Fuente: Libertad Digital
La mayor parte de la opinión pública ignora los
elementos básicos de la relación española con el Sáhara Occidental,
condicionada por la agresividad marroquí y la torpeza del Frente
Polisario.
Ha pasado tanto tiempo, que la mayor parte de la opinión pública ignora los elementos básicos de la relación española con el Sáhara Occidental, condicionada por la agresividad marroquí y la torpeza del Frente Polisario.
El
origen se encuentra en fecha tan lejana como 1956, año en que Marruecos
obtuvo su independencia de Francia y España. El 18 de julio Al-lal el Fassi, dirigente del partido nacionalista Istiqlal,
por entonces mayoritario, pronunció un discurso en Tánger en el que
reclamó el "Gran Marruecos". Su pretensión comprendía tres posesiones
españolas: Ifni, la zona sur del Protectorado -un territorio apenas
poblado, entre el río Draa y el paralelo 27º 40´- y el Sáhara
Occidental, situado al sur de dicho paralelo. El Fassi reclamaba también
diversas posesiones francesas: extensas zonas de Argelia, la totalidad
de Mauritania, parte del Senegal y del actual Mali.
Unidades del Tercer Tercio de la Legión durante un ejercicio de instrucción de tiro en el Sahara en 1958. (Foto: Flickr-Ejército de Tierra)
El sultán Mohamed V,
cuya autoridad estaba debilitada por el activismo de jóvenes
nacionalistas que habían luchado contra los franceses, era reticente a
ese planteamiento, que sin embargo tenía el firme apoyo del príncipe heredero, Muley Hassán.
Al servicio de esa política, un titulado Ejército de Liberación (EL)
organizado y apoyado por Marruecos, atacó el 23 de noviembre de 1957 el
territorio de Ifni, después de varios meses en los que se habían
producido escaramuzas con el resultado de varios muertos. El refuerzo de
las unidades militares y la actuación del Ejército del Aire lograron
auxiliar a todos los puestos que habían sido cercados, pero las tropas
se retiraron a Sidi Ifni y el propio Franco trazó una
línea defensiva en torno a la capital, sin intentar siquiera recuperar
todo el territorio. La responsabilidad de las Fuerzas Reales marroquíes
era tan evidente que el principal arma de las bandas del EL eran
subfusiles Z-45 de fabricación española, entregados el año anterior por
España al nuevo Ejército marroquí.
El ‘Ejército de Liberación’
En
el Sahara los ataques del EL comenzaron el día 25, en la playa de Sidi
Atzman, por donde llegaban los suministros a la vecina localidad de El Aaiún
(Las Fuentes). Los atacantes no tuvieron suerte: la playa estaba
defendida por una sección de la XIII Bandera de la Legión, que resistió
durante horas, hasta ser reforzada por una compañía. Nuevas unidades
militares y aéreas llegaron en los días y semanas siguientes para
fortalecer la defensa. Tras diversos combates en los dos meses
siguientes, que sólo en Edchera costaron 48 muertos en enero de 1958, la
crisis fue resuelta gracias a un acuerdo secreto hispano-francés.
El gobierno de París estaba preocupado por los ataques de los
guerrilleros en territorio argelino y aprobó participar, junto a las
fuerzas españolas, con un poderoso contingente de tierra, mar y aire.
Estados Unidos, también de forma secreta, colaboró con la entrega de
aviones de contrainsurgencia (T-6, iguales a los utilizados por Francia
en Argelia) y lanchas de desembarco. Otro material -cohetes Oerlikon-
fue adquirido a Suiza.
La operación conjunta hispanofrancesa (Teide-Écouvillon)
se puso en marcha el 8 de febrero y concluyó el 25 del mismo mes, con
la completa derrota de las bandas del EL. En total, entre junio de 1957 y
el mismo mes de 1958, el Ejército de Tierra español sufrió 174 muertos,
552 heridos y 80 desaparecidos. La Armada tuvo seis heridos (cinco de
la Infantería de Marina). El Ejército del Aire diez muertos (ocho
tripulantes de aviones y dos paracaidistas) y 15 heridos. La Policía
Indígena 15 muertos. Los franceses declararon siete muertos y 32
heridos. Las bajas causadas a las bandas del Ejército de Liberación
fueron estimadas en 132 muertos, 37 heridos y 51 prisioneros, cifras que
pueden considerarse de mínimos.
