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Sáhara: los errores del Polisario (II) Imprimir E-Mail
Artículos digitales
Escrito por Miguel Platón   
domingo, 17 de abril de 2022

Fuente: Libertad Digital

La mayor parte de la opinión pública ignora los elementos básicos de la relación española con el Sáhara Occidental, condicionada por la agresividad marroquí y la torpeza del Frente Polisario.

El 15 de octubre de 1975 la comisión de Naciones Unidas que había visitado el Sáhara en primavera emitió su informe. La población saharaui les había recibido, en su gran mayoría, con banderas del Frente Polisario, vivas a la organización guerrillera y gritos de "Fuera España". Los manifestantes reclamaron la salida de los funcionarios civiles y las fuerzas armadas españolas antes de la celebración del referéndum. El contenido del informe era inequívoco:

"La comisión ha comprobado que la población, o por lo menos la casi unanimidad de las personas que ha consultado, se ha pronunciado a favor de la independencia y en contra de las reivindicaciones territoriales de Marruecos y Mauritania".

Combatientes del Frente Polisario en 1976. (Foto: Cordon Press)
Combatientes del Frente Polisario en 1976. (Foto: Cordon Press)

Al día siguiente se conoció la sentencia del Tribunal de La Haya. El párrafo clave decía así:

"Los materiales e informaciones proporcionados al Tribunal no establecen la existencia de ningún vínculo de soberanía territorial entre el Sahara Occidental por una parte y el Reino de Marruecos o el conjunto mauritano por otra. Por tanto, el Tribunal no ha comprobado la existencia de vínculos jurídicos de tal naturaleza que puedan modificar la aplicación de la Resolución 1.514 (XV), en cuanto a la descolonización del Sáhara Occidental y en particular la aplicación del principio de autodeterminación mediante la expresión libre y auténtica de la voluntad de las poblaciones del territorio".

Era un reconocimiento expreso de la posición española, cuya documentación enviada al Tribunal superaba con mucho la aportada por Marruecos y Mauritania, pero la sentencia señalaba también que antes de la colonización había lazos religiosos, económicos y culturales entre determinadas tribus saharauis y Marruecos, así como entre otras tribus y el conjunto mauritano. No era más que el reconocimiento de los lazos habituales entre poblaciones fronterizas, pero Hassán II se agarró a ello como a un clavo ardiendo. Apenas unas horas después de conocerse la sentencia, el rey de Marruecos pronunció un mensaje por radio y televisión en el que aseguró -falsamente- que el Tribunal Internacional había dado la razón a Marruecos, que España debía entregarles el Sáhara y anunció la organización de una Marcha Verde, por el color del Islam.

Por azar, la sentencia del Tribunal de La Haya coincidió con la última enfermedad de Franco. Este último amaneció con síntomas de gripe el domingo 12, pero a pesar de que el 14 su médico detectó síntomas de infarto el Jefe del Estado atendió las audiencias rutinarias del martes (militares) y el miércoles (civiles), en este caso y entre otras una de la asociación política Unión del Pueblo Español, presidida por Adolfo Suárez, que le manifestó su adhesión. Todavía el viernes 17, cuando Hassán II ya había anunciado la Marcha, presidió el Consejo de Ministros. La primera referencia de prensa se publicó el sábado 18. Federico Ysart, en Nuevo Diario, dijo que Franco padecía "una afección gripal, acompañada posiblemente de algún trastorno habitual en su edad". El Generalísimo había cumplido el año anterior 82 años.

El martes 21 la Casa Civil anunció que Franco había sufrido "una crisis de insuficiencia coronaria aguda" y a partir de ese momento se sucedieron una serie de partes médicos que informaban de una evolución negativa de su estado de salud. Era un factor nuevo, que con toda probabilidad estimuló el órdago de Hassan II.

El sábado 18 el jefe del Alto Estado Mayor envió al jefe del Estrado Mayor Central del Ejército esta comunicación:

"Comunicó a V.E. la decisión tomada por el Presidente del Gobierno, estableciendo la fecha del diez de noviembre de mil novecientos setenta y cinco a las nueve horas para la iniciación de la operación Golondrina. Máximo secreto".

