Desde aquellos primeros vuelos de nuestra aviación militar, en
múltiples ocasiones en el sagrado cumplimiento del deber, pilotos y
mecánicos y otros tripulantes entregaron sus vidas. Y lo triste es que
algunas veces, afortunadamente las menos, aparecen los ‘técnicos’ de
barra de bar, ofreciendo opiniones disparatadas y absurdas, de cómo
sucedió el accidente, y éstos lo más que conocen de aviones es lo que
han visto por encima de sus cabezas volando.
Los tenientes piloto Carlos Díaz Congregado y Adolfo Lima Zea.
Dos expertos pilotos
El 8 de mayo de 1957 una patrulla de
paracaidistas del Ejército de Tierra se disponía a embarcar a bordo de
un Junkers en el Aeródromo de Sidi Ifni, con el fin de realizar un salto
paracaidista. Esta patrulla estaba al mando del teniente de
Infantería-paracaidista José Cañadas Armengol, un hombre muy querido
entre sus subordinados, con fama de muy justo pero tremendamente humano.
Eran aproximadamente las 08:15 de la mañana cuando el Junkers
(T.2B-251) calentaba motores tras haber sido revisado concienzudamente
por el brigada mecánico José Chirino Ruiz. Esto lo sabe muy bien todo
aquel que conozca un poco el mundo de la aviación, puesto que cuando los
pilotos suben al avión, con anterioridad todo el sistema de motores,
electricidad, etc., ha sido revisado en una inspección técnica, donde
nada queda por mirar y comprobar su normal funcionamiento, en razón a
ello tan importante es la misión de los pilotos como la de los
mecánicos.
Los pilotos de este Junkers eran dos experimentados pilotos jóvenes,
que en el caso del teniente Carlos Díaz Congregado, tras muchos
esfuerzos, había conseguido el ingreso en la Academia General del Aire,
después de haber sido soldado de Caballería, un año después cabo y el 1
de mayo de 1952 ascendía a cabo 1º. Con muchas horas de estudio, veía
cumplida sus ilusiones. Era el 15 de septiembre de 1952 cuando ingresaba
en la Academia General del Aire como caballero cadete, y cuatro años
después, el 15 de julio de 1956, recibía el despacho de teniente piloto
para, posteriormente, ser destinado a la Zona Aérea de Canarias, en
Gando, en el Escuadrón de Transporte del Ala Mixta 36 (hoy Alta 46), en
cuyo destino voló muchas horas por los territorios del entonces África
Occidental Española.
A su compañero, el teniente Adolfo
Lima Zea, también le había costado mucho esfuerzo y sacrificio conseguir
el título de piloto militar. Este joven ingresaba el 12 de septiembre
de 1949 como soldado alumno piloto de complemento. Tres meses después
ascendía a cabo y el 15 de abril de 1950 era ascendido a cabo 1º-piloto
de complemento y, en julio del mismo año, era ascendido a
sargento-piloto de complemento, y, tras muchas horas de estudio y de
vuelo, colmaba sus aspiraciones ingresando como caballero cadete de la
Academia General del Aire el 15 de septiembre de 1952. El 15 de julio de
1955 recibía el despacho de teniente piloto del Ejército del Aire, y
como su compañero Carlos Díaz Congregado se incorporaba a la Zona Aérea
de Canarias, al Ala Mixta 36 de Transporte.
Sobre la
actuación de nuestra Aviación Militar en aquella campaña, el coronel de
Aviación e historiador, Emilio Herrera Alonso, narra así el
comportamiento de aquellos jóvenes aviadores: “la Aviación cubrió todos
sus cometidos, ya que el personal estaba perfectamente adiestrado y
psicológicamente preparado para afrontar aquella guerra, y desde luego
Sidi Ifni sin la Aviación no habría podido mantenerse, y su guarnición
no hubiese podido ser evacuada”.
Informe del accidente aéreo en Ifni.
Once víctimas mortales
A las 09:14 horas del 8
de mayo de 1957, según el parte que recibe el ministro del Aire sobre
este suceso, despega del Aeródromo de Sidi Ifni, el avión Junkers
(T.2B/251), pilotado por el teniente Carlos Díaz Congregado y el
copiloto teniente Adolfo Lima Zea, junto con el brigada-mecánico José
Chirino Ruiz y el cabo 1º radiotelegrafista Eduardo González Atienza. A
bordo también iba un teniente paracaidista y trece caballeros
legionarios paracaidistas. A última hora subía como pasajero el
comandante de Tiradores de Ifni, Agustín Fernández Escuín.
Según
este documento que el teniente general jefe del Estado Mayor del Aire
envía al ministro del Aire, narrando de forma escueta las posibles
causas del accidente, dice así: “las causas del accidente no han sido
aún bien determinadas, pero según los primeros informes recibidos,
parece haberse debido a un mal funcionamiento de la parada del motor
izquierdo al despegar el avión en dirección Sur, efectuando el piloto un
viraje a la izquierda de 180 grados, a consecuencia del cual entró en
pérdida contra el talud del barranco que limita al campo por el Sur”.
Y
sigue este documento con esto: “atendiendo a los deseos de los
familiares de las víctimas, se va a efectuar el traslado de los
cadáveres del Jefe y Oficiales utilizando un avión que debía venir a
revisión a la Maestranza de Cuatro Vientos. Los restos del teniente
piloto Lima se llevaron a Málaga y los demás oficiales a Madrid”, Madrid
a 9 de mayo de 1957. Firmado, el teniente general-jefe del Estado Mayor
del Aire.
Las víctimas, aparte de la tripulación, fueron
éstas: comandante de Infantería del Grupo de Tiradores de Ifni, Agustín
Fernández Escuín; teniente paracaidista, José Cañadas Armengol; cabo 1º;
paracaidista, Luis Cobo Heredia; caballeros legionarios paracaidistas,
Manuel Pabones Vargas, José Gómez Pazos, José Benítez García y José
Cuesta Mayano, resultando heridos ocho paracaidistas, uno de los cuales
falleció posteriormente en el Hospital Militar de Sidi Ifni.
En
este triste suceso fue donde mi buen amigo, entonces cabo 1°, Ángel
Canales López, en un gesto de mucho más allá del valor, habiendo
resultado con graves quemaduras, y aun ardiendo su cuerpo, se lanzó al
interior del avión en llamas a salvar a sus compañeros, incluso
arrastrándose por el suelo. Logró salvar a varios, hasta que al darse
cuenta otros compañeros, entre ellos el entonces teniente Sagaseta, lo
rescatan y lo introducen en una ambulancia. Cuentan que cuando llegó al
Hospital Militar de Sidi Ifni, los médicos no daban crédito de cómo
seguía vivo con las graves heridas que tenía en su cuerpo, pero la
fortaleza de este hombre y su espíritu, hicieron que se recuperase. Por
este hecho que le honra, le fue concedida la Medalla Militar Individual
según Orden Circular de 1 de agosto de 1959, publicada en el Diario
Oficial del Ejército nº 170.
Sobre los aviadores militares,
un diario nacional en la pluma de un enviado especial a Ifni, así
narraba: “las últimas promociones de la Academia General del Aire,
combaten en Sidi Ifni, en misiones oscuras pero indispensables, en
vuelos rasantes aguantando tiros de fusil y ametralladora, pero paseando
por los cielos de África Occidental Española, la Bandera de España”,
Manuel Calvo Hernando, periodista de La Verdad, Murcia, 8 de enero de
1958.
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