La transformación del Sáhara
El
Sáhara fue considerado ese mismo año provincia, junto con Ifni,
Fernando Poo y Río Muni, de Guinea Ecuatorial, pero dos años después, en
1960, España inscribió en las Naciones Unidas al Sáhara Occidental
como territorio no autónomo, lo que abría la puerta a su
descolonización. Esta última parecía muy remota, puesto que se trataba
del territorio menos poblado del mundo, con 0,2 habitantes por kilómetro
cuadrado, la mayoría nómadas, sin las mínimas condiciones personales y
materiales para formar un Estado independiente.
La
situación empezó a cambiar en los años siguientes, gracias a la
disposición de nuevos servicios asistenciales: educación, sanidad, agua,
electricidad, infraestructuras, motorización y ayuda a los nómadas con
problemas de subsistencia. Un número creciente de saharauis se asentaron
en zonas urbanas, sobre todo en El Aaiún, donde además podían encontrar
un trabajo estable y remunerado.
En
1969 y a propuesta del Gobierno, las Cortes aprobaron la retrocesión de
Ifni a Marruecos. El territorio, desde 1957 limitado a la capital y
alrededores, había sido ocupado sólo en 1934, gracias al Tratado
suscrito con Marruecos tras la guerra de 1859-60, basado en las
supuestas pesquerías, siglos antes, de Santa Cruz de Mar Pequeña, que
nunca podría haber estado en dicho lugar, debido a que el estado del mar
impedía establecer un puerto.
En el Sáhara, mientras tanto, se había reforzado la guarnición con el despliegue de dos Tercios Saharianos
-el III y el IV de la Legión- y otras unidades. También había mejorado
sensiblemente su equipamiento y, aunque esporádicas, se habían repelido
algunas agresiones de los restos del Ejército de Liberación, que
actuaban desde Marruecos con el respaldo de las Fuerzas Reales. La Legión
fue dotada incluso con carros de combate (AMX-30 franceses). El general
Fernando de Santiago y Díaz de Mendívil, gobernador a comienzos de los
años 70 y del arma de Caballería, reforzó de manera considerable los
medios y la movilidad de las diversas fuerzas. En 1972 llegaron al
Sáhara las Fuerzas Aeromóviles del Ejército de Tierra (FAMET), al mando
del coronel Juan Bautista Sánchez Bilbao, que disponía de helicópteros Huey, los mismos que empleaba el Ejército norteamericano en Vietnam.
En 1963 se evaluaron los yacimientos de fosfatos
descubiertos en 1947 por el geólogo Manuel Alia Medina. Se estimaron
unas reservas de 1.715 millones de toneladas de mineral, con una ley del
32 por 100 de óxido fosfórico y el 70 por 100 de fosfato tricálcico. En
1969 se pusieron en marcha los trabajos para su explotación por una
empresa pública -Fosbucraa-, mediante una cinta transportadora de casi
100 kilómetros de longitud que iba desde los yacimientos al nuevo puerto
de El Aaiún. El fosfato del Sáhara español iba a competir con el
principal exportador mundial de fosfato, Marruecos, cuya empresa (OCP)
era una de las mayores y más rentables del país.
La
evolución social y económica del Sáhara aceleró las expectativas
políticas de sus habitantes, favorecidas por el marco internacional.
En1964, por iniciativa del Comité Especial para la Descolonización de
las Naciones Unidas, se instó a España a poner en marcha un proceso de
autodeterminación que contemplase la plena independencia. Tres años más
tarde, en 1967, la delegación española votó por vez primera a favor y
ese mismo año se constituyó la Yemaá, o Asamblea General del Sáhara, que
reunió a los notables de las tribus y carecía de competencias
legislativas, aunque sí podía hacer propuestas en un clima de
colaboración con las autoridades españolas.