Golondrina era el nombre clave de la evacuación española del Sáhara tanto de civiles como de militares, que había comenzado a prepararse tras la visita en mayo de la comisión de la ONU. Al mismo tiempo, sin embargo, el Ejército del Sáhara comenzó a organizar la defensa del territorio. El gobierno español emprendió iniciativas diplomáticas para neutralizar la crisis. El ministro secretario general del Movimiento, Jose Solís, viajó el 22 a Marrakech para entrevistarse con Hassán II. El ministro marroquí de Asuntos Exteriores, Ahmed Laraki, acudió el 24 a Madrid para iniciar negociaciones. El domingo 26 el secretario general de Naciones Unidas, Kurt Waldheim, se desplazó a la capital española para reunirse con el presidente Carlos Arias Navarro, pero la actuación de la organización internacional sería poco efectiva. El día anterior el Boletín Oficial de las Cortes había publicado un Proyecto de Ley de Descolonización del Sáhara, aprobado por el Consejo de Ministros el día 23.

Mientras tanto, los 20.000 hombres del Ejército del Sáhara tenían orden de impedir la ocupación del territorio por la fuerza. Hubo también una relativa aproximación al Polisario. El 21 de octubre se produjo en Mahbes, cerca de la frontera argelina, un intercambio de prisioneros, pero el Frente rehusó defender dicho puesto frente a una eventual agresión marroquí. Sus dirigentes -Lulei, Gali y Ali Beiba- confiaban en la promesa del dictador argelino, Huari Bumedian, quien había declarado pocas semanas antes al ministro español Pedro Cortina que consideraría casus belli la ocupación del Sáhara por Marruecos. Peor aún, la revista del Polisario, 20 de Mayo, condenó la ejecución en septiembre de dos terroristas de ETA y tres del FRAP, un grupo de extrema izquierda cuyo ideal político era la tiranía comunista de Enver Hoxha en Albania.

"Nuestro pueblo y sus vanguardias revolucionarias denuncian este acto criminal e inhumano cometido contra el heroico pueblo español, sus vanguardias revolucionarias y, particularmente, el FRAP".

No era el mejor modo de facilitar las relaciones con España, pero lo peor fue que el Polisario concentró a sus partidarios en El Aaiún, con la aparente intención de aprovechar la marcha de las unidades militares para hacer frente a la Marcha Verde. El 28 de octubre los soldados nativos integrados en las tropas españolas fueron desarmados y licenciados, se estableció el toque de queda y efectivos militares establecieron un control absoluto de la población. Al mismo tiempo comenzó la evacuación de civiles.

Mujeres soldado del Frente Polisario.
Mujeres soldado del Frente Polisario.

Los participantes de la Marcha Verde, siempre con organización militar, comenzaron a llegar a la frontera el 27 de octubre. El paso más importante, con carretera asfaltada, era el de Tah, a 42 kilómetros de El Aaiún. El Ejército del Sáhara, con refuerzos peninsulares, preparó una línea de defensa situada algunos kilómetros al sur de Tah, para aprovechar el terreno más favorable. Se establecieron líneas de alambradas y campos de minas mixtos -contra carros y personal- con unas 70.000 minas, la práctica totalidad de la reserva estratégica del Ejército. El responsable de su colocación fue el coronel de Ingenieros José Luis Aramburu Topete, veterano de la Guerra Civil y la División Azul. Los campos fueron colocados de acuerdo con las normas internacionales: letreros de aviso en árabe y español, así como mapas. Ni en su colocación, ni durante la Marcha, ni en el desminado se produjo un solo percance.

Los marroquíes carecían de posibilidades de superar las diversas barreras. En palabras del general Federico Gómez de Salazar, que actuó con inteligencia, moderación y un reconocido liderazgo,

"Nuestras fuerzas estaban mejor preparadas, tenían más potencia de fuego, mejor armamento y mejor instrucción, y la preparación física era muy superior a la de los marroquíes, y desde luego nuestra moral elevadísima, y creo que la de ellos no tanto… si el Ejército marroquí nos atacaba lo destrozaríamos en 48 horas".

La Marina tenía listo el Tercio de Armada para llevar a cabo, incluso, un desembarco en la retaguardia enemiga; la fragata Andalucía, dotada con misiles, patrullaba en estrictas condiciones de guerra; submarinos vigilaban la costa marroquí y los Phantom F-4C del Ejército del Aire con base en Torrejón de Ardoz (Madrid) estaban en alerta para actuar contra la fuerza aérea marroquí. La vigilancia del espacio aéreo de Marruecos era ejercida por los radares y sistemas de guerra electrónica de la Andalucía. Durante su despliegue punteó 512 trazas aéreas y se analizaron 96 emisiones electrónicas. Sus direcciones de tiro adquirieron 250 blancos. La fragata tenía orden de disparar si ea atacada, pero no hubo necesidad de hacerlo.

