variadas. Los
hay que llegan a El Aaiún para una beca de estudios o que están de paso
rumbo a Europa. También hay personal de Naciones Unidas. «Queremos ser
su familia, un lugar de referencia», añade León Dorado. Con el aumento
de las migraciones han tenido que cambiar el idioma de la Eucaristía.
Antes lo hacían en inglés –es el idioma utilizado por la ONU– y ahora es
en francés. La vida de fe es como la de cualquier otro lugar. Tienen
celebraciones, adoración, catecumenado –este año se bautizan tres chicas
en Pascua– y están preparando el Sínodo. A todo ello hay que añadir las
visitas a las casas para tomar al té o la atención a los cristianos en
la cárcel.
La labor social es importante. La llegada masiva de migrantes los ha
llevado a orientar sus proyectos en Dajla y en El Aaiún hacia este
colectivo. En el primer caso, con un centro de acogida de Cáritas que
acoge, entre otras personas, a mujeres embarazadas que buscan dar a luz
en España y que no consiguen hacerlo. Les ofrecen asistencia y
formación. En la capital, esta tarea la realizan en colaboración con una
asociación local liderada por un marroquí.
Los oblatos apoyan un centro para personas con discapacidad. (Foto cedida por Mario León Dorado)
Además, en Dajla, los religiosos apoyan un centro pionero para personas
con discapacidad fundado y presidido por un saharaui, Mohamed Fadel
Semlali. Este hombre, en silla de ruedas, evitó que en 2004 fuese
destruido el templo de Dajla a raíz de un plan urbanístico de las
autoridades locales. «Se plantó delante de las máquinas y ganó tiempo
hasta que llegó el prefecto, que negoció con el gobernador», explica el
religioso oblato. Es la relación de amistad forjada por los años.
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