Fuente: El Faro de Ceuta
Todos aquellos que, afortunadamente, pasamos unos meses de nuestra
juventud en el Ejército sirviendo a la Patria, a la gran mayoría nos
quedó grabado de por vida esa bella palabra de ‘compañerismo’.
Compañerismo,
cuya definición dentro de la vida militar es la verdadera hermandad que
une a todos, y a pesar de las distintas aficiones, diferente origen y
diversa clase social y paisanaje, no representan nada frente a la causa
que se defiende, y que funde sin distinción a unos y a otros, lo mismo
al licenciado universitario que al peón albañil, así como al más rico
como al más humilde. Aunque pasen años y más años, ese compañerismo
adquirido en la vida militar perdurará de por vida unido al beso que un
día depositaron ante la sagrada Bandera de España.
El ministro del Ejército visita en el Hospital Militar al teniente Sagaseta herido en acción de guerra.
En socorro de Tiugsá y Tenin
Una vez liberados los puestos de Telata y Tiliuin, el entonces jefe
del Estado Mayor Central del Ejército, el teniente general Antonio
Alcubilla, felicita al gobernador general de Ifni, el general Mariano
Gómez-Zamalloa, por el éxito de las operaciones, y le sugiere que
continúe la misma tarea, acudiendo en socorro de Tiugsá y de Tenin. Para
el desarrollo de dicha misión, el Estado Mayor de Ifni dicta la orden
de operaciones (P-4), bautizada como operación Gento, imitando al famoso
extremo izquierdo del Real Madrid.
General José Sáenz Sagaseta de Ilurdoz.
Para ejecutar dicha
operación había que desplegar las fuerzas actuantes prácticamente campo a
través, cuyos efectivos eran la I Bandera Paracaidista, que tenía como
misión asegurar el nudo de Biugta para liberar a Mesti y asegurar el
repliegue de la Columna Sur, compuesto por el IV Tabor de Tiradores de
Ifni y la VI Bandera de la Legión. Todo este conjunto de fuerzas con la
II Bandera Paracaidista y el II Tabor de Tiradores, iban a abrir campo
de operaciones, con el fin de avanzar en dirección a Tiugsá y cubrir el
flanco Sur, para avanzar simultáneamente en dirección a Tenin, y acabar
con el enemigo.
"Noche cerrada y una lluvia intensa, hacían mucho más penosa y difícil la misión"
La
II Bandera Paracaidista recibe la orden y, a continuación, se imparte a
los oficiales en forma muy esquemática, rememorando los viejos tiempos
de los campos de batalla del Rif, similar al Barranco del Lobo. Todo
esto ocurre al anochecer del 4 de diciembre de 1957, y para más
complicación había que añadirle las inclemencias meteorológicas. Noche
cerrada y una lluvia intensa, hacían mucho más penosa y difícil la
misión a desarrollar.
Mucho antes de iniciar la operación, el
capellán padre Cabrera ofició la Santa Misa, donde la mayor parte de
oficiales y caballeros legionarios-paracaidistas habían comulgado. Esta
operación Gento, tal como estaba prevista en su desarrollo por la
Agrupación Crespo, integrada por la II Bandera, menos la 7ª Compañía, la
8ª Compañía, y el II Tabor de Tiradores de Ifni, resultó triste y
dolorosa. Costó la vida al teniente y a tres paracaidistas, además de 2
tenientes, 1 sargento y 11 paracaidistas heridos.
Así salvaron al teniente Sagaseta
El general José Sáenz Sagaseta de Ilurdoz, al cuál conocí en el año
1998, era un gran amigo y puedo dar fe de que, en un primer momento, el
carácter puede parecer un poco brusco, pero era todo lo contrario, con
un corazón más grande que su cuerpo, siempre dispuesto a escuchar,
atender y resolver cualquier problema, fuera de un general o de un
simple soldado, y al que le gustaba decir las cosas como eran. En él
encontré a todo un caballero y sobre todo a un excepcional soldado, al
que siempre oí llamar ‘señor soldado’, ‘mi cabo’, etc. Quizás, para el
que no lo conocía, aparentaba un carácter seco, pero era todo lo
contrario, un hombre agradable en conversación, culto y, ante todo,
tremendamente humano. Había nacido en Pamplona, en octubre de 1930.
Ingresó en el Ejército en 1947, y pertenecía a la VII Promoción de la
Academia General Militar. Dedicó a la vida militar más de 45 años, la
mayor parte destinado en la unidad que él adoraba: la Brigada
Paracaidista, siendo su último destino como gobernador militar y jefe de
Tropas de Santa Cruz de Tenerife.
El general Mariano Gómez-Zamalloa visita al entonces teniente José Sáenz Sagaseta de Ilurdoz en el Hospital de Sidi Ifni.
Al estallar la Guerra de
Ifni, el entonces teniente Sagaseta, que estaba realizando el Curso de
Educación Física, como otros compañeros, pidió la baja y se incorporó a
su unidad, la II Bandera Paracaidista en Ifni. El 5 de diciembre de
1957, Sagaseta con la 10ª Compañía de la II Bandera, toma parte en la
operación Gento. Fue en el transcurso de esta operación cuando en la
refriega del combate recibe un disparo de los moros de las Bandas del
Ejército de Liberación Marroquí, el cual le alcanza en el tercio
superior del fémur, produciéndole fractura que le deja totalmente
imposibilitado en el suelo, sin fuerzas ni para poder caminar, y ni tan
siquiera para arrastrarse.
"El teniente Sagaseta, viendo que constituye un estorbo para su unidad, se niega a ser evacuado"
Aquí,
en este instante, es cuando se demuestra esa gran virtud del
compañerismo, tan arraigado en la vida militar. El teniente Sagaseta,
viendo que constituye un estorbo para su unidad, se niega a ser
evacuado. Los caballeros legionarios paracaidistas Miguel Lozano Quiles y
García Martín se niegan a obedecer a su teniente, que les ordenaba que
lo dejasen, pues consideraba que su evacuación era un problema más que
una solución.
Ambos paracaidistas se niegan a esta orden, y
con los más de 90 kilos que pesaba el teniente se lo cargan sobre sus
espaldas y consiguen llegar al puesto de socorro. Pero lo más doloroso
llegaría después. Desde Alat-Ida-Usugun hasta Sidi Ifni, el teniente
Sagaseta y los demás heridos fueron transportados en un camión volquete,
por lo que hasta llegar hasta la capital por un terreno abrupto y lleno
de saltos les hizo sufrir tanto, o más, que las heridas que tenían.
Hasta
el día de su muerte, el 27 de enero de 1998, al general Sagaseta le
acompañó la cojera de su pierna, pero en su corazón llevaba algo más, la
gratitud y el cariño a todos los caballeros legionarios paracaidistas,
quienes no dudaron en arriesgar sus vidas por salvar la de su teniente,
dejando bien patente lo que es el valor, como así lo definió un
americano: “el valor es la escalera por la que suben las demás
virtudes”, Clare Boothe Luce, político y diplomático.
|