Conversando con Antonio López Canales
El matrimonio López Canales en 2011.
Hemos iniciado una agradable "charla",
gracias a Internet y al teléfono convencional. Nos une un íntimo amigo
común (Alfonso Maruenda Tomás) y el hecho de que Antonio es un "sufrido"
lector de mis dos (y únicos) libros sobre Ifni, que él tiene la
gentileza de adjetivar como ¡magníficos!, lo que demuestra que es un
verdadero andaluz (por lo exagerado). Dice que con el primero (Ifni
1961-62. Memorias de un soldado) se emocionó y aprendió mucho, y que
había comenzado el segundo (Historias secretas de Ifni. Hablan los
soldados) previendo que le iba a "mover" tanto o más que el anterior.
Para conocernos físicamente me adjuntaba
una foto "actual", con Mercedes, su esposa, y que en envíos sucesivos
irían otras de aquellos meses pasados en Ifni, durante la guerra del
57-58, encuadrado en el Batallón Expedicionario "Pavía 19".
Reanudamos la "conversación" y me dice:
Acabo de llegar a casa; hemos estado, Mercedes y yo, en el campo de golf
de Valderrama, en Sotogrande, San Roque, viendo ganar el Máster
Andalucía, que patrocina Volvo, a Sergio García. No practico el golf
(mis dos hijos un poco), pero alguna vez nos integramos en ese público
que, con más o menos idea de ese juego, va a disfrutar de ver jugar y
del aire puro, del paisaje, y de las buenas maneras. (Hemos sido más de
cuarenta mil espectadores, a lo largo de estos días).
El entorno de Sidi Ifni. Obviamente no apto para el golf.
Tengo en estos días, en los que estoy
leyendo tus "Relatos secretos" , tan frescos los recuerdos de Ifni, que
hoy en Valderrama, esperando llegar a los jugadores a uno de los hoyos,
comparaba ese césped, cuidadísimo, esa vegetación, esos arroyos
artificiales o naturales, en fin, ese magnífico y saludable paisaje del
que estaba disfrutando, con las tabaibas, trincheras, suciedad,
pulgas...de hace cincuenta y cuatro años, que sólo nosotros hemos
conocido y que gracias a escritores como tú se están dando a conocer...
Fíjate (continua): Con catorce años
ingresé en el Ejército como "Educando de Banda", Pero, por estar
estudiando, no tenía obligación de hacer vida cuartelera; sólo durante
las vacaciones hacía, con otros como yo, algo de instrucción. ¡Cómo me
pesaba el mosquetón!
Siempre me había gustado todo lo que
envolvía a la vida militar; y cuando me puse el uniforme y agarré un
"Máuser" por primera vez, sentí una emoción sincera. ¡Eso es lo que yo
quería! (Eso es lo que yo creía).
Fachada de la Academia General Militar.
Mi padre nunca me alentó para que mi
futuro fuera la vida castrense, sin embargo, me traía a casa algunas
disposiciones sobre el ingreso en la Academia General Militar de
Zaragoza, porque yo quería ser Oficial de Carrera.
Cuando aprobé el Bachillerato Elemental,
en San Roque, donde vivía, varios de mis amigos comenzaron la carrera
de Magisterio. La Enseñanza no me disgustaba, por lo que le propuse a
mis padres hacer lo mismo. Mi padre me dijo que me hiciera Maestro si
quería, pero que, antes, terminara el Bachillerato Superior. No hubo más
que hablar.
A los dos años (Junio de 1957) acabé el
Bachillerato. Ese verano hice el Curso de Cabo y me integré de lleno en
la milicia como Cabo de una escuadra de Morteros del 81, en la Compañía
de Armas Pesadas.
En Septiembre cumplí los dieciocho años.
Ya se respiraba intranquilidad en el Cuartel. La instrucción de campo
aumentaba. El reparto de equipo y armamento, su revisión y cuidado, la
cancelación de permisos, el ensayo de Generala y alguna noticia que
llegaba de Ceuta, donde estaba un Teniente de La Legión, novio de una
chica de San Roque, nos hacían sospechar algo.
Antigua fachada del Cuartel del "Pavía 19".
