Fuente: El Faro de Ceuta
Gracias a Teresa Osorio he tenido el privilegio de tener el relato de
esta excepcional mujer, valiente y merecedora del mayor elogio al
querer honrar la memoria de su tío, el sargento de Tiradores de Ifni,
José Osorio Ramírez, muerto en combate contra las Bandas Rebeldes del
Ejército de Liberación Marroquí, cuando defendía el puesto de Hameiduch
el 23 de noviembre de 1957.
El puesto de Hameiduch lo
componían el sargento Osorio y un pelotón de 12 soldados, cuando fueron
atacados por varios varones armados, la mayor parte con escopeta y
algunos fusiles. El resto eran mujeres, ancianos y menores, por lo que
el personal de Tiradores, para no ocasionar víctimas inocentes, optaron
por entregarse, además de porque las municiones se habían agotado.
Arrodillada, María Teresa Osorio deposita un ramo sobre los restos de su tío, José Osorio Ramírez,
junto con el lugareño y el taxista. Detrás, ruinas del destacamento de Hameiduch. Foto de María Teresa Osorio.
Los Osorio, buenos militares
La familia Osorio
la componían varios militares, como José, que era sargento de
Infantería, aunque tenía otros hermanos militares, como uno de ellos,
sargento, el cual estuvo en la División Azul y combatió en la célebre
batalla de Krasni Bor (Bosque Rojo), mientras que otro perteneció a la
Guardia Civil.
José estuvo varios años en Regulares, entre los años 1954/55 en
Chauen (Xauen), Segangán y posteriormente en el regimiento África Nº5.
El último destino fue en el grupo de Regulares Alhucemas 5; y en 1957 es
cuando solicita el grupo de Tiradores de Ifni, siendo destinado a la
13ª Compañía del III Tabor, siendo destacado a Villa Bens con su
compañía.
El 17 de agosto de 1957 se traslada al puesto de
Aisa con su compañía para proteger el repliegue del personal. El 7 de
septiembre, al mando de un pelotón se traslada al ‘Gonio’ con el fin de
proteger en caso de ataque.
Trasladado al mando de un pelotón
de Tiradores al puesto de Hameiduch, distante de Sidi Ifni a más de 30
kilómetros, resultaba en un puesto a todas luces indefendible, como así
sucedió. A pesar de ello, según me contó un soldado de dicho pelotón
José Rosa González, de Granadilla (Tenerife), hicieron lo posible por
defender dicho puesto a las órdenes de un hombre bueno y querido por sus
soldados, como lo era el sargento José Osorio Ramírez. Ante aquella
turba formada en la mayor parte por mujeres y niños, se veían incapaces
de disparar para no crear víctimas inocentes, por lo que optaron por
entregarse.
Relación de bajas de la primera sección de Estado Mayor de Capitanía General de Canarias. El primero es el sargento José Osorio Ramírez.
De aquellos soldados de Tiradores el mejor testimonio lo expresó uno
que fue teniente en aquella campaña, y que así lo manifiesta: “han
pasado muchos años y aquella experiencia de todos ellos fue hermosa. Y
no retiro la palabra hermosa por la entrega, el patriotismo y el gran
compromiso. Hablar de aquellos soldados solo puede hacerse con
admiración y orgullo de haberlos mandado”, Emilio Atienza Vega, coronel
de Infantería ya fallecido.
2.000 kilómetros hasta la tumba de su tío
Desde
que contacté con María Teresa Osorio encontré en ella a toda una gran
mujer, con un temple de que para ella no hay misión imposible,
destacando sobre todo el enorme cariño que profesa por su tío, el
sargento José Osorio Ramírez. María Teresa afirma que tras pensárselo
varias veces con sus amigas Chus, Olivia y María, comenzaron a planear
el viaje que les llevase hasta Hameiduch (Marruecos).
Sargento de Tiradores de Ifni, José Osorio Ramírez. Foto de José Daniel Fuentes Macho.
María
Teresa, con ese temple fuerte que posee, empezó a hacer un detallado
estudio de cómo llegar hasta Hameiduch. El recorrido no era ninguna
broma ya que desde Madrid hasta Hameiduch, según le informaron, la
distancia sobrepasaba los 2.000 kilómetros, comenzando por vía aérea
desde Málaga a Casablanca, de Casablanca a Agadir y de aquí hasta Sidi
Ifni por carretera a base de taxis. Para ella su única intención era
llegar hasta Hameiduch y conocer el lugar exacto donde reposan los
restos de su tío y depositar un ramo de flores y rezar una oración.
A
través de Pablo Vázquez, del Rincón de Ifni, le fue explicando los
pasos a seguir. Les recomendaron un taxista musulmán que habla
perfectamente el español, y tras programar el trayecto a recorrer, lo
primero que ella quería era depositar un ramo de flores, pero en Sidi
Ifni no existen floristerías, por lo que en Tiznit consiguió un ramo.
El
taxista les informó que desde Sidi Ifni a Hameiduch la distancia era de
80 kilómetros. Una vez iniciada la marcha pasaron por varios puestos
que guarnecían los españoles, como Telata, El Tenín y otros más. En la
actualidad casi todos ellos se encuentran en ruinas, excepto Telata que
lo usan como un mercado. El taxista, al ver el semblante de María Teresa
y sus amigas le preguntó si estaba feliz, a lo que ella respondió que
mucho.
El recorrido no era ninguna broma ya que desde Madrid hasta
Hameiduch, según le informaron, la distancia sobrepasaba los 2.000
kilómetros
Cuando llegaron a Hameiduch, el taxista se entrevistó con un musulmán
y su familia que habitaban en una casita, explicándoles que las mujeres
españolas, en especial María Teresa, tenían interés por saber dónde y
cómo fue la muerte del sargento Osorio.
Dicho musulmán le
explicó que en 1957 el tenía unos 12 años, y que su padre le explicó que
los moros, tras matar al tío, lo degollaron y le cortaron los brazos,
arrojándolo a un pozo, lugar donde actualmente reposan los restos del
sargento José Osorio Ramírez.
María Teresa, como la gran mujer
que es, se acercó donde reposan los restos de su tío y depositando un
ramo de flores, arrodillada rezó una oración rindiéndole homenaje de
admiración y cariño, todo ello regado con algunas lágrimas.
Sin
lugar a duda alguna María Teresa es el fiel reflejo de las personas con
grandeza, como así lo dejó escrito un intelectual: “cada persona forja
su propia grandeza. Los enanos permanecerán enanos, aunque se suban a
los Alpes”, August von Kotzebue.
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