El protagonismo político tradicional de los Chiuj -jefes de cábila-
les fue pronto arrebatado por jóvenes nacionalistas. Un grupo de ellos,
pertenecientes a la tribu Erguibat -la más numerosa del territorio,
situada a caballo entre el norte del Sáhara español y el sur de
Marruecos- fundaron en 1969 una Organización Avanzada para la Liberación del Sáhara. Su líder era un joven de 27 años, Bassir Mohamed uld Hach Brahim uld Lebser, conocido como Bassiri.
Era un político con estudios y moderado, que no contemplaba la lucha
armada, sino una autonomía en colaboración con España, que condujera en
diez o quince años a la independencia.
El
17 de junio de 1970 y como respuesta a una concentración organizada por
las autoridades españolas, los jóvenes nacionalistas convocaron a sus
seguidores en Hata Rambla, a las afueras de El Aaiún, y reunieron a unas
dos mil personas. Unos sesenta policías intentaron disolverles, pero
sin éxito. Fueron a su vez atacados con palos y piedras. Ante el riesgo
de que fueran desbordados el gobernador del territorio, general José
María Pérez de Lema, envió a una compañía del Tercio III de la Legión,
cuyo único armamento eran sus fusiles CETME. Abrieron fuego contra los
manifestantes y causaron tres muertos y 22 heridos.
Varias
docenas de saharauis fueron detenidos, entre ellos Bassiri y uno de sus
lugartenientes, El Gali, que era cabo de la Policía Territorial.
Bassiri desapareció al poco tiempo, sin que medio siglo después se
conozca cuál fue su destino. El episodio representó el final de un nacionalismo dialogante.
En su lugar, El Gali y otros jóvenes escaparon a Mauritania y
comenzaron a organizar una guerrilla contra la presencia española.
El Polisario contra España
En 1973 el rey de Marruecos Hassán II,
que había sucedido a su padre Mohamed V al morir éste en 1961, denunció
el Tratado de Fez que había suscrito con España cuatro años antes. Casi
al mismo tiempo extendió sin respaldo internacional las aguas
territoriales a 70 millas y pesqueros españoles comenzaron a ser
capturados por supuesta faena ilegal. Fueron apresados 54 barcos. En 22
casos, según un informe del ministro de Marina, almirante Pita da Veiga,
fueron "auténticos actos de piratería, contrarios a las leyes del mar".
El 10 de mayo del mismo año y tras haber obtenido financiación del dictador libio Gadafi, el grupo nacionalista afincado en Mauritania anunció la fundación de un Frente Popular de Liberación del Sáhara
(FPLS), que poco después cambiaría su nombre por el de Frente Popular
de Liberación de Saguía el Hamra y Río de Oro, Polisario. La Saguía el
Hamra (Acequia Roja) es un gran barranco que constituye el principal
accidente natural del norte del territorio, en tanto que Río de Oro
denomina el sur de la antigua colonia española.
Hassan II
Su manifiesto fundacional era, en la práctica, una declaración de guerra
a España. Optaba por la "violencia revolucionaria y la lucha armada"
contra el colonialismo español, del que presentaba una caricatura. "La
libertad se logra con el fusil", concluía el manifiesto.
El texto contenía ya los tres errores que durante los años y decenios
siguientes abocarían al fracaso del Polisario. El primero fue su
hostilidad a España, cuando Madrid estaba dispuesta a la descolonización
y era la única garantía para una eventual independencia, frente a las
apetencias territoriales expansionistas de Marruecos, Mauritania y
Argelia. El segundo fue su carácter antidemocrático. El manifiesto decía
que "el Frente Polisario ha nacido como expresión única de las masas" y
de forma repetida se presentaría como único y legítimo representante
del pueblo saharaui, lo que era una manifestación totalitaria. El
tercero fue la subordinación a Argelia: "La cooperación con la
revolución argelina en una etapa transitoria constituye un elemento
esencial para hacer fracasar las maniobras urdidas contra el Tercer
Mundo". La dictadura argelina estaba alineada con el bloque soviético
y la OTAN, cuya zona de interés estratégico llegaba hasta el paralelo
de Dakar (Senegal), era muy reticente a una salida de Argelia a la costa
atlántica.