El 27 de Noviembre, de madrugada,
tocaron Generala; mi padre me acompañó al Cuartel. ¿Qué sentiría cuando
me vio saludarlo con la mano, antes de que el camión doblara la última
esquina del pueblo para coger la carretera? Ya te comenté que murió a
los dieciocho días. De mi madre me despedí en casa.
Después de los siete meses de estancia
en Ifni regreso a casa, de Cabo 1º, queriendo seguir la vida militar,
pero desorientado y echando mucho de menos a mi padre.
¿Cómo me preparo para Zaragoza? Un año
lo pierdo, en cuanto a estudios se refiere, haciendo vida de cuartel,
pero no en una Compañía, como yo quería, sino en oficinas, que no era
ningún chollo.
Te voy a resumir: Me preparo por mi
cuenta, e ingreso en la Academia Auxiliar Militar de Villaverde, en
Madrid (allí preparaban para la Academia General). Apruebo el Primer
Grupo, comienzo a prepararme para el Segundo Grupo (el definitivo); me
convocan al Curso de Sargentos, para hacerlo en Hoyo de Manzanares, al
norte de Madrid. Ya tengo 21 años, y la edad máxima para presentarme a
la General, de Cabo 1º, es la que ya he cumplido. Tengo dos opciones: a)
Renunciar al Curso de Sargento y presentarme en Zaragoza (pero si no
aprobaba y no se convocaba un nuevo Curso para Sargentos, me quedaba de
Cabo 1º, quién sabe cuánto tiempo). b) Hacer el Curso de Sargentos, con
lo que tendría opción a presentarme en Zaragoza hasta los 28 años.
Como era la última oportunidad para
presentarme de Cabo 1º, solicité, al Ministerio del Ejército, por medio
de un Comandante, profesor mío en la Academia Auxiliar lo siguiente:
Había perdido un curso por haber participado en una guerra. ¿Me
valoraban ese año perdido, y en vez de 21 años de edad, como máximo,
podría presentarme también con 22? La respuesta fue negativa, y el
impacto en mi moral y espíritu militar, fue fuerte. ("Tenía que haber
seguido estudiando y no haberme ido a la guerra, caramba", parecía que
me querían decir los que me negaron la petición).
Hice y aprobé el Curso de Sargento, me
destinaron a Lanzarote, pero pude regresar en tres meses a San Roque,
donde ya tenía novia, que es mi mujer, Mercedes. De nuevo en mi Cuartel,
por aquello de que tenía el Bachillerato volví a tener destinos
alejados de la Tropa, por ejemplo: llevar la contabilidad del
Regimiento, ¡ahí va eso!. Yo, de Contabilidad, nada, pero claro, era
Bachiller y se suponía que podría hacerlo. Y, además, era una orden. Mi
horario era casi el doble de la mayoría de mis compañeros del mismo
empleo, y teniendo, también, que cumplir con los servicios de Guardias,
Vigilancias, Retén, Tiro...Y si el trabajo, por estos servicios, se me
acumulaba... allá yo. Una de las muchas conclusiones que saqué: el que
menos valía, vivía estupendamente; y si era más veterano que tú,
ascendería antes que tú, aunque te mataras trabajando e intentando
mejorar en tu profesión.
Lo bueno que tuvieron estos destinos fue
que siempre estaba cerca de los mandos del Regimiento, y el panorama
que me ofrecían con sus modos y maneras, no eran los que yo había
idealizado, para cuando yo llegara a ser como ellos.
Desistí seguir presentándome a la
Academia General; estuve cuatro años de Sargento, durante los cuales
hice Magisterio, con la reválida y las oposiciones, dejé el Ejército
con dolor (después de trece años), y con extrañeza por parte de todos,
luego me licencié en Bellas Artes y saqué las Oposiciones a Cátedra de
Instituto. También fui profesor durante diez años en la Escuela
Politécnica Superior de la Universidad de Cádiz.
Conservo buenos amigos y buen recuerdo,
en general, del Ejército, y siento por él amor, respeto y admiración.
Las celebraciones castrenses, con desfile, oración a los caídos, Bandera
Nacional...me mojan la cara. Pero creo que he sido más feliz en la
Enseñanza.
Hacia lo incierto. 2º día de barco. Noviembre de 1957.
