Fuente: El Faro de Ceuta
En aquella Campaña del África Occidental Española, como suele ocurrir
en casi todas las guerras, quedaron muchos padres sin sus hijos,
esposas sin maridos y, aún más triste si cabe, hijos que jamás
conocieron a sus padres.
Por citar algunos de ellos, los tenientes
Enrique Carrasco Lanzós, Antonio Polanco Mejorada y el cabo 1º José
Civera Comeche, como tantos otros más, que partieron de Alcalá de
Henares a Ifni y no regresaron jamás. Unos dejaron a sus esposas
embarazadas y otros con hijos de muy pocos meses; como es el caso del
teniente Arturo Martín Gamborino, el cual había contraído matrimonio en
Las Palmas de Gran Canaria el 9 de abril de 1957 y apenas un año
después, en febrero de 1958, encontraba gloriosa muerte en la XIII
Bandera de La Legión en el combate de Edchera.
Un círculo señala al teniente de Infantería, Arturo Martín Gamborino, desfilando en El Aaiún días antes de su muerte.
De la Academia a Marruecos
Arturo
Martín Gamborino había nacido en Valencia el 4 de julio de 1931, hijo
de militar, su padre era Arturo Martín Estelles, comandante de
Infantería, el cual dejó huérfano a Arturo, que a pesar de su corta edad
sintió en sus venas la vocación castrense por dos razones: por
tradición y vocación. Tras esa dura preparación para el ingreso en la
Academia General de Zaragoza, con su esfuerzo y tesón ve cumplidas sus
aspiraciones y el 24 de julio de 1950, el Diario Oficial del Ejército Nº
166 publicaba el nombramiento como caballero cadete de la IX Promoción.
El 16 de diciembre de 1950, en ese solemne acto tan emotivo para los que
sienten el amor a España, Arturo Martín Gamborino prometía fidelidad a
la Bandera de la Academia General Militar. Así lo cumpliría años
después, entregando su vida en el sagrado cumplimiento del deber, cuando
tenía 26 años, en las inhóspitas arenas del Sáhara. Cinco años después,
el 15 de diciembre de 1955, el Diario Oficial del Ejército Nº 285
publicaba su nombramiento de teniente de Infantería. Atrás habían
quedado los duros y difíciles años entre Zaragoza y la Academia de
Infantería de Toledo. Con orgullo lucía sus dos estrellas de teniente.
Teniente de infantería Arturo Martín Gamborino.
Como muchos de aquellos jóvenes oficiales, todos ansiaban ir
destinados a Fuerzas Especiales, como la Legión, Regulares, Tiradores,
etc. El 20 de diciembre de 1955, Martín partía voluntario a su nuevo
destino en III Tercio de La Legión en Marruecos, concretamente en
Larache, dónde tenía su guarnición dicho tercio.
El III
Tercio, que ostenta el nombre de un glorioso soldado, Juan de Austria,
contaba con tres Banderas en Larache, la VII, VIII Y IX. En 1958 es
trasladado al Sáhara, estableciéndose en el Acuartelamiento de Sidi-Buya
en El Aaiún, donde permanecería hasta 1975, abandonando el territorio
en ese momento para instalarse en Fuerteventura. Actualmente se
encuentra en Almería.
En este Tercio el teniente Martín
Gamborino es trasladado a la Academia de Aplicación y Tiro de infantería
para realizar el curso de “Adaptación a la Metodología en el Mando”
para oficiales subalternos, finalizando dicho curso con la calificación
de eficiente e incorporándose a su destino en la 1ª Compañía de la VII
Bandera en el Tenin de Sidi Yamami (Marruecos).
Una Cruz de Guerra a título póstumo
En febrero
de 1956, al crearse la XIII Bandera de La Legión, en base a una compañía
de los cuatro tercios, el teniente Martín Gamborino, al mando de una
sección, partía hacia Dar Riffien, para desde aquí concentrarse en
Ceuta, donde se formaba la Bandera Independiente. El 29 de agosto de
1956 la XIII Bandera, al completo de sus efectivos, embarcaba en el
Puerto de Ceuta en el buque de la Armada, el Almirante Lobo, con destino
a El Aaiún.
Pronto recibirían su bautismo de fuego. Al
mando de su sección interviene en protección y escolta de convoyes, y
entre la playa de Sidi Aotman a El Aaiún, son atacados por el enemigo.
El 22 de diciembre de 1957, sobre las diez de la mañana, en la zona de
El Messeid, entablan combate contra el enemigo, y tras dos horas de
lucha el adversario se retira dejando sobre el terreno 30 muertos.
Con
anterioridad, el 8 de diciembre, el teniente Martín Gamborino, al mando
accidental de su compañía, desfilaba en El Aaiún, siendo este su último
desfile. Posteriormente, el 22 de diciembre, con su sección partió en
misión de escolta a un convoy que se dirigía a Cabo Juby; más tarde, en
su acuartelamiento, eran empleados en misiones de seguridad. Hay que
tener en cuenta que los territorios del África Occidental Española,
desde agosto de 1957, estaban considerados como zona de guerra.
El
13 de enero de 1958 la XIII Bandera sale de su acuartelamiento con
dirección a Edchera, encontrando al enemigo sobre el borde de la Saguia
el Hamra. El teniente Martín Gamborino iba al mando de la sección del 1º
Escalón de Reconocimiento con varios jeeps. Al recibir fuego enemigo
esta sección, tienen la orden de averiguar el lugar exacto del enemigo
para establecer contacto con el mismo y fijarlo; en dicho instante, con
inusitada rapidez, el enemigo dispara una enorme lluvia de balas,
dejando la mayoría de los vehículos acribillados y con las ruedas en el
suelo. Al intentar hacer frente al enemigo, el valiente teniente recibía
varios disparos que lo dejaban malherido. Ya en el suelo, agonizando,
lo atendió espiritualmente el padre oblato, en funciones de capellán de
la Bandera, el Rvdo. Antonio Muñiz Pajín. En brazos de este padre oblato
entregaba su alma a Dios quien fue a unirse a su más leal compañera, la
muerte, como así lo dice su himno.
En el cementerio de Las
Palmas de Gran Canaria reposan sus restos junto a los de otros
compañeros que cayeron en el cumplimiento del deber en tierras de
lfni-Sáhara. En el mes de septiembre de 1958, a título póstumo, se le
concedía al teniente Arturo Martín Gamborino la Cruz de Guerra, una
condecoración que, según el texto de esta, se concede a quien en actos
de heroísmo no llega a la Medalla Militar Individual.
Nicho donde reposan los restos del teniente Arturo Martín Gamborino en el cementerio-de-Las-Palmas de Gran Canaria.
Hombres
como el teniente Martín Gamborino, al igual que cualquier legionario o
soldado en tierras del África Occidental Española, dejaron sus vidas, y
otros derrocharon valor y sacrificio, cumpliendo todos ellos con creces
aquello que escribió tan magistralmente una gran mujer: “la grandeza no
consiste en hacer todo aquello que se quiere, sino el querer todo
aquello que se debe”, Cristina de Suecia, Reina de Suecia.
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