Fuente: Canarias 7
La ciudad de Guelmim es conocida por poseer
uno de los últimos mercados de camellos de Marruecos y por ser el lugar
perfecto para adentrarte en el desierto. Pero además es el punto de
partida para organizar tu viaje al Gran Sur, descubrir la antigua
colonia española de Sidi Ifni, pasear por la inmensa Playa Blanca, coger
las mejores olas, descubrir grabados rupestres, visitar aldeas
bereberes, o preparar tu trekking en el Anti Atlas.
Marruecos está tan cerca de Canarias, pero a la
vez nos parece tan lejano… Viajar al país alauí es una opción cómoda y
cercana que sorprende al viajero por su riqueza cultural, su exotismo y
su diversidad. Un destino asequible para todos los bolsillos, con una
gastronomía exquisita, y una variedad de paisajes que van desde las
altas montañas del Atlas (que superan los cuatro mil metros), las arenas
del desierto o algunas de las mejores olas de surf del Atlántico. Un
país que sorprende y no deja indiferente.
La mejor época para viajar a Marruecos es
en invierno y primavera, de noviembre a abril, cuando las temperaturas
no son tan extremas en el interior del país.
El hotel Oasis Palm 4*, en Guelmim, es una de
las propuestas incluidas en los paquetes de vuelo y alojamiento que la
agencia online CanariasViaja.com ofrece para conocer Marruecos.
La ciudad de Guelmim se encuentra al
sudoeste del país, cerca del borde noroccidental del desierto del
Sáhara. De ella podemos decir que es la auténtica puerta del desierto.
Parada habitual de las caravanas en el siglo XIX y de aventureros que
viajan al sur en busca de dunas y desiertos de arenas, o de las tierras
rojas del África tropical. La ciudad, salvo por unas pocas tiendas y por
su famoso mercado de camellos, no ofrece demasiados encantos al
viajero, pero su entorno es sin duda uno de los más atractivos del sur
del país.
Si te aventuras a visitar la ciudad durante
el verano, desafiando a las altas temperaturas, podrás disfrutar del
Festival del Camello y del Festival de los Oasis, ambos dedicados a
mostrar a locales y foráneos las antiguas tradiciones relacionadas con
la vida de los Tuareg en el desierto y su estrecha relación con los
dromedarios, animales de carga, laboreo, transporte y alimento.
A unas pocas horas al este, en medio del
desierto pedregoso que domina la región, encontramos el oasis de
Amtoudi, un bello palmeral con un pequeño riachuelo rodeado de
fortificaciones abandonadas y antiguos graneros comunales, conocidos
localmente como agadir. Aquí, además, tendrás la oportunidad de pasar la
noche en algún campamento beduino, o en una de las antiguas aldeas
bereberes de la zona, bajo uno de cielos nocturno más bellos del
continente africano.
Ganaderos en el mercado de camellos de Guelmim. (Foto: Juan José Ramos Melo)
Muy cerca de allí, las montañas albergan
importantes estaciones de grabados rupestres que nos recuerdan tiempos
ancestrales en los que el actual desierto estaba poblado por la fértil
sabana.
Al norte, a unos 120 kilómetros,
encontramos el valle de los almendros de Tafraoute. Esta pequeña ciudad,
a los pies del Jbel Kest, se convierte durante el invierno en un
importante destino para los escaladores y montañeros europeos, que
vienen en busca de más de un centenar de vías de escalada equipadas que
existen en la región.
Otro lugar de interés para senderistas y
amantes de la naturaleza es el bosque de dragos del Jebel Anzi. A
finales del pasado siglo XX se descubrió una población aislada de dragos
conocidos localmente como ajgal, y mundialmente como los dragos del
Atlas. Pequeños bosquetes de dragos acompañados de vegetación
mediterránea cuelgan de las paredes de los valles de la cuenca del río
Umarhuz, en el Anti Atlas oriental. Un lugar ideal para una excursión de
uno o dos días.
En la costa se encuentra Sidi Ifni, capital
de la antigua colonia española donde aún sobreviven algunos edificios
civiles como el mercado, la plaza de España, la casa del gobernador, la
fachada del teatro o algunos restos del acuartelamiento construidos en
época colonial. Esta ciudad costera posee un encanto especial, un lugar
ideal para una de esas escapadas en las que disfrutar de la
tranquilidad. Las tardes en Sidi Ifni son maravillosas, pasear por el
pequeño mercado y tomar un té con hortelana mientras comes algún
pastelito tradicional debería ser imprescindible para cualquier
visitante.
Sur del Anti Atlas, proximidades del bosque de dragos de Jebel Anzi. (Foto: Juan José Ramos Melo)
Desde aquí se puede visitar la impresionante
Playa Blanca (40 kilómetros de playa salvaje con una belleza
cautivadora), disfrutar de la pesca a caña o aventurarse a aprender a
surfear en alguna de las escuelas locales.
La costa Atlántica, entre Mirleft, Sidi
Ifni hasta Tan Tan, esconde algunas de las mejores playas para hacer
surf de todo Marruecos. Varias escuelas de surf atraen cada año a miles
de turistas europeos que vienen hasta aquí con el objetivo de aprender a
surfear.
Conocer las costumbres beduinas, adentrarte
en lugares alejados de la civilización, disfrutar del silencio del
desierto, surfear las mejores olas del Atlántico. Hay muchos buenos
motivos para descubrir la región de Guelmim.
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