Fuente: El Faro de Ceuta
A pesar de que determinados sujetos se empeñan en sus diatribas sobre
la guerra de Ifni-Sáhara vertiendo falsedades y medias verdades en
pregonar que dicha campaña fue silenciada, y hasta de que los soldados
estaban abandonados, todas esas mentiras se las llevan por delante las
hemerotecas, y dejan en el lugar que les corresponde a estos falsarios.
Si es cierto que el armamento era anticuado, al principio la logística
era muy deficiente, pero España no tenía otros medios, y los que podía
haber usado como vehículos, aviones y armamento americano, Estados
Unidos prohibió su uso hasta febrero de 1958.
A la izquierda el capitán general de
Cataluña, Pablo Martín Alonso, autoridades y el capitán del buque Ciudad
de Cádiz, en el momento del embarque del aguinaldo de Navidad para los
combatientes de Ifni.
España se vuelca con los soldados de Ifni-Sáhara
No cabe duda de que si de algo debemos sentirnos orgullosos los
españoles es de la solidaridad cuando se presentan catástrofes o
situaciones bélicas, y además de estar siempre junto a los más
necesitados, sea en tiempo de guerra como en la paz.
Pablo Martín Alonso, capitán general de Cataluña en 1957, presenció el envío del aguinaldo de Navidad a los combatientes en el puerto de Barcelona.
De todo ello dan fe las hemerotecas que son los fieles
testigos de la historia. En ellas están hechos como los de la I Guerra
Mundial, donde España acogió con humanidad a combatientes, para
posteriormente ser intermediarios en el canje de soldados de ambos
bandos. Más tarde, en la II Guerra Mundial, acogió a cientos de
aviadores que habían caído en territorio nacional, a los que bajo la
bandera de la Patria les facilitó desde comida, vestuario, hasta lo más
importante, un trato humanitario y digno como se merecen, de persona.
Durante
la Campaña de Ifni-Sáhara 1957/58, el pueblo español fue consciente del
sufrimiento de aquellos compatriotas y de su soledad por la lejanía, ya
que se encontraban a miles de kilómetros de sus hogares y sus familias.
Desde toda España se volcaron a atender a quienes en las trincheras
defendían el honor de España, enviando miles de paquetes con turrones,
golosinas, licores y hasta material para escribir a sus familias o a sus
novias, haciendo posible que el sufrimiento, el sacrificio y las
penurias, con el envío de aquel aguinaldo al menos llevase un poco de
alegría.
Concretamente, desde Castellón, que tenía en las trincheras de Ifni a
un batallón expedicionario de Infantería, el Tetuán XIV, la Diputación
Provincial y el ayuntamiento de dicha capital, envió a sus soldados
cientos de paquetes que contenían turrón, golosinas, cajetillas de
tabaco, bolígrafos y papel para escribir, así como una pequeña estampa
de la patrona de dicha capital, Nuestra Señora de Lidón.
También,
en Canarias, concretamente en Las Palmas de Gran Canaria, se hizo una
colecta con la cual se logró reunir una gran cantidad de dinero que fue
enviada a los combatientes que se jugaban sus vidas en aquellos
territorios de África Occidental Española.
Igualmente, desde
las tierras de Levante, que tenía dos batallones expedicionarios, el
Guadalajara XX y el San Fernando II, ambos de Valencia y Alicante, sus
paisanos se volcaron con dichos soldados, enviando toneladas de naranjas
a todos aquellos soldados, demostrando el alto grado de solidaridad del
pueblo español a la hora de acudir a mitigar el sufrimiento, el dolor o
las calamidades.
Esto es cierto y así lo confirman los
testigos y protagonistas. En la bella capital aragonesa de Zaragoza, mi
buen amigo el comandante de Infantería Miguel Martín Bernal, en aquella
campaña cabo 1º de la Campaña Expedicionaria de Ametralladoras Belchite
57, él mismo en dichas navidades de 1957, repartió el aguinaldo a sus
soldados, como lo demostraron las fotos del acto.
Cataluña junto a los soldados
Admiro
a los catalanes, excepto una minoría que no representan a nadie o lo
más a los que caben en una guagua, pero esa inmensa mayoría son ejemplos
de grandes patriotas, cuyo mejor testigo es la historia. Ahí está el
célebre general Juan Prim y Prats, el héroe de la batalla de Los
Castillejos, o aquel jovencillo el ‘Tambor del Bruch’, que hizo poner en
fuga a las tropas francesas. Por conocerlos y haberlos tratado
constantemente, puedo afirmar que son hombres de palabra, serios,
honrados y muy trabajadores.
El buque Ciudad de Cádiz que llevó el aguinaldo de Navidad a los combatientes de Ifni, donativo de Cataluña. Foto de La Vanguardia.
En aquella campaña de Ifni-Sáhara
1957/58, casualmente Cataluña no tenía grandes unidades, tan sólo una
sección de morteros del Regimiento de Infantería Ultonia 57, al mando
del entonces teniente, Luis Pinacho García (hoy general), un gran
soldado y muy buen amigo. Un auténtico honor el de estos soldados, ya
que los morteros de 120 mm fue lo que hizo que el enemigo tuviese que
retroceder en sus empeños de atacar las posiciones españolas.
Sobre este aguinaldo el testimonio más real lo constituye los grandes
titulares que la prensa catalana, en este caso La Vanguardia, que así
decía: “el capitán general de la IV Región Militar, Pablo Martín Alonso,
ayer 14 de diciembre de 1957, con las primeras autoridades, en el
puerto de Barcelona presenció el embarque en el buque de
Trasmediterránea Ciudad de Cádiz, de una partida de víveres y regalos
navideños para las tropas que tan heroicamente defienden el territorio
español de Ifni. La prontitud con que Barcelona ha atendido el general
llamamiento a los españoles, para que premiaran con donativos navideños a
nuestros soldados acredita, una vez más, la generosidad y elevado
espíritu de patriotismo”.
Continúa el rotativo catalán
ampliando este clamoroso acto de solidaridad, detallando el contenido de
dicho aguinaldo: “habían 10.000 botellas de champán, donadas por sus
fabricantes, centenares de barras de turrón; todo ello constituye lo que
es la primera expedición, a la que seguirán otras más dado el enorme
interés que ha despertado este bello gesto del pueblo de Cataluña, y que
según las autoridades, se trata de que los soldados que combaten en las
trincheras celebren las Navidades como se merecen”, La Vanguardia, 15
de diciembre de 1957.
Mi buen amigo José Damián Cava Palomino,
en aquellas fechas cabo de una de las unidades que combatían en tierras
del Sáhara, recuerda que donde él estaba destinado llegaron muchas
garrafas de vino para consumir en las comidas, pero allí habían muchos
soldados andaluces, y aunque las normas eran para consumir en las
comidas, los soldados andaluces empinaban el recipiente del vino, al
desayuno, a la merienda e incluso después de la cena. Cuando quisieron
hacerlo en las comidas, lo que quedaron fueron muchas garrafas vacías.
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