En
los meses siguientes y amparados por la tolerancia mauritana, el
Polisario comenzó a hostigar a las fuerzas españolas. La primera muerte
que causaron, sin embargo, fue la de un saharaui, Brahim uld Alamin,
cabo de la Policía Territorial, que el 30 de septiembre, cuando estaba
al frente de una patrulla de seis hombres a camello, se negó a
entregarse a los guerrilleros.
Ese mismo mes Franco contestó a un escrito que la Yemaá le había enviado en febrero. El párrafo 4 decía así:
"El Estado español reitera y garantiza solemnemente que la población
del Sáhara determinará libremente su futuro. Esta autodeterminación
tendrá lugar cuando lo solicite libremente la población, de conformidad
con lo expuesto por la Asamblea General [de Naciones Unidas]".
La
propuesta comprendía la negociación de un régimen de amplia autonomía,
que permitiera el desarrollo del país y la explotación de los recursos
naturales en beneficio de sus habitantes. Los Presupuestos del Sáhara
estaban siempre cubiertos por el Estado español: el 82,16 por 100 del
total durante el periodo comprendido entre 1958 y 1975.
El 3 de julio de 1974 el Gobierno aprobó el envío a las Cortes de un proyecto de Estatuto de Autonomía del Sáhara,
protestado de inmediato por Marruecos. No parece que el proyecto fuera
en efecto remitido, puesto que nunca se publicó en el Boletín Oficial de
las Cortes y a petición mía no ha podido encontrarse en el Archivo del
Congreso de los Diputados.
El
de 1974 fue, en todo caso, el último año normal de la presencia
española. Los presupuestos ascendieron a 2.374,8 millones de pesetas, de
los que 2.166,1 correspondieron a subvenciones y transferencias. Las
inversiones llegaron al máximo histórico de 1.772 millones. Los
residentes en El Aaiún eran ya más de 40.000, de los que 28.000 eran
nativos. Había 4.860 alumnos de Enseñanza General Básica, 911 de
Enseñanza Media y 38 que cursaban estudios superiores. También existía
un centro de Formación Profesional y los saharauis con
empleo, tanto en unidades de Seguridad como en el sector civil, eran
casi 8.000. En septiembre se llevó a cabo un censo que debía ser la base
del referéndum de autodeterminación. Contó a 73.497 saharauis y 20.126
españoles, en total 93.623 habitantes para un territorio de 270.000
kilómetros cuadrados. El 20 de agosto el embajador español en Naciones
Unidas, Jaime de Piniés, comunicó al secretario general
de Naciones Unidas la disposición de Madrid para celebrar el referéndum
de autodeterminación durante el primer semestre de 1975.
Rabat
se opuso a una consulta que, con toda probabilidad, habría rechazado
sus pretensiones anexionistas. Una columna de carros de combate fue
enviada a las proximidades del Sáhara. Eran vehículos soviéticos T-54,
inadecuados para el desierto, con un consumo tan elevado que se quedaron
sin combustible. España respondió con un considerable refuerzo de la
guarnición, que comprendió carros de combate (M-48A2) y artillería
(obuses autopropulsados M-109) de la división acorazada Brunete, más
la Brigada Paracaidista y el despliegue de aviones tácticos F-5 en la
base de Gando (Gran Canaria). El refuerzo de otras unidades permitió
además que el IV Tercio de la Legión se desplazara desde Villa Cisneros
al norte del territorio. El llamado Ejército del Sáhara se había
convertido en la unidad más potente de las Fuerzas Armadas españolas.
Las posibilidades militares de Marruecos ante semejante despliegue eran nulas, pero en diciembre Rabat logró paralizar el referéndum,
al solicitar que el contencioso fuera resuelto por el Tribunal
Internacional de Justicia de la Haya, lo que fue aprobado por la
Asamblea General de las Naciones Unidas, con 87 votos a favor, ninguno
en contra y 43 abstenciones, entre ellas la de España.