Otras unidades de la Armada también participaron en el despliegue. El 5 de noviembre partió de Cádiz casi toda la Fuerza Anfibia, con los transportes de ataque Aragón, Castilla y Galicia. Como escoltas los destructores Lángara y Lepanto y las fragatas lanzamisiles Baleares y Cataluña A bordo de esta última izó su insignia el almirante jefe de la Flota. El convoy llegaría a Arrecife de Lanzarote el día 8 y durante un par de semanas efectuó continuos ejercicios de instrucción, incluidos desembarcos en playas de Fuerteventura.

El objetivo básico, en cualquier caso, era asegurar la Transición. Después de casi cuarenta años en el poder, la salud de Franco empeoraba cada día y el Príncipe de España, Juan Carlos de Borbón, había asumido el 31 de octubre las funciones de Jefe del Estado. Su primer acto fue desplazarse al Sáhara el domingo 2 de noviembre, para manifestar su apoyo al Ejército del Sáhara. Vestido con uniforme de general de brigada del Ejército, fue emocionante descubrir la decisión y el liderazgo de un hombre joven que en poco tiempo iba a suceder a un anciano enfermo.

Al día siguiente, lunes 3, acudió a Madrid el primer ministro de Marruecos, Ahmed Osmán. Las conversaciones con el Gobierno español no interrumpieron la Marcha Verde, que se puso en movimiento el jueves 6. El rey de Marruecos, formalmente descendiente del Profeta Mahoma, había proclamado un componente religioso-patriótico. Gran número de manifestantes exhibían un ejemplar del Corán y rezaron con dirección a la Meca tras superar la frontera.

Los integrantes de la marcha penetraron unos nueve kilómetros en el territorio del Sáhara español, para detenerse ante las alambradas y los campos minados. Militares marroquíes cortaron parte de la alambrada, pero impidieron que los manifestantes se aproximaran a las minas. El viernes 7 habían cruzado la frontera unas 250.000 personas, de ellas 200.000 por el puesto de Tah y el resto por la zona de Hagunía, al este. El esfuerzo logístico marroquí era extraordinario. Para que la marcha fuera posible emplearon 7.813 camiones, 17.000 toneladas de víveres, 23.000 de agua, 2.590 de carburante, 220 ambulancias, 460 médicos y miles de tiendas con los colores de todas las regiones del país.

Marcha Verde.
Marcha Verde.

En Madrid las negociaciones no progresaban y el sábado 8 el ministro de la Presidencia, Antonio Carro, viajó a Agadir para entrevistarse con Hassan II. Madrid negaba la cesión de la soberanía y el rey de Marruecos consideraba innegociable la Marcha Verde. En manifestaciones posteriores, el ministro Carro señaló que en modo alguno podía aceptarse que la Transición se viera entorpecida por una guerra que podría tener serias repercusiones en la opinión pública y tampoco se debía causar a las Fuerzas Armadas un innecesario desgaste.

"No se podía permitir -manifestó Carro en 1985- que el Ejército español tuviera que enfrentarse a una marabunta de mujeres, ancianos y niños, por más que entre ellos estuvieran las tropas de Hassán. De modo que lo principal en mi misión era disuadir al rey y a sus ministros de culminar la Marcha. Creo que por su parte también Hassán deseaba encontrar una salida airosa a una situación que se le iba pudriendo en las manos. Nuestra principal preocupación tenía que ver con la consecución de una salida airosa de nuestras tropas en aquel territorio y para ello necesitábamos dos meses. Una vez llevado a cabo un repliegue ordenado y detallado, en el que los militares pudieron salir con sus banderas al aire y con sus muertos, la principal cuestión quedaba solventada. Así se lo prometí a Hassán y a cambio obtuve su promesa de que al día siguiente interrumpiría la marcha, como finalmente sucedió".

Tal y como había prometido, el domingo 9 Hassán II ordenó a los participantes en la marcha que regresaran a Marruecos y el repliegue sobre Tarfaya comenzó al amanecer del lunes 10. No se había producido ninguna baja mortal. Muy al contrario, se registraron once nacimientos. De manera expresa, un diez por ciento de los manifestantes eran mujeres y parte de ellas no sólo estaban embarazadas, sino en avanzado estado de gestación.

El mismo lunes 10 las Cortes iniciaron el debate en comisión del Proyecto de Ley de Descolonización del Sáhara, que resultó dictaminado al día siguiente con 40 votos a favor, dos en contra y una abstención. El 12 se reanudaron en Madrid las negociaciones hispanomarroquíes, que culminaron en unos Acuerdos suscritos el 14. España se comprometió a retirarse del Sáhara antes del 29 de febrero de 1976 y la administración del territorio sería cedida a Marruecos (el norte) y Mauritania (el sur).

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