Desde muy pequeño he sentido afición por
el dibujo y los colores, afición que nunca dejé y que me proporcionaba
satisfacciones y algún premio. Desde que acabé el Bachillerato
Elemental, como segunda profesión pensaba en la Enseñanza. Por otra
parte, me gustaba el Dibujo y la Pintura, por lo tanto: me haría
Profesor de Dibujo. Y así quiso Dios que hiciera.
Como último apunte de esta mini
biografía, una cosa más: Aquella chica de San Roque, novia (después la
esposa) de un Teniente de La Legión (de Complemento), es la hermana de
Mercedes, mi mujer. Él también fue a Ifni, unos días antes que yo.
Imagínate las conversaciones que hemos tenido sobre aquello.
Finalizado el monologo y retomada
nuestra conversación, volvemos a aquel noviembre de 1.957 en el que fue
movilizado un batallón del Regimiento, de guarnición en San Roque, en el
que quedó Antonio integrado, y con el que fueron llevados a un destino
incierto a bordo del barco "Virgen de África", transporte que
compartieron con parte del Batallón, de guarnición en Algeciras,
Extremadura nº 15.
Del viaje (dice López Canales) rápido y
relativamente cómodo en aquel moderno transbordador, en el que
llevábamos todo nuestro equipo de combate, municiones y vehículos,
conservo una única fotografía tomada en la bodega de carga del barco.
Al repasarla, después de tantos años,
quiero ver en mi rostro y en el de mis compañeros un gesto de serenidad
no exenta de preocupación, por lo que la he rotulado (algo
ampulosamente) con una frase testimonial: "Hacia lo incierto. 2º día de
barco. Noviembre de 1.957".
Alfonso, Daniel Fuentes y yo.
En cierto modo yo no había perdido nunca
el "hilo" de Ifni gracias a mi amistad con Alfonso al que le escribí
desde aquellos dominios, ignorante de que él los pisaría también tres
años después (le llegué a enviar tierra sacada de aquellos pedregales) y
que empecé a robustecer con lecturas y encuentros entre los que quiero
destacar el haber conocido a Daniel Fuentes, el poeta de Tiradores
(grandísimo poeta) cuando en el puerto de Algeciras lo despedimos en su
enésimo viaje a Sidi-Ifni.
Además, los veteranos compañeros del
"Pavía 19", con nuestro comandante al frente, iniciamos la saludable y
nostálgica costumbre de reunirnos, ya "mayorcitos", para rememorar
nuestros años juveniles y nuestra estancia en Ifni, sacando a relucir
nuestras casi olvidadas fotografías; particularmente yo he intentado
(con más o menos fortuna) irlas rotulando y poniéndolas en las mejores
condiciones de ser visionadas.
Te facilito ahora mismo dos de esas
fotografías: En una, muy "actual" estamos algunos de los componentes del
"Pavía 19" celebrando la Inmaculada y en la otra desfilando por
Sidi-Ifni.
Cincuenta años después.
Cincuenta años antes. Desfilando por Sidi-Ifni.
De "estar en casa" a pasar en unas pocas horas a desembarcar por las
bravas en una inhóspita playa y adentrarnos seguidamente en un
territorio en plena guerra, no es nada sencillo, pero no tuvimos tiempo
para pensarlo ¡es lo que había! y lo asimilamos rápidamente adaptándonos
al entorno hostil al que nos habían llevado. Era el 30 de Noviembre de
1.957.
Excavando un hoyo, como chabola, para la escuadra. Enero 1958. BULAALAM.
Los primeros días de Diciembre (y
durante todo el mes) los combates fueron incesantes y nuestro Batallón,
con las demás fuerzas de refuerzo desembarcadas, pudo relevar a los
Tiradores y Paracaidistas que tuvieron que aguantar y resistir la
primera embestida de los enemigos marroquíes. Nuestra vida transcurrió
en las posiciones de montaña que íbamos construyendo sobre la marcha, en
condiciones deplorables, comidos por las chinches, pulgas y otros
insectos que proliferaban por aquellos lares. No obstante, el grado de
fraternidad y camaradería entre mandos y tropa siempre fue excelente, lo
que te ayudaba a soportar la situación.
Repasando mi álbum de fotos observo (me
doy cuenta) de que no tengo ninguna de aquél intenso mes de Diciembre;
no hay dudas de que "el horno no estaba para bollos"; precisamente en
ese último mes del año 1.957 nuestro Batallón tuvo la mayoría de las
bajas, entre las que hay que destacar la muerte del Teniente de
Complemento Santiago Cristos Astray.
En un pozo de tirador, sobre la cresta del monte BULAALAM. Enero 1958.
Lo peor de todo, para mí, fue que el 15
de Diciembre del 57, mi padre murió y no pude conseguir (o no quisieron
darme) permiso, para estar unos días con mi madre y mi hermano, de diez
años. Mi padre, con te he dicho anteriormente, era brigada en mi mismo
Regimiento e iba a ser el jefe de una expedición que nos llevaba
víveres.
Algunas veces, como verás, "me voy" a Ifni (obviamente, a través de Google Earth, esa magia de la técnica).
Enero 1958.
De Enero si que poseo varias fotos (como
la anterior), entre las que cabe resaltar la que me tomaron comulgando
en una inolvidable misa de campaña en la posición de Buaalam, paraje que
en aquellos momentos hacía palidecer al mejor y más adornado templo de
la cristiandad. La devoción de todos los presentes, las emocionadas y
emocionantes palabras del sacerdote oficiante, así como la asunción por
nosotros, los soldados, de que estábamos en una guerra y que en
cualquier momento podíamos morir, hicieron que aquella Santa Misa nunca
la haya olvidado.
El mes de febrero, lo pasé en una
posición por encima dela huerta de Tiradores; era un placer poder bajar y
lavarnos, cuerpo y ropa, con cierta abundancia de agua, aunque ya las
"manchas" de las pulgas era difícil de eliminar del todo. Ese mes
tuvimos plaga de langosta; era mejor no salir de la chabola; pero había
que salir. Una distracción era blandir una tabla: caían a decenas.
Lástima no tener la cultura culinaria de los ifneños. Cuando
"visitábamos" alguna Kabila, en las "descubiertas" que había que hacer,
era normal encontrarnos con montones de esos saltamontes, en un rincón,
secos, suponíamos que para comerlos.
No es que hubiera menos peligro ni que
se relajaran las condiciones; lo que ocurría era que, en tan poco
tiempo, nos habíamos convertido en veteranos, mimetizándonos con los
compañeros del Grupo de Tiradores, Banderas Paracaidistas y la Legión, a
quienes, en nuestra primera visión, nos habían dado la impresión de
rudeza y suciedad ¡Ahora éramos todos iguales!
En la Huerta, febrero 1958.
Después del Examen para Cabo 1º.
Ya "veteranos" y como todavía tenía el propósito de continuar en el
Ejército, hice los exámenes de Cabo 1º (que aprobé); recuerdo que aquel
día lo celebramos con los compañeros y lo dejamos inmortalizado mediante
las correspondientes fotografías, a los que he conseguido identificar y
poner el nombre a casi todos... Han pasado casi 54 años y parece que
fue ayer... Si hago un pequeño esfuerzo mental soy capaz de escuchar las
risas, las bromas y chirigotas (por algo éramos gaditanos) al habernos
convertido en "jefecillos", jefes de Pelotón ¡Casi ná!
But-alam, Mayo 1958.
Rescate de una gacela muerta por las minas. BUT-AL-AM, Junio 1958. Observe el amable lector en que estado estaba ya nuestra vestimenta.
De posición en posición, con algún pequeño (muy pequeño) descanso en la
población de Sidi Ifni irían transcurriendo los meses de Marzo, Abril y
Mayo de 1.957; en ocasiones, los accidentes anecdóticos te hacían volver
a la realidad y recordar que estabas en zona de guerra; lo digo por
aquella vez en que tras una explosión, por la noche, creyendo que algún
enemigo había intentado llegar a nuestras trincheras, pisando una de las
"minas" sembradas por doquier habría quedado muerto o herido y resultó
ser una inocente gacela con la que nos fotografiamos.
También dejamos constancia gráfica del puesto de ametralladoras en el que estuve destinado.
Con la colilla en la boca, en un puesto de ametralladora.
Preparado para un ejercicio de tiro. Junio 1958. BUTALAM.
Puede parecer algo frívolo el tema de
las fotografías, pero pasados los años todos estamos contentos de haber
tenido el estado de ánimo necesario para inmortalizar aquellos tiempos
duros y crueles, porque pertenecían a nuestra etapa juvenil, llena de
amor patrio, que ahora podemos rememorar e incluso poner el nombre a los
rostros que emergen surgidos de aquel lejano pasado.
