Fuente: ABC
Miles de españoles se vieron obligados a luchar en
el Sáhara, un conflicto que hoy ha sido olvidado por la memoria
colectiva y que entonces fue en gran parte silenciada por las
autoridades de la época.
La Guerra del Ifni enfrentó de manera breve pero feroz al reino de Marruecos, recién independizado, contra la España de Franco por
territorios en disputa del Sáhara Occidental. Miles de
españoles se vieron obligados a luchar en un conflicto, entre noviembre
de 1957 y junio de 1958, que hoy ha sido olvidado por la memoria
colectiva y que entonces fue en gran parte silenciada por las
autoridades.
Los legionarios escuchan a Gila con evidente regocijo.
Silenciado, que no borrado. La Dictadura
necesitó que las noticias de la guerra llegaran algo diluidas, sin
extenderse en los tropiezos y sí en las heroicidades, al tiempo que
debía mantener la moral alta de las tropas con golpes de efectos como la
comitiva de famosos que envió en la Nochebuena de 1957.
ABC
informaba esos días del viaje para animar a las tropas de la actriz
Carmen Sevilla, la cantante tradicional Marisol Reyes, el locutor Adolfo
Fernández, el Trío las Vega, la voz Elder Barber y el humorista Gila.
La gracia de Sevilla
En
un acto principal en el teatro de Sidi Ifni, el grupo de artistas
voluntarios pasó la Nochebuena con las tropas y actuó en la sala, cada
uno en su especialidad, tras visitar los puestos militares a lo largo de
la carretera y bajar hasta la zona de desembarco. «Bajaron a la playa,
donde les esperaban los hombres de la marinería, y volvieron de nuevo al
teatro, apiñado, apretado de hombres y de emoción, para repetir una,
dos, tres veces los números y las canciones. Estupenda actuación la de
estos artistas de vanguardia, "alféreces provisionales" de la generosidad», dejó escrito el corresponsal de ABC.
La Noche Vieja en Sidi Ifni.
«Los
soldados creían que la noticia de que íbamos nosotros era una
inocentada. Todo tenía allí un. aspecto extraordinario. La venerable figura del capellán,
los "jeeps" y el camión grande de aceite pesado llevando a la extraña
compañía de varietés, entre las montañas de arena hasta los campamentos
últimos de la vanguardia. No he escuchado en estos tres días un sólo
tiro», explicaba Sevilla
en declaraciones a ABC. La artista dijo, a su regreso de
Ifni tras convertirse en la madrina de la segunda bandera de los
paracaidistas, que «he llorado más que en todos los días de mi vida, y
he pasado la Nochevieja más inolvidable; puedo decirlo sinceramente».
Ese año, la actriz se tomó doce bombones en vez de las doce uvas.
«Al teniente coronel Crespo
(a quien Carmen llamaba unas veces "mi teniente" y otras "mi coronel",
porque todo junto era muy largo) le pidió, que si había algún muchacho
arrestado por algo que no fuera "mu grave", que fuera bueno, y que le
perdonara. Y no digo el teniente coronel, el mismísimo presidente del
Tribunal Supremo, ante una petición así, hubiera decretado la amnistía»,
bromeaba el corresponsal el 2 de enero de 1958 sobre el amigable
carácter de la actriz.
ABC MADRID 02-01-1958 página 9.
Carmen
Sevilla fue quien más flashes congregó entre las tropas, pero el morbo
lo portó Gila, esto es, un humorista de pasado republicano enviado a
hacer chistes sobre la guerra al mismísimo frente. «Gila, no voy a
descubrirlo ahora, en todas sus actuaciones estuvo enorme. Pero no es su
arte lo que quiero aquí ensalzar, sino su gesto. El breve paso de estos
embajadores de las simpatía, de estos "voluntarios" de la sonrisa,
ha llevado no poca alegría a los corazones de los que aquí combaten, ha
roto la rutina de la vida de campaña, ha hecho saber a muchos que en
esta Nochevieja no se encontraban solos y olvidadas», narró el
corresponsal de ABC.
«Gila, no voy a descubrirlo ahora, en todas sus actuaciones estuvo enorme»
El humorista había combatido durante
la Guerra Civil en el bando republicano y hasta fue
condenado a muerte por ello, pena de la que se salvó, según su propio
relato, porque los integrantes del piquete de ejecución estaban
borrachos y no acertaron los disparos. Gila se hizo el muerto y logró
sobrevivir. Tras la guerra fue destinado al regimiento de infantería
«Toledo» en Zamora para cumplir con el servicio militar y comenzó a
colaborar en Radio Zamora y en el periódico 'Imperio', dentro de la
Prensa del Movimiento. Esto le abrió las puertas a una carrera como
humorista donde los chistes marciales eran su especialidad. «¿Está el
enemigo? Que se ponga» fue su frase más popular y la que mejor define su
sentido del humor.
El idilio entre Franco y el antiguo republicano duró pocos años. En 1962, Gila se «exilió», según sus palabras, «por un empacho de dictadura» hasta Buenos Aires, aunque las razones de su salida de España nunca han terminado de estar claras.
|