Hacia la Marcha Verde
Durante
1975 continuaron los ataques esporádicos del Frente Polisario, con
muertos por ambas partes y un atentado contra la cinta transportadora de
Fosbucraa, que estuvo inoperativa durante varias semanas. La actuación
de los guerrilleros, en todo caso, fue mediocre. Se trató de la primera
vez en que el enfrentamiento entre una guerrilla y un Ejército regular
se saldó con más bajas de los guerrilleros. La motorización, el
conocimiento del terreno, las comunicaciones y el apoyo aéreo -tanto de
aviones como de helicópteros- habían convertido al Ejército del Sáhara
en un enemigo temible, que los polisarios no podían batir. Al
menos en dos ocasiones elementos motorizados y aéreos españoles
persiguieron a los guerrilleros cuando se retiraban a zonas despobladas
de Mauritania, donde prosiguieron los combates. La parte negativa fueron
las deserciones de la Agrupación de Tropas Nómadas, cuyos elementos
indígenas fueron sustituidos por soldados españoles.
Al
mismo tiempo, guerrilleros organizados y respaldados por Marruecos
emprendieron acciones terroristas en el norte del Sáhara. Un llamado
Frente de Liberación y Unidad del Sáhara (FLUS) atacó el 22 de enero de
1975 un puesto de control en la carretera de El Aaiún a Smara. El 22 de
marzo lanzaron granadas por encima de los muros del cuartel de la
Policía Territorial en El Aaiún, con el resultado de 36 heridos. El 28
de abril Hassán II declaro a la emisora France Inter que las tropas
marroquíes desplegadas en el sur iban a "servir de marco, en todos los
escalones, a la marcha inexorable que hará el pueblo marroquí, con su
rey a la cabeza, si espíritus amargados o ligeros iniciasen el proceso
de autodeterminación del Sáhara".
El
14 de mayo acudió a El Aaiún una comisión visitadora de la ONU,
presidida por el embajador de Costa de Marfil en Naciones Unidas, Simeón
Aké, e integrada por otros dos diplomáticos, una cubana y un iraní. La
población saharaui les recibió, en su gran mayoría, con banderas del
Frente Polisario, vivas a la organización guerrillera y gritos de "Fuera
España". El episodio supuso la ruptura política y moral de España con
la población. En palabras del general Gerardo Mariñas Romero, por
entonces coronel jefe del IV Tercio Sahariano:
"Los que formaban parte del ejército desplegado en El Aaiún ante la
amenaza de invasión marroquí, sufriendo muchos de ellos mil dificultades
de alojamiento, separaciones familiares, etc., se preguntaban con
tristeza y cierta desolación en el rostro: ¿Tenemos que defender a este
pueblo e incluso morir por él, si fuera preciso, cuando nos están
insultando, echando, llamándonos fascistas y hasta gritando algunos
¡Viva ETA!?".
Los
manifestantes reclamaron la salida de los funcionarios civiles y las
fuerzas armadas españolas antes de la celebración del referéndum. Dos
días antes, el 12 de mayo, dos legionarios del III Tercio habían
resultado heridos en las dunas situadas entre El Aaiún y la costa,
cuando se enfrentaron a saboteadores marroquíes que se habían infiltrado
con fines terroristas. La torpeza política de gran parte de los
saharauis fue monumental y caldo de cultivo de la retirada española seis meses después. El ministro de Asuntos Exteriores, Pedro Cortina,
dijo a la comisión de la ONU que España estaba dispuesta a celebrar en
cualquier momento el referéndum de autodeterminación e incluso a
retirarse del territorio sin celebrarlo. Madrid no quería, en modo
alguno, involucrarse en una guerra colonial.