De ese "nido" de ametralladoras (como se le denominaba en el lenguaje militar) quedó un mejor detalle en esta otra foto:
Pues bien, entre la memoria (que flaquea
tras el paso de tantos años) y el álbum de fotografías, he intentado
dar mi visión de lo que vivimos aquellos soldados del Batallón
Expedicionario "Pavía 19" en la guerra de Ifni, de cuyo territorio nos
fuimos el 25 de Junio de 1.958, en el carguero "Cabo de Hornos, llegando
a nuestra base de San Roque el día 30 de dicho mes, fecha coincidente
con el "alto el fuego" decretado por nuestras autoridades militares,
supongo que de acuerdo con las marroquíes, aunque todo esto quedó
envuelto en el misterio y el secretismo de aquella época, secreto que
tal vez algún día se desvele para su estudio por los historiadores.
Día del desembarco, en Cádiz. Finales de Junio de 1958.
Como ya tengo dicho, yo regresaba a mi
casa, pero mi padre había muerto y los planes hechos tan pocos meses
antes los tuve que ir revisando sobre la marcha; y las circunstancias en
las que me encontré me llevaron a tener que desistir de mi propósito de
ser militar profesional, de acudir a la Academia General Militar, de
materializar mi vocación forjada al lado de mi progenitor –reflexiona
Antonio-; no obstante, mi amor por la milicia, por nuestro Ejército, no
ha decaído nunca.
Mi último recuerdo de Sidi Ifni era el
pensamiento que me embargaba cuando bajaba al pueblo y pasaba por la
Plaza de España, miraba al monumento del Coronel Capaz y le preguntaba:
"¿Por qué no se quedó, tranquilito, en España, en vez de venirse por
aquí?".
Como testimonio de nuestro desembarco en
Cádiz y de la alegría colectiva por aquel instante, lo inmortalizamos
con la fotografía siguiente, con la que, si te parece, damos por
finalizada esta conversación. ¡Habían pasado justamente siete meses
desde que habíamos salido de allí!
EL ILICITANO JOSÉ ANTÓN VÁZQUEZ, SARGENTO DE COMPLEMENTO DEL "PAVÍA 19"(COVERSACION DE SOBREMESA)
La coincidencia de nuestra adscripción a
AVILE, las comidas de compañeros en El Campello y Elche y nuestra
amistad común con el entrañable "cabo Cremades" (el mejor "dátil" que ha
dado el Palmeral) y sus 79 lúcidos años, hacen de la charla distendida
tras el café nos traslade hacia sus recuerdos de la guerra de Ifni en la
que participó en calidad de sargento de complemento (universitario)
encuadrado en el "Pavía 19", cuando realizaba su periodo de prácticas,
tiempo que coincidió con la movilización de su unidad y el traslado a
Sidi Ifni en el transbordador "Virgen de África" a finales de Noviembre
de 1.957.
José Antón (de verde) con compañeros de AVILE.
Empieza comentando el amigo Antón que
hoy en día casi la totalidad de los españoles desconocen que Ifni fue un
territorio del sur de Marruecos, de unos 1.500 km2, ocupado por España
en 1.934 (aunque sus derechos sobre el mismo venían de siglos atrás) y
que nos costó sangre, sudor y lagrimas antes de ser entregado al reino
alauita sin compensación alguna el 30 de Junio de 1.969.
El hecho más relevante en esos 35 años
de soberanía española fue el alevoso ataque que nuestras tropas
sufrieron el 23 de Noviembre de 1.957, lo que motivó la denominada
guerra Ifni-Sahara (ambos territorios se vieron involucrados) que nunca
fue oficialmente reconocida y, mucho menos, que la contienda bélica fue
con Marruecos y no con "bandas incontroladas", como la prensa de
entonces sostuvo.
Como los atacantes no pudieron consumar
la masacre de nuestros militares, que resistieron heroicamente, el Mando
dispuso la contraofensiva en la que me vi inmerso dada mi condición de
sargento de complemento en el Regimiento "Pavía 19", con base en San
Roque (Cádiz), siendo uno de los integrantes del Batallón de Maniobras
(más de 700 efectivos); se tocó generala a altas horas de la noche en el
cuartel y nos trasladaron a Algeciras donde embarcamos en el
transbordador "Virgen de África".
Tarjeta de identidad del sargento Antón.
Ha pasado más de medio siglo –añade- y
la memoria ya no me es lo fiel que yo quisiera; recuerdo la anterior
noche al toque de la fatídica corneta que nos sacó de la cama, con la
animada tertulia de los compañeros tras la cena, en la escuchábamos por
la radio noticias poco tranquilizadoras sobre Ifni.
El viaje fue muy rápido aunque se hizo
una pequeña escala en Canarias, posiblemente para repostar y hacer
acopio de material, y la tropa con sus mandos acampábamos en la cubierta
de buque. Había ansiedad pero también alegría, actitud innata en la
gente joven.
La llegada al territorio de Ifni fue
precipitada –precisa el amigo José Antón-; el desembarco se hizo en la
playa a pie, bañándose hasta la cintura los soldados ya que los botes
anfibios (de maniobras en Canarias) brillaron por su ausencia, pero los
oficiales y suboficiales no nos mojamos ya que nos sacaron a hombros los
soldados, en una escena típica de plaza de toros tras una buena corrida
y corte de orejas.
Soy el de la izquierda.
Todo se desarrolló con inusitada rapidez
pues era obvio que se nos necesitaba como refuerzos de las tropas que
venían combatiendo desde hacía varios días; nos trasladamos a las
posiciones que nos fueron asignadas, plantamos nuestras tiendas de
campaña y empezamos a cavar trincheras. En pocos días nos convertiríamos
en veteranos.
Echando la vista atrás –rememora Antón-
me doy cuenta de que nuestros jóvenes actuales no podrán nunca entender
la situación tercermundista de aquel territorio en el que las
comunicaciones eran más que precarias; las comidas se hacían cuando
llegaba la acémila, atravesando aquellos inhóspitos parajes, cargada de
grandes cacerolas, sin tener en cuenta horario alguno: Unos garbanzos a
primera hora de la madrugada se recibían como un manjar inesperado; el
agua de beber la filtrábamos y le añadíamos una pequeña gragea que la
convertía en potable.
Fíjate –me dice- que cada día
levantábamos nuestras tiendas y avanzábamos nuestras posiciones, con
ataques organizados, siguiendo las instrucciones del alto mando.
Empezaba la aviación "peinando" la zona, al tiempo que el disparo de
nuestros morteros nos permitía una ocupación generalmente tranquila,
salvo pequeños incidentes producidos por sorpresa, que afortunadamente
quedaron en el olvido. Tomada la posición, volvíamos a instalar nuestras
tiendas, se cavaban trincheras para su defensa y organizábamos los
normales servicios de la milicia.
En Ifni, todo un'veterano'.
Proa del crucero 'Canarias' autor del 'fuego amigo'.
Claro que en una ocasión –recuerda- los
incidentes no fueron pequeños sino de gran tamaño: Una mañana nos
despertamos con el estruendo de unas explosiones en nuestro propio
campamento, y resultó ser el crucero "Canarias" que tratando de alcanzar
posiciones enemigas con sus proyectiles se quedaron cortos y nos
cayeron encima. Menos mal que alguno de esos obuses no explotaron y los
que sí lo hicieron solo causaron daños materiales.
Un motivo de gran preocupación era cuando la arena de los sirocos
inutilizaban las armas automáticas, incluso estando dentro de sus
fundas; en cambio el mosquetón Máuser funcionaba casi siempre con
normalidad.
La carencia de medios adecuados de
comunicación debió ser la causante de la descoordinación ocurrida tras
el cañoneo del "Canarias", pues creyendo el mando que había sido
desalojado el enemigo y no era necesario el fuego de la aviación ni el
de morteros, avanzamos las tropas como si de un paseo militar se tratara
hasta recibir una lluvia de balas y metralla acabaron con la vida del
teniente Cristos Astray (sobrino del general Millán Astray) y de un
soldado de mi pelotón, del que pude escuchar las últimas palabras antes
de expirar.
El sargento Antón, en una foto de 'estudio'.
Tras el fracaso, tuvimos que retroceder
acompañando a los camilleros que portaban los muertos, y volver a