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Libros escritos por soldados de ifni Imprimir E-Mail
Manuel Jorques Ortiz
Escrito por Manuel Jorques Ortiz   
martes, 08 de febrero de 2011
Índice del Artículo
Libros escritos por soldados de ifni
Lluis Noguer Pastó
José Mª Contijoch Casanovas
Manuel Jorques Ortiz
Pius Pujades Lladó
José Daniel Fuentes Macho
Francisco Susarte Molina

Lluis Noguer Pastó

Portada del libro de Lluis Noguer.
Portada del libro de Lluis Noguer.

Cronológicamente el primero en llevar a la imprenta sus recuerdos y vivencias en Ifni fue el catalán LLUIS NOGUER PASTÓ, nacido en el año 1.921 en Vilosell (Lérida) en donde todavía vive, felizmente, con 89 años de edad, siendo por tanto el veterano de aquellos territorios más antiguo.

Escrito en catalán, vio la luz de la mano de Solsona Comunicacions S.L., en Octubre de 2.002, hallándose actualmente agotada su única edición y descatalogado por la editorial emisora. 

En este libro de solo 141 páginas, el amigo y compañero Lluis Noguer nos relata cómo retomó su interés por el tema e Ifni al tener conocimiento de que un diputado por CIU en el Congreso de los Diputados había solicitado un reconocimiento y una compensación económica para los soldados que lucharon en la guerra del 57-58. De ahí a recoger los dispersos recuerdos, las notas y fotografías amarillentas por el paso de los años, fue todo uno y, manos a la obra, va explicando las aventuras de aquellos jóvenes que por primera vez salían de su terruño, cuando la II Guerra Mundial se hallaba a nuestras puertas (los alemanes en la frontera pirenaica), los Aliados en el norte de África (Marruecos, Túnez Egipto y Libia). Todo eso ocurría en los primeros meses de 1.943 cuando España envió, por vez primera, reclutas a los territorios del AOE.: 135 catalanes a Tiradores de Ifni, cuyos tabores integrados mayoritariamente por nativos, completados por oficiales, suboficiales y algunas clases de tropa europea (voluntarios que se reclutaban en los cuarteles insulares y/o peninsulares) se hallaban desplegados, uno en Guinea Ecuatorial, dos en Ifni, uno en el Sahara Occidental y dos en Canarias (Tenerife y Las Palmas).

El viaje en aquellos trenes a vapor, en vagones ganaderos, con “parada y fonda” en Madrid, transbordar en otro –tan malo o peor- hasta Cádiz, el embarque en el “Domine”, la llegada a Las Palmas y el paso de todos los reclutas por una zona rotulada como “Desinfección Militar”, en donde los pelaron al cero y les desinfectaban la ropa que llevaban desde que salieron de sus casas, lo relata con minuciosos detalles y un gracejo muy de “pagés” catalán, con aquel tinte socarrón de que hacía gala Josep Pla. 

En el campamento de Guanarteme, sito a unos 6 kilómetros de Las Palmas, habían soldados de varias quintas (la más antigua de 1.936) que no eran desmovilizados debido a la situación político-militar por la que pasaba España, tuvieron que meterse en el último y peor rincón del recinto ya que eran reclutas y tenían allí “padres”, “abuelos” e, incluso, “tatarabuelos”, con una pinta entre pasota y patibularia. 

Tras el periodo de instrucción, los enchufados (había recomendaciones hasta de obispos) se quedaron en Canarias y los demás repartidos por todo el AOE, incluso un grupo fue desplazado a Guinea. Lluis fue a Ifni, a donde no pudo llegar su amigo y paisano Jaime Noró que murió seguramente de tristeza ya que desde que salieron de Lérida no pudieron hacer que cantara o riera como los demás. 

Lluis Noguer, Sitges 10/05/2.008 (Foto delarchivo privado del autor).
Lluis Noguer, Sitges 10/05/2.008
(Foto del archivo privado del autor).

En el Campamento aprendieron a convivir con las pulgas, piojos y chinches que no les abandonaron en toda la mili y con los insectos (era imposible acabar con ellos) en el carguero “Castillo de Valldemosa”, buque requisado a la URSS y que aún llevaba la hoz y el martillo en una chimenea, fueron llevados a la playa de Sidi Ifni y desembarcados en cárabos el 25 de junio de 1.943 (hacía más de tres meses que habían salido de sus casas). La lectura de su descripción de las instalaciones de Tiradores llenaría de sorpresa a los compañeros de quintas posteriores (sobre todo a partir de 1.960) ya que la falta de agua era total (tenían que bajar a la playa para lavarse, no demasiado a menudo). Los servicios de armas eran realizados por los tiradores nativos y los europeos estaban destinados en las oficinas. Cuando pidieron voluntarios para encuadrarse en la Policía Indígena, como profesional, varios tiradores (entre ellos Lluis) no dudó en cambiar de Cuerpo, donde la paga era superior, la comida inmejorable, y enseguida le endosaron los galones de cabo. 

A lo largo de este interesante y entrañable libro, el amigo Noguer cuenta gran cantidad de sucedidos y anécdotas, que hacen sumamente agradable su lectura. Escribe de la misma forma que habla, según pude comprobar tanto en nuestra primera entrevista en Sitges como en una segunda y última en Mayo de 2.009, esta vez en Lérida donde animó todas las tertulias y corrillos que se formaban a su alrededor. Era el más “veterano” de los “Veteranos”; con amplia sonrisa nos contaba como su capitán en la Policía, en la oficina de Pagaduría, tenía un letrero que decía: “Una mujer, solo una mujer, pero no siempre la misma mujer”. Parece ser que el Oficial seguía esas precisas instrucciones. Lluis, enigmático, dejó en el aire si él también las acató. 

Lástima que el libro esté agotado y que, en su momento, no fuera traducido al castellano para una mayor y merecida difusión.


 
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