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Mi 'mili' en Sidi Ifni Imprimir E-Mail
Colaboraciones - José Morales Lavería
Escrito por José Morales Lavería   
domingo, 30 de julio de 2023
Índice del Artículo
Mi 'mili' en Sidi Ifni
Charla: "La breve guerra de Sidi Ifni"
El puerto de Sidi Ifni
El regreso a casa
El recuento de las bombas de mano
La vergonzosa entrega a Marruecos
De Edchera a la 'Marcha Verde'
Sidi Ifni hoy
Artículo de 2007 en Minuto Digital

El regreso a casa

Antes decía que quizás la mili no hacía hombres, aunque a la vuelta no eras el mismo. Efectivamente, mi regreso a casa una vez licenciado es una muestra de ello. Sin 18 meses de mili en las espaldas nunca me hubiera atrevido a una aventura como la que cuento seguidamente.

Por circunstancias que no vienen al caso, fui nombrado por un Consejo de Guerra como cabo de la escolta de dos condenados a cumplir penas en la prisión militar de Las Palmas. Ello significaba que antes de licenciarme debía custodiarlos hasta su entrega en la prisión y si no tomaba el último barco de licenciados habría de esperar un mes más a un mercante de suministros.

Mi quinta se licenció y fueron saliendo para la península distintas expediciones en sucesivos barcos que venían a recogernos. Ya sólo quedaba un barco para recoger el resto y yo todavía no había quedado relevado de tal custodia. Afortunadamente, cuando el último barco estaba ya embarcando al personal, nos avisaron para que al día siguiente estuviéramos prisioneros y escoltas en el aeropuerto para tomar un avión estafeta que iba a Las Palmas. Cuál no sería nuestro disgusto cuando no pudimos embarcar por falta de sitio. Aquél fue el peor día de mi vida y ya me veía como el abuelo de todos, olvidado y sólo.

Las desgracias no terminaron aquí. Aquel avión se estrelló cuando aterrizaba en Las Palmas y hubo muertos y heridos. No era nuestra hora, pero con aquel motivo vino un segundo avión especial y allí pudimos ir a Las Palmas cuando todavía el último barco seguía embarcando gente. Fui y volví a tiempo en otro avión, así que con mi licencia en el bolsillo y de paisano me presenté en la playa al oficial de playa dispuesto a embarcar.

Cuando aquel me rechazó y me dijo que al no figurar en las listas de embarque no podía embarcar, hice uso de lo que había aprendido en la mili: A buscarme la vida para salir adelante.

Las distintas unidades formaban en la playa y se iban separando en grupos de 12 para subir a los camiones anfibios que los llevarían hasta el barco. En uno de aquellos grupos iban 13.

La travesía hasta Cádiz –3 días– también requirió de las mismas habilidades. El trasbordador "Victoria" era el barco y disponía de un amplio garaje de proa a popa donde formaban las unidades para las comidas. En cada comida había un sargento que se equivocaba al contarlos para dar la novedad. Por ejemplo, yo formaba al final de Sanidad, junto al grupo de Ingenieros y cuando el sargento de turno volvía a contar porque no le salían las cuentas, yo daba un paso a la izquierda y me incorporaba a los ingenieros, que todavía no estaban contados o ya lo habían hecho y así, de izquierda a derecha y de derecha a izquierda me pasé los tres días para desayunar, comer y cenar.

El transbordador “Victoria”.
El transbordador “Victoria”.

La llegada a Cádiz también tuvo su miga. La banda de música tocaba marchas de bienvenida y la gente hacía pasillo para que pasáramos camino del cuartel de transeúntes donde pernoctaríamos para desde allí seguir cada uno a su destino. Comprenderéis que era obligado bajar del barco en fila para formar en el muelle rodeados de gente, así que en cuanto las formaciones se pusieron en marcha un rezagado se fundió con la multitud y hasta hoy.

Ya digo, la mili seguramente no hacía hombres, pero en algo habíamos cambiado.



 
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