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De regreso en Ifni
Desde el barco a la posición de la “Huerta Madame”.
Con el certificado del suspenso en el bolsillo y el
feliz final de nuestra “travesura” castrense el día 14 solicitamos
billete militar en el tren, para Cádiz, para embarcar con destino a Las
Palmas –con lo que se alargaba el peculiar permiso de estudios- y en la
Ciudad de la Luz nos presentamos –el día 20- en la Delegación de
Tiradores que era tanto como la reincorporación al Grupo. Como hasta el
día 28 no había barco para Ifni nos pasamos una semana de turismo por
la Isla. Llegada la fecha final de la escapatoria, al ver la barcaza
destinada para el trayecto y el aspecto del océano nos entraron serios
temores que, por desgracia, se confirmaron. El trayecto es corto pero
el estado de la mar nos impidió desembarcar hasta el día 3 de
Diciembre: Fueron cinco días en alta mar, en la cubierta del buque,
encima de balas de paja y forraje y ¡amarrados al mástil” por las
noches, si querías dormir sin caerte al agua. De comida poca y mala.
Gracias a algunos calamares que íbamos pescando y que nos freía el
cocinero.
A la puerta de la cantina. Enero de 1.962.
Había finalizado el estupendo viaje y volvía a enfrentarme con la cruda
realidad. Tras unos días de “aclimatación” en el Grupo, el día 18 de
Diciembre a Eduardo lo enviaron al Buyarifen mientras que a mí me
destinaron al puesto de mando de la llamada “Huerta Madame” –ni había
huerta ni nada que se le pareciera- situada en la cota 2’54 para
relevar al teniente médico Benedicto y allí permanecí hasta el 25 de
Enero de 1.962 –fiestas navideñas incluidas-. Lo pasé francamente bien,
sin sobresaltos, ya que al estar aquella posición compuesta de varios
subelementos –cota 2’54, cota 2’69, “Mohamed ben Daud” y la propia
“Huerta Madame”- me puse de acuerdo con los sanitarios que estaban
destinados en cada uno de ellos y de vez en cuando me llamaban para ver
a algún enfermo. Con esa excusa le pedía al comandante del Tabor su
jeep y pasábamos por la Huerta en cuya balsa nos bañábamos –fue un
invierno especialmente caluroso-.
En la cocina de la Huerta Madame. Enero de 1963.
No recuerdo especialmente como pasamos las navidades
y el año nuevo en la posición, pero que fueron muy distendidas dan fe
las diversas fotografías que nos hicimos.
Centralita “digital” de teléfonos.
Tuve tiempo durante aquellos cuarenta días en la
posición para familiarizarme ampliamente con el aspecto estrictamente
militar, orillando muchas veces –por la ausencia de enfermos- mi
destino de soldado-médico.
De esta forma pude conocer el entresijo de la
cocina, del armamento y de las trincheras que ya había “catado” durante
mi estancia en el Buyarifen, antes del viaje a la Península, así como
del buen ambiente que en esta posición reinaba, con una tropa estupenda
y unos mandos flexibles en cuanto a uniformidad se refería.
También pude ver, una vez más, la pobreza de nuestro Ejército. En
el aspecto de las comunicaciones era tan rudimentario y tercermundista
que al comparar nuestros teléfonos con los que salían en las películas
americanas, era para ruborizarse.
Pelando patatas en la cocina de la “Huerta Madame”.
Relevado de esta posición –“Huerta Madame”- en la que vi finalizar el
año 1.961 e iniciar 1.962, durante unos días estuve en el Botiquín del
Grupo hasta que el 11 de Febrero me enviaron nuevamente al Buyarifen en
donde permanecería hasta el 5 de Abril. Era la segunda vez en que iba a
esta posición aislada, enclavada dentro del territorio de Ifni usurpado
por Marruecos tras la guerra del 57-58 y tuve la mala suerte de
coincidir –entre otros- varias semanas con el teniente Verde -¡hay
nombres que jamás se olvidan!- al mando de la posición.
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