Fuente: ABC
El 29 de noviembre de 1957, dos secciones de
legionarios se lanzaron sobre el fuerte de Tiliuin al mando del capitán
Juan Sánchez Duque en la llamada 'Operación pañuelo'
«Mañana de hoy, puesto de Tiliuin
quedó liberado mediante primera operación con lanzamiento paracaidistas
ante el enemigo. Acción brillantísima sin baja alguna encontrando
defensores con gran entusiasmo. Estos momentos se procede limpieza total
enemigo». El mando español no escatimó en elogios para describir cómo
había sido la llegada al fuerte de Tiliuin, allá por Ifni, en noviembre
de 1957. Después se desató la pesadilla para los 75 legionarios de la Brigada Paracaidista;
varias horas de combates a fusil y granada hasta que una columna enlazó
con ellos y dio la puntilla a los rebeldes. Por el camino quedaron
decenas de supervivientes salvados y un hito: el primer salto
aerotransportado de nuestro Ejército.
Paracaidistas del Ejército de Tierra, saltando en 1957. (ABC)
La conclusión es que la 'Operación pañuelo',
bautizada así por el espacio minúsculo que los soldados españoles
tenían para aterrizar en el fuerte, fue un rotundo éxito. Hasta tal
punto que el oficial al mando de las dos secciones paracaidistas de la
7a Compañía, el entonces capitán Juan Sánchez Duque –un veterano de la División Azul– grabó en unos mosaicos de su casa la siguiente leyenda: 'Tiliuin, 1957'.
Comienza la batalla
El germen de la batalla hunde sus raíces en la
independencia de Marruecos y en la formación, allá por 1956, del
llamado Ejército de Liberación; un contingente ideado con el objetivo de
presionar las posesiones francesas y españolas en Ifni y el Sáhara Occidental. El nutrido número de combatientes que reunió el rey Mohamed V
pronto se convirtió en un temible enemigo a batir y obligó a nuestros
soldados a abandonar algunas de las posiciones ubicadas en la extrema
vanguardia. La alternativa era ser pasado a cuchillo. Pero si hubo un
ataque que nos estremeció, ese fue el orquestado el 23 de noviembre de
1957. Aquel día, el enemigo avanzó a toda velocidad con el objetivo
puesto en la ciudad de Sidi Ifni.
Narra el doctor en
Historia Juan Pastrana Piñero en su obra 'Arde el desierto. La guerra de
Ifni-Sahara' que una de las posiciones cercada durante aquel avance
masivo fue la de Tiliuin. Pero la sesentena de soldados y civiles de
este fuerte, ubicado en la frontera sur de Marruecos y a menos de
setenta kilómetros de Sidi Ifni, se decidió a resistir los envites del
Ejército de Liberación en espera de refuerzos. El episodio recuerda a
los sucesos acaecidos en Monte Arruit durante el Desastre de Annual:
les faltaban municiones, eran pocos y resultaba imposible socorrerles
por tierra en un breve periodo de tiempo. «La actuación en el puesto es
verdaderamente heroica», afirmó el entonces gobernador general del
África Occidental Española, Mariano Gómez-Zamalloa.
Operación pañuelo
A cambio, los defensores de Tiliuin estaban
seguros de que el mando español no les abandonaría. Y vaya si llevaban
razón. En pocas horas, Gómez-Zamalloa ideó un plan para reforzar la
posición: un asalto aéreo que desplazaría a dos secciones de
paracaidistas de la 7ª Compañía, II Bandera de la Legión, hasta el
lugar. El resultado fue llamado 'Operación pañuelo' por el escaso
espacio que los soldados tendrían para descender en las cercanías del
fuerte. Al mando del grupo quedó el capitán Sánchez Duque y, como sus
segundos oficiales, los tenientes García Andrés y Calvo Goñi. Huelga decir que en 1957 el paracaidismo de nuestro país acababa de echar a volar, pero no quedaba sino intentarlo.
El 29 de noviembre comenzó la Operación
Pañuelo. Y lo hizo con una arenga tan sentida como realista por parte
del comandante Tomás Pallás Sierra:
«Desde el puesto de Tiliuin han pedido
ayuda y esa ayuda solo puede llegarles desde el aire. Ustedes van a
llevar a cabo el primer salto paracaidista de guerra en la historia
militar de España. No sabemos con seguridad cuál es la situación actual
del fuerte, puede haber caído ya en manos de los moros. Lo que es seguro
es que a ustedes les están esperando abajo y que su destino será
incierto. Su deber es ir allí y es un honor, no solo para la 7ª compañía
sino para toda la Agrupación, haber sido elegidos para esta misión.
Quizás no os vuelva a ver, pero sabed que os llevaré para siempre en mi
pensamiento».
