Fuente: El Faro de Ceuta
Sin lugar a dudas, está más que demostrado que el soldado canario es
portador de unos grandes valores. Buena prueba de ello lo afirmó el
entonces capitán general de Canarias, José María López Valencia, que
dijo esto: “los jefes siempre manifestaban especial predilección por
mandar soldados canarios, por sus dotes de valor y patriotismo y también
solidaridad, que eran especialmente estimados”, El Día, 23 de febrero
de 1958.
Voluntario a Tiradores de Ifni
Isabelino García Méndez nació en 1935 en el barrio realejero de Icod el
Alto. En su juventud, como a los de su generación, le tocó sufrir las
penurias que conllevaban aquellos duros años donde faltaba de todo y se
lograba sobrevivir con lo que daba el campo y poco más. Recuerda
Isabelino que en la finca ‘La Pared’ transcurrió parte de su juventud
donde según él, fue testigo de las muchas veces que la Guardia Civil
aparecía en busca de los revoltosos y alzados del norte.
Carné del soldado desertor de Tiradores de
Ifni, Habha Mohamed Hammas, al que logró apresar Isabelino, junto con su
armamento y munición.
En aquellos años, las unidades militares se desplegaban para realizar
sus ejercicios por el macizo de Tigaiga en donde instalaban el
campamento con el fin de practicar los ejercicios de tiro, así como las
marchas por la referida comarca, de ahí que el entonces joven Isabelino
se hizo amigo de los militares y hasta él mismo afirma que le permitían
realizar con el armamento que portaba ejercicios de tiro al blanco. Ello
haría que con el paso del tiempo se formase como un excelente tirador
selecto, y tal como se suele decir, donde Isabelino ponía el ojo ahí
llegaba la bala.
En los primeros meses de 1957 Isabelino, como componente del
reemplazo de 1956, se incorporaba al campamento de Hoya Fría para
realizar el correspondiente período de instrucción, pero su espíritu
aventurero y de llegar allí donde estaba el peligro, al producirse los
ataques a los territorios del África Occidental Española, hizo que
Isabelino se presentase al capitán de su Compañía y le dijese que
deseaba ir voluntario a Ifni.
Foto del soldado musulmán Habha Mohamed Hammas, al que el soldado de Tiradores de Ifni, Isabelino García Méndez, logró apresar en su cabila.
No tardó mucho tiempo en que,
tras pasar el preceptivo reconocimiento médico, saliese hacia Sidi Ifni
incorporándose al grupo de Tiradores de Ifni y destinado al I Tabor.
Para Isabelino, ser destinado a esta excepcional unidad puede decirse
que fue un gran honor, ya que los tiradores de Ifni fueron una de las
unidades más condecoradas de nuestros ejércitos. Merece la pena citar
que tan sólo en la campaña de 1957/58, el comportamiento fue ejemplar
(como en toda su larga historia), haciendo que el precio que tuviesen
que pagar fuese altamente caro, como lo acreditan las cifras: 20
muertos, más de 20 desaparecidos y 94 heridos; cifras de la relación de
bajas de la 1ª Sección de Estado Mayor de la Capitanía General de
Canarias, con fecha de 21 de junio de 1958.
Las cifras son más
que elocuentes del heroísmo y valor que derrocharon los sufridos
tiradores de Ifni, y que les valió múltiples felicitaciones, donde
siempre estuvieron en primera línea. En los más difíciles momentos de
los días que duró la campaña, fueron ellos quienes acudieron a liberar
los puestos cercados por las bandas rebeldes, y los que se fundieron con
abrazos y hasta lágrimas, de quienes habían estado días cercados por el
enemigo.
Isabelino García Méndez en su destino del I Tabor de
Tiradores de Ifni, recuerda con mucho cariño al que fue su jefe, el
entonces comandante José Espejo López, que era un gran hombre, muy
bueno, apreciado por sus soldados y la figura típica del militar
africanista. López estuvo en Tiradores de Ifni 23 años, hasta su ascenso
a teniente coronel, y de sus grandes virtudes puede dar fe, porque tuvo
el honor de ser su amigo.
Más allá del valor
No
conozco ningún caso como el de Isabelino García Méndez, ya que le tocó
vivir en su destino de Tiradores de Ifni, con valentía, enfrentarse él
solo a los mayores peligros que conlleva una guerra, una guerra que,
según el testimonio del periodista que vivió el conflicto bélico junto a
los combatientes, Ramiro Santamaria Quesada, afirmaba: “la guerra de
Ifni-Sáhara fue una guerra que precisó de la abnegación y del
sacrificio, y que por las motivaciones lógicas del momento debió
acompañarse del silencio”.
Soldado de Tiradores de Ifni, Isabelino García Méndez en 1957.
Isabelino García Méndez, soldado de
Tiradores de Ifni, quizás motivado por su juventud, por las penurias
del mucho trabajo y el poco dinero, provocó que su espíritu se moldease
un poco rebelde, y sobre todo por el carácter que adorna al canario, de
nobleza y valor, haciendo que fuese un enemigo de las injusticias y de
los atropellos, que muchas veces la vida nos depara aquello que no nos
gusta.
Destinado en el I Tabor de Tiradores de Ifni, a partir del 23 de
noviembre que se inician los ataques al territorio de África Occidental
Española, Isabelino demostró su valor y arrojo, ya que como era
frecuente en el grupo, las deserciones de los soldados musulmanes se
convertían en un goteo incesante, los cuales se llevaban incluso el
armamento y la dotación de munición. Cierto día comprobó que el soldado
Habha Mohamed Hammas, núm. 50.021, desertó llevándose el fusil y la
munición. Isabelino, que conocía perfectamente la cabila en la cual se
podía encontrar, conocedor del territorio como la palma de la mano, se
encaminó él solo a dicha cabila, distante a más de 30 kilómetros de su
acuartelamiento, y armado solo con un revólver en su cintura, fue
decidido a encontrarlo y apresarlo con su armamento.
Efectivamente,
tras un largo caminar, encontró a dicho desertor en su cabila, le
conminó a entregarle el armamento, la munición y su documentación, y
aunque se resistió, ante la firmeza de Isabelino y de su revólver, optó
por entregarle todo, de cuyo desertor jamás se supo nada. Al regresar a
su acuartelamiento su acto de valor, anuló lo que podía haber sido un
arresto.
Otro hecho similar ocurrió cuando, constantemente,
los centinelas del exterior del grupo de Tiradores eran tiroteados,
causando algunas bajas, pero nunca llegaban a descubrir el autor.
Isabelino, un buen sabueso, empezó a rastrear, hasta que al pie de una
palmera, encontró en el suelo unos casquillos de bala, miró hacia
arriba, y en lo alto de la palmera, había un habitáculo incluso con
comida, desde donde un moro tiroteaba a los centinelas sin ser
descubierto. Isabelino optó por serrar la palmera, cayendo al suelo. Más
tarde llegó el moro dueño de la misma, por lo que le conminó a que se
retirarse, si no quería seguir el destino de su palmera. De su estancia
en dicha campaña fue condecorado con la Medalla de la Campaña de
Ifni-Sáhara.
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