Fuente: El Faro de Ceuta
Las primeras negociaciones hispano-marroquíes sobre este territorio
tuvieron lugar en mayo de 1959, y fue en Madrid entre el ministro de
Exteriores de Marruecos, Mohamed Ibrahim, y el ministro español,
Fernando María Castiella y Maíz. Reuniones que no dieron resultado
alguno, entre otras cosas, porque el antes citado portavoz del Reino
Alauita mantenía unas posturas totalmente inaceptables, además con
constantes imposiciones y exigencias que ningún estado de derecho puede
aceptar.
Mensaje del Jefe del Estado al rey de Marruecos.
Septiembre de 1957
Según el fallecido periodista Ramiro Santamaría Quesada, un experto
conocedor de la política marroquí, algo que le venía de su larga
estancia de varios años en Tetuán como corresponsal de la agencia de
prensa Pyresa y de varios diarios nacionales, narra en su libro lo que
él fue testigo: “en septiembre de 1957, cuando por segunda vez Mohamed V
visitaba Tetuán tuve la ocasión de conocer al ministro de Asuntos
Exteriores Mohamed Balafrej, en la caravana del monarca Alauita, en el
coche oficial en el cual viajaba iba también Ahmed Alaui, el cual era
abogado argelino y, a su vez, enlace del FLN argelino, y detrás de
nuestro vehículo iba el jefe de la escolta de Mohamed V, el tal Mustafá
Hassania. En un encuentro en el viaje de Mohamed V, en un alto del
mismo, el llamado Mustafá Hassania, sin querer, descubrió que
inminentemente iban a atacar Ifni y Sáhara, ya que en un reciente viaje
que había realizado a dichos territorios sabía con exactitud el día y
hora del ataque a Ifni y Sáhara. Será casualidad, o lo que se quiera
opinar, pero lo cierto es que con anterioridad el líder del Istiqlal,
Alal El Fassi, en un encuentro en Tazza, reivindicó el Sahara y las
fronteras a su norte hasta el estrecho para Marruecos, pero ya antes la
prensa del citado partido Istiqlal había iniciado su campaña sobre
Ifni”.
Fernando María Castiella y Maíz, Ministro de Asuntos Exteriores español.
En 1958 el general alemán Hans Goerr, en un artículo que publicó la
revista Werkunde, órgano de la Asociación para la Defensa de Alemania
Federal, un extracto del largo artículo así decía: “por los
acontecimientos descritos se puede resumir que el Reino Marroquí, sin
haber sido provocado, hizo una agresión armada al territorio de
soberanía española. Este hecho no ha sido conocido por el mundo
occidental, ya que se ha desvirtuado con erróneas versiones y con
ficciones. Por lo que a España se refiere, esta vez demostró el jefe del
Estado su habitual e inteligente moderación. A él más que a nadie hay
que agradecer el que la agresión a Ifni, no haya degenerado con un gran
conflicto con Marruecos. Si es verdad que el estado español antes del
ataque estaba dispuesto a conferenciar con Marruecos sobre la cesión de
Ifni, esta favorable disposición había sido destruida por un acto de
violencia por parte de Marruecos”.
"La primera reivindicación marroquí sobre Ifni y Sáhara se produce el 14 de octubre de 1957 en la ONU"
Por
lo que se ve no andaba muy desorientado el periodista Ramiro
Santamaría, no solo con lo expuesto por este general alemán, sino que el
citado coronel Mustafá Hassania le comentó que él había sido enviado a
Ifni y Sáhara por Marruecos, para calmar a los componentes de las bandas
del Ejército de Liberación Marroquí, algo que, con un poco de sentido
común, nadie se lo puede creer.
Y si a los hechos nos
remitimos aún más reciente en el libro de Lorenzo M. Vidal Guardiola,
titulado Ifni. La Prensa 1957/58, en uno de sus capítulos cita lo
siguiente: “Istiqlal, Rey y Ejército de Liberación, están todos en el
mismo barco”. Algo que todos los que hemos leído sobre los sucesos o,
mejor dicho, Guerra de Ifni-Sáhara, sabemos perfectamente quiénes eran
los atacantes, sus cómplices y encubridores.
La batalla diplomática entre España y Marruecos
La
primera reivindicación marroquí sobre Ifni y Sáhara se produce el 14 de
octubre de 1957 en la ONU. Ello lo atestigua un gran conocedor de
Marruecos y del Sahara, el fallecido coronel de Artillería y licenciado
en Historia José Ramón de Diego Aguirre, que así lo describe: “el
gobierno marroquí es en realidad el impulsor de los combates en dichos
territorios, bajo la dirección del príncipe heredero”.
A
finales de mayo de 1960, recién firmada la tregua en el África
Occidental Española, el ministro marroquí Mohamed Ibrahim preguntó
bruscamente al embajador español en Rabat, Cristóbal del Castillo
Campos, que cuándo pensaba España ordenar la retirada de las tropas
españolas del antiguo Protectorado; el buen hacer y la profesionalidad
de aquel diplomático español, hizo que toda esta provocación quedase en
normalidad.
Dos meses después, en mayo de 1960, Mohamed
Ibrahim hizo un viaje a Madrid para celebrar conversaciones con el
ministro español de Asuntos Exteriores, Fernando María Castiella y Maíz,
conversaciones que en nada quedaron, puesto que el representante
marroquí no ofrecía garantías ni en Ifni, Sáhara, Ceuta y Melilla.
La
torpe reacción del mencionado político marroquí hizo que se
desenvolviese en Marruecos una campaña antiespañola, tanto en la prensa
como en la radio y otros medios de comunicación. Pero los delirios
anexionistas no paraban aquí; el 17 de agosto de 1960, el rey Mohamed V
escribía un largo texto al jefe del Estado Español, afirmando que el
Ejército de Liberación Marroquí si estaba dentro del territorio de Ifni
era porque le correspondía como territorio parte de Marruecos.
De
la implicación de Marruecos en los ataques a Ifni y Sáhara existen
informes elaborados por los Servicios de Información de Francia y
España, que afirman las importantes implicaciones del poder marroquí
sobre todo del entonces príncipe Muley Hassan, tanto en los suministros
de fondos, víveres, munición y armamento, algunos procedentes de los
parques españoles y de las antiguas ‘Harkas’ francesas, en el
desencadenamiento del ataque por sorpresa en Ifni.
En aquel
cruce de cartas entre el Reino de Marruecos y el Gobierno Español
jugaron un papel importantísimo aquellos dos grandes diplomáticos,
Fernando María Castiella y Maíz, ministro de Asuntos Exteriores, y
Cristóbal del Castillo Campos, embajador de España en Rabat, los cuales,
con gran tacto y habilidad, sin jamás perder los nervios a pesar de las
constantes provocaciones, con gran sentido del amor a España, supieron,
en todo momento mantener la calma y, sobre todo, el honor que merecía y
merece nuestra patria.
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