La misión planteaba varias dificultades. La
más destacada, como explicó el periodista de ABC Enrique Ribas en un
reportaje publicado poco después de la operación, la baja altura a la
que debían arrojarse los paracaidistas: «Los saltos los realizaron desde
doscientos metros –lo reglamentario son cuatrocientos– para precisar el
objetivo. Prescindieron del paracaídas de socorro para aligerar el peso
del equipo y porque a esa altura de lanzamiento no cumplía su misión
específica». Con todo, disponían también del apoyo de la aviación. «Se
cuenta en los bombarderos con un sistema original de bombas a las que
los aviadores han bautizado con el religioso nombre de 'rosario' y con
el fuego de los ametrallamientos al ras del suelo», añadía.
A la defensa
ABC dedicó varios artículos a explicar la
'Operación pañuelo'. Según quedó recogido en el diario, los soldados
aerotransportados subieron a los aviones a eso de las nueve de la mañana
y llegaron al objetivo dos horas y media después. Los primeros en
arribar fueron unos aeroplanos apodados cariñosamente como los 'Pedros';
Heinkel 111
cuya tarea fue ametrallar al enemigo desde las nubes. Así lo recordaba
este periódico: «Los 'Pedros' han paseado de forma triunfal por los
cielos de Ifni los colores gloriosos de nuestra bandera. Y, desde el
alba hasta las primeras horas de la noche, nos ha sido familiar el
ronroneo constante de sus motores». El capitán fue el primero en saltar
con su sección. Tuvo mala suerte y cayó lejos del objetivo, aunque, como
sucedió en el Desembarco de Normandía, eso provocó el desconcierto entre los rebeldes.
Luego le tocó el turno al grueso de la fuerza,
la cual tuvo más fortuna. El ABC recogió las declaraciones de un civil
que les había visto arrojarse desde los aviones: «La aviación había
bombardeado los alrededores del fortín. El patio tiene aproximadamente
treinta metros de diámetro y, sin embargo, todos los paracaidistas sin
excepción cayeron en su interior». El salto salió a la perfección. Ya en
el suelo, los paracaidistas cubrieron el avance de su capitán y, una
vez que todos estuvieron reunidos, accedieron al fuerte de Tiliuin. Allí
fueron recibidos entre vítores por los agotados defensores. Acababan de
reforzar la posición y lo habían hecho sin baja alguna. El mando
español corroboró poco después que aquella era la «primera operación con lanzamiento de paracaidistas ante un enemigo». Un hecho histórico.
Paracaidistas del Ejército de Tierra. Subiendo a un avión. (ABC)
Ya en el interior del
fuerte, los soldados españoles relevaron a sus compañeros y se
dispusieron a ahuyentar, a base de plomo, a los marroquíes. De esta
forma lo explicó ABC durante aquellos días: «La situación en el
territorio de Ifni continúa desarrollándose de forma francamente
favorable para nuestras tropas. En la mañana de hoy la posición de
Tiliuin, que estaba amenazada por una banda de considerables efectivos,
ha sido totalmente liberada por acción de fuerzas paracaidistas propias,
lanzadas desde el aire». El artículo, basado en una nota de prensa
enviada por el ministerio del Ejército, explicaba también que los
soldados habían acabado con los enemigos y habían «limpiado la zona,
restableciendo las comunicaciones, sin sufrir una sola baja».
El segundo día, sin embargo, el Ejército de Liberación
tomó posiciones de nuevo y comenzó otra vez el sitio. Aunque los mismos
paracaidistas explicaron que, a partir de ese momento, los verdaderos
enemigos fueron la falta de alimentos, la sed y los problemas técnicos
de la munición de los morteros. El mando les intentó aprovisionar desde
el cielo, pero no funcionó. Hasta principios de diciembre quedó claro
que había que perfeccionar el uso de las unidades aerotransportadas. Se
planteó, por ejemplo, la necesidad de entregarles más comida para que
pudiesen pasar extensos períodos tras las líneas enemigas. Con todo, las
penurias no se extendieron mucho en el tiempo ya que, el día 4, una
columna de socorro enlazó con ellos y liberó de forma definitiva
Tiliuin. Misión cumplida.
ABC dejó constancia de la llegada de la
columna en un artículo: «Avanzando por un territorio extraordinariamente
abrupto y en condiciones meteorológicas adversas, en las primeras horas
de la noche de ayer, una de las columnas destinadas a tomar contacto
con las posiciones atacadas por las bandas agresoras alcanzó Tiliuin, en
el extremo sureste del territorio español en Ifni».
El artículo, escrito una vez más sobre la base de la información
ofrecida por el Ejército, especificaba a su vez que las tropas
«establecieron un enlace táctico y socorrieron totalmente a la
guarnición y a las fuerzas legionarias paracaidistas que, en días
pasados, habían liberado la posición». La 'Operación pañuelo', así como
los combates que desarrollaron a la postre las fuerzas aerotransportadas
españolas, costó a los paracaidistas varios fallecidos que fueron
condecorados de forma póstuma. Héroes todavía recordados por la unidad.
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