El 23 de mayo el Consejo de Ministros publicó una declaración que ratificaba la posición adelantada por Cortina:
"El Gobierno confirma su deseo de cumplir las resoluciones aprobadas
por Naciones Unidas y al propio tiempo declara su propósito de
transferir la soberanía del territorio del Sáhara en el más breve plazo
posible, en la forma y modo que mejor convenga a sus habitantes y a la
satisfacción en su caso de cualquier legítima aspiración de países
interesados en aquella zona. Al propio tiempo hace constar que, si por
circunstancias ajenas a su voluntad, se demorase la posibilidad de
efectuar tal transferencia de soberanía en términos que comprometan
gravemente la presencia española en el Sáhara, se reserva el derecho,
previa advertencia a Naciones Unidas, de precipitar la transmisión de
poderes, poniendo fin definitivamente a su presencia en el territorio".
En
consonancia con dicha política, el Alto Estado Mayor encomendó el 18 de
junio al Mando Unificado de Canarias organizar los planes de una
evacuación total. El gobierno del Sáhara, a cuyo frente estaba el
general de división Federico Gómez de Salazar, recibió instrucciones
para mantener una actitud ecuánime ante las distintas alternativas
planteadas, entre ellas la eventual anexión del territorio a Marruecos.
Los ataques del Polisario y Marruecos se recrudecieron.
El 23 de mayo los guerrilleros se apoderaron durante unas horas del
puesto de Guelta Zemmur, cerca de la frontera con Mauritania, gracias a
la colaboración de la mitad de los agentes de Policía Territorial que
constituían la guarnición. El 8 de junio la 11ª compañía del VII
batallón Meharista de las Fuerzas Armadas Reales penetró 30 Km en el
Sáhara español e intentaron apoderarse del puesto de Mahbes, cerca del
límite con Marruecos y Argelia. La guarnición -una sección de Infantería
y otra de Tropas Nómadas, integrada ya por españoles- resistió el
cerco, acudieron de inmediato aviones T-6 del Ejército del Aire y los
marroquíes fueron a su vez cercados cuando regresó una sección de
fusiles del IV Tercio, que había salido para efectuar una descubierta.
Los marroquíes se rindieron sin disparar un tiro. Fueron hechos 52
prisioneros: el capitán Abua Chej uld Saalec, tres oficiales
subalternos, cinco sargentos primeros, once sargentos, cinco cabos
primeros, once cabos y 16 soldados. Su armamento incluía un misil
antiaéreo de infantería Strela, de origen soviético. La
documentación incautada al capitán mostró que las FAR planeaban ataques
contra otros puestos. Así lo confirmaron el día 17 cuatro soldados
marroquíes que desertaron. Pertenecían a la 8ª compañía del VII batallón
Meharista. Cuatro días más tarde, el 21, unos 25 hombres de las FAR
tirotearon el puesto de Tah con fuego de armas automáticas, pero se
rindieron tras sufrir dos bajas por el fuego de respuesta español. Sólo
tres días más tarde murieron un teniente , un sargento y tres artilleros
del grupo expedicionario de la División Acorazada, cuando su vehículo
Land Rover causó la explosión de una mina.
Las
agresiones marroquíes continuaron en las semanas siguientes, al mismo
tiempo que se redujo la actividad del Frente Polisario, tras unos
primeros contactos efectuados por el diplomático Emilio Cassinello.
El 9 de septiembre el ministro Pedro Cortina y el secretario general
del Frente, Lulei, se reunieron en Argel. Para que el encuentro fuera
posible, la guerrilla puso en libertad a 13 militares españoles que
tenía prisioneros. En contrapartida, el gobierno del Sáhara liberó a 23
activistas polisarios.
Esta
aproximación entre Madrid y la guerrilla no pasó desapercibida para
Hassán II, quien se opuso a una propuesta española para negociar el
conflicto mediante una conferencia a cuatro partes: España, Marruecos,
Argelia y Mauritania. En realidad, desde agosto había empezado a
organizar una marcha de 350.000 marroquíes, cifra que
equivalía al número de nacimientos anuales. Dos generales y un coronel
fueron los encargados de los preparativos, en riguroso secreto. Eran los
jefes de las secciones de Operaciones y Logística del Estado Mayor de
las Fuerzas Armadas Reales. El principal responsable, general Achahbar,
había sido formado por el Ejército español, en la Academia de
Intendencia de Ávila.
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