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Nuevo toque de “atención” seguido del de “marchen de frente” para que unos en coches y otros en el tranvía nos traslademos a la hermosa playa de San Juan-Muchavista, en el término municipal de El Campello, donde los organizadores tienen preparada la comida. Es en el Restaurante “La Ponderosa” enclavado sobre la misma arena, frente a un mar serena, en calma, en la que riela el grato –y fuerte sol del mediodía ya que estamos a 29º–.
En la terraza del restaurante el grupo de Veteranos ya lo es de amigos entrañables aunque sea esta la primera ocasión en que se ven y conocen. A todos les une “el camello” que muchos lucen con orgullo prendido en la ropa de paisano. Se intercambian noticias y recuerdos, se habla de libros publicados y por editar. Todo gira alrededor de IFNI y de nuestra juventud.
Adolfo Cano y Ángel Ruiz, dos veteranos de guerra.
Se produce un acontecimiento digno de reseña. Resulta que entre los reunidos se encuentran dos veteranos de la guerra que la hicieron entera y en primera línea, combatiendo desde el mismo día 23 de Noviembre de 1.957 hasta su licencia en Junio de 1.958. Son Ángel Ruiz García, del II Tabor, 8ª compañía –que se ha desplazado desde Valencia, donde reside- participante en la liberación de Tagragra y conquista del Buyarifen, y Adolfo Cano Ruiz, que vive en El Campello –donde nos hallamos- que participó en diversos combates con el IV Tabor, 23ª compañía, así como en la liberación de T’Zelata. El abrazo entre ambos va acompañado de lagrimas, muchas lagrimas.
A. Cano, F. Segura, M. Jorques y A. Ruiz.
Hay toque de fajina –soldadito no tengas pena, tocar fajina barriga llena- aunque nos faltan las marmitas y en vez de comer en el suelo lo haremos en un amplio y confortable comedor, exquisitamente dispuesto en el que se va entrando –en fila india en vez de columna de a tres, como antaño- tomando asiento ordenadamente –algo ruidosos, cierto es- toda la tropa, presidiéndola oficiosamente los dos únicos veteranos de guerra presentes entre los que me cabe el honor de caer a su lado.
En la misma mesa –enfrente– están sentados los soldados médicos Paco Susarte y Valeriano Gracia del III Tabor, 12ª compañía, con el telefonista Salvador Lázaro que con su potente y bella voz nos deleitó con diversas canciones patrióticas–militares, arrimando el ascua a su “sardina” –Tiradores, obviamente–.
V. Gracia, S. Lázaro, F. Susarte y el cabo Cremades.
También veo al único artillero compareciente –Paco Lorca– al corneta del Campamento de Policía –Ismael Jara, año 1.961– al cabo Cremades, furriel de la Compañía Mixta afecta al Cuartel General que pese a su pierna ortopédica ¡no se pierde una!...
Es un constante trasiego de información y anécdotas… Paco Susarte llama por teléfono a su compañero de chabola –la 175 del campamento de Tiradores de 1.961– Bernardo Levia Pérez, que vive en Holanda desde hace cuarenta y cinco años, para que oiga el jolgorio y la alegría de sus compañeros –el bueno de Levia llora de emoción–.
Es la hora de levantar las mesas.
La comida –y la abundante bebida– transcurre sin incidencias y tras la amplia tertulia, cuando se van agotando las batallitas y muchos de los allí presentes deben regresar a sus lugares de procedencia –algunos muy lejanos, como el de Miranda de Ebro–.
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