Fuente: El Confidencial Digital
Escribía Luys Santa Marina en su "Tras el águila del César" un poema
titulado "Día de angustia y triste noche" cuyo contenido bien podría
trasladarnos a innumerables e inolvidables momentos de la historia
legionaria. ¡Han sido tantos y en tan diversos lugares a lo largo de más
de cien años!
Evidentemente, el Día del Veterano que la Legión celebra hoy 14 de
enero no está relacionado con aquellos primeros combates durante la
época fundacional y aquellos hombres que, por primera vez, fueron
instruidos según el Credo Legionario para forjar la exclusividad de una
impronta, de un carácter único y sin igual como exalta el primero de sus
espíritus.
Una bandera de La Legión en formación.
Sin embargo, por localización geográfica o enemigo, aquellos versos
no distan del eterno sentimiento y práctica de los doce espíritus de ese
credo que, sin lugar a dudas, sintieron y padecieron el brigada
Fadrique Castromonte y el legionario Maderal Oleaga de la XIII Bandera
hace 65 años en la Guerra de Ifni-Sáhara de 1957-1958; concretamente, en
el paso de Edchera a unos 30 kilómetros de El Aaiún.
En su heroica acción confluyen desde la disciplina al acatar aquella
orden cuando pintaban bastos hasta la casi imperiosa "necesidad" de
acudir al fuego que, en muchas ocasiones, suele ir ligada a la
proximidad de la muerte del combatiente. La Legión, como pudo comprobar
el enemigo aquel funesto día, no sabe dar un paso atrás ni vivir siendo
un cobarde.
Abandonados de todos, sólo Dios
y los machetes, nos abrieron paso
hasta la loma. Llegan, al acaso,
ahora un grupo, luego otro, al fin las dos
Compañías. El aduar se refuerza
con parapeto de sacos terreros.
Los heridos y los muertos, los primeros
bajo techado. El resto de la fuerza
en el patio padece frío y hambre
bajo el cielo lúgubre y temeroso.
Los pies a un lado y otro de un fiambre
tienen los tiradores. Desdeñoso, triste, converso a solas con mi alma
agobiado por tan fúnebre calma.
Al contrario que en el poema, no se trataba de una loma, un aduar
cercano o la Guerra del Rif de décadas atrás, pero el espejo de esos
versos se reflejaba en aquel enero de 1958 cuando miles de soldados
"irregulares" hacían la guerra por su cuenta en escaramuzas contra
nuestro Ejército. El triste balance de aquel "día de angustia y triste
noche" se traduciría en la pérdida de 42 hombres de la XIII Bandera
entre oficiales, suboficiales y legionarios, además de algún otro de la
IV Bandera y un par de conductores del Grupo Nómada.
El brigada Fadrique Castromonte y el legionario Maderal Oleaga de la XIII Bandera.
Por otro lado, los heridos. Su cifra ascendió a un total de 55 de los
que 46 pertenecían a una Bandera diezmada en sus compañías en cuestión
de horas aunque, para la Historia, siempre quedaría la eterna recompensa
por las enormes muestras de valor, compañerismo y entrega de nuestros
dos protagonistas.
Aquella acción de guerra marcó un antes y un después, el comienzo de
un triste final que, un par de décadas más tarde, se vería plasmado en
el inicial propósito de las bandas y harkas enemigas. Aquella paradójica
victoria consiguió reunir a cientos de legionarios y soldados
conjurados alrededor de un credo en defensa de la Patria. Aquellas
muertes cuerpo a cuerpo de Fadrique y Maderal en clara desventaja
numérica y en un entorno poco propicio se iban a convertir en el
referente de todo veterano legionario que haya portado el verde sarga.
Aquella muestra de desprecio a la propia vida para proteger el repliegue
de heridos merecería la concesión de la Cruz Laureada de San Fernando
años después. Aquella jornada y todo lo que supuso también sería
recompensada eternamente en la memoria de la Legión, en el merecido
tributo a los héroes que precedieron a sus hermanos en el camino hacia
un V Tercio donde se respira sangre y sudor heredados de aquel Tercio de
Extranjeros creado por el Gral. Millán-Astray en 1920.
El combate de Edchera del 13 de enero de 1958.
Por este motivo, el sábado más próximo al 14 de enero de cualquier
año siempre contará con la presencia del honor, del tributo, del respeto
y la dignidad que, legionario o no, nuestros héroes se merecen en
cualquier acuartelamiento donde perviva alguno de los gloriosos
instantes vividos y sufridos por nuestros dos laureados: Fadrique
Castromonte y Maderal Oleaga.
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