Fuente: El Faro de Ceuta
Aunque en aquella campaña de 1957/58 la presencia del Escuadrón
Paracaidista del Ejército del Aire en el teatro de operaciones apenas
fue citada en los medios de comunicación, hay que destacar que tuvo no
solo una brillante actuación, si no que esta fue heroica y lo demuestra
que las misiones que le fueron encomendadas las cumplieron incluso más
allá del deber. En aquellos días de noviembre de 1957, el entonces
teniente coronel-jefe del Escuadrón, Mariano Gómez Muñoz, deseaba de
todo corazón, igual que sus paracaidistas, estar presente en primera
línea de fuego y, de hecho, personalmente se presentó ante el ministro
del Aire solicitando que, por su mayor antigüedad, dicho Escuadrón fuese
enviado a primera línea de fuego puesto que se encontraban
descorazonados de no estar presentes en el campo de batalla.
El guion del Escuadrón Paracaidista del Ejército del Aire en una posición de Ifni.
Quince ‘Douglas’ y tres ‘Bristol’ a Ifni
Tras la audiencia con el ministro del Aire, al llegar el entonces
teniente coronel al acuartelamiento del Escuadrón en Alcalá de Henares,
les comentó a los oficiales que la petición que hizo al ministro no cayó
en saco roto, ya que este le dijo textualmente: “vuélvase a Alcalá y
prepárese para partir en espera de órdenes. Yo me voy al Pardo”. Nada
menos que fue ante el jefe del Estado a pedir algo que en justicia les
correspondía. Esto fue el 5 de diciembre de 1957.
La misma tarde del 5 de diciembre, en el acuartelamiento del Escuadrón
Paracaidista del Ejército del Aire, reinaba un ambiente de expectación y
también de entusiasmo. Para dar mayor alegría a todos aquellos jóvenes
sonaban varias marchas militares al mismo tiempo que iban llegando
camiones con varias cajas, algo de lo que pronto supieron su contenido:
cascos de guerra, ametralladoras, fusiles ametralladores, morteros,
municiones para todas las armas, granadas de mano, ranchos en frío,
tiendas individuales, calzado y demás utensilios. Todo ello se fue
amontonando en el patio, iniciándose a continuación el reparto que duró
casi toda la noche.
Diario de Operaciones de la 3ª Compañía tras regresar de unos combates.
A las cinco de la madrugada del 7 de diciembre, una larga caravana de
camiones partía para el aeródromo de Getafe con los 320 hombres del
Escuadrón Paracaidista del Ejército del Aire. Nada faltaba. Llevaban a
su capellán, Eloy Pastor Díaz, primer sacerdote paracaidista de las
Fuerzas Armadas, y como no, también llevaban su mascota, un hermoso
perro que ya había hecho sus saltos en las pistas del aeródromo de
Getafe, quince ‘Douglas’ del ala de transporte 35 y tres ‘Bristol’ de la
compañía Aviaco que habían sido requisados. Calentaban motores para
iniciar el despegue y varias horas después, en las primeras horas de la
tarde de dicho 7 de diciembre, aterrizaban en el aeródromo de Sidi Ifni
todos estos aviones con el Escuadrón Paracaidista.
Tras su
llegada y presentación, el Escuadrón quedó a las órdenes directas del
general-gobernador de Ifni Mariano Gómez-Zamalloa y Quirce,
estableciéndose el Escuadrón y puesto de mando en unos locales de la
compañía Sáhara. Para colmo, les acompañó nada más llegar una lluvia
torrencial y cuando apenas habían descansado del largo viaje, en las
primeras horas de la madrugada del 8 de diciembre, día de la Patrona de
la Infantería Española, recibían las primeras órdenes de operaciones
para intervenir en operaciones bélicas.
La 3ª Compañía en Ait-Buhus
Interrumpido
ese breve descanso, la 1ª Compañía al mando del capitán José Pérez
Ramos, parte a relevar a los paracaidistas del Ejército de Tierra que
guarnecían una posición en el monte Busgadir; pero aquí hay una curiosa
anécdota sobre los paracaidistas del Ejército del Aire al ver a sus
hermanos de Tierra con la “boina negra”. El general Mariano Gómez Muñoz,
relata esta anécdota que encierra un hecho conmovedor: cuando el
general Gómez Muñoz llega a la posición de sus paracaidistas, dice que
un paracaidista se le presenta y le dice que en nombre de todos sus
compañeros desea solicitarle una petición. Gómez Muñoz dice que pensó en
lo peor puesto que en las Fuerzas Armadas no se permiten las peticiones
colectivas, pero cuando escucha al paracaidista lo que solicitaba,
puede que su corazón latiese con toda su fuerza. La petición es que
deseaban tener el honor de cubrir sus cabezas con la “boina negra”, la
cual no tenían, afirma el general Gómez Muñoz, al que se le cayeron dos
enormes lágrimas y le dio un abrazo a este paracaidista, cuya petición
no tardó en hacerse realidad.
Capitán jefe de la 3ª Compañía Paracaidista, Francisco Javier Gefaell Gorostegui.
La 3ª Compañía del capitán
Francisco Javier Gefaell Goróstegui recibe orden de escoltar un pelotón
de legionarios de la VI Bandera que tenía que trasladarse a la posición
de Ait-Buhus, la cual se hallaba en la Cota 646, a donde no habían
podido llegar desde el día anterior. En el convoy de la 3ª Compañía
llevaban víveres, municiones, una radio de campaña, medicamentos,
camillas y artolas para transportar heridos.
Aparte de esa
misión, la 3ª Compañía del Escuadrón Paracaidista, según narra el
historiador coronel de Aviación, Emilio Herrera Alonso, tenía otra
secundaria que era informarse y localizar a una sección de Zapadores
que, protegiendo a una sección de Infantería que habían ido a reparar
una pista, nada se sabía de ellos ya que se había perdido el contacto.
La compañía del capitán Gefaell Goróstegui, una vez cumplida su misión,
regresaba a la noche siguiente con la satisfacción del deber cumplido
camino de Sidi Ifni. Aquellos jóvenes paracaidistas del Ejército del
Aire llevaban la tristeza de un macabro cargamento, ya que transportaban
14 muertos de la VI Bandera de la Legión del Cuartel General del África
Occidental Española, del Regimiento de Infantería Soria 9 y
paracaidistas del Ejército de Tierra, además de 22 heridos de las antes
citadas unidades, 2 prisioneros de los combates de Ait-Buhus, y un
muerto y un herido recogidos al pasar por Ait-Brahim.
Tristemente, a pesar del magnífico y heroico comportamiento de este
escuadrón paracaidista del Ejército del Aire, ignoro los motivos o
causas, figura en el anonimato a excepción del que fue su jefe, Mariano
Gómez Muñoz, que plasmó en un excelente reportaje en la revista
Aeroplano lo que fue este brillante Escuadrón Paracaidista. Méritos le
sobran para que alguien se decida y narre en un libro el nacimiento de
este escuadrón y su triste desaparición. Estimo que las futuras
generaciones deben conocer a estos pioneros del paracaidismo militar tan
acertadamente explicado en una de sus consignas paracaidistas:
“paracaidista. No interesa de dónde vienes, ni lo que has sido antes de
llegar, sólo importa lo que eres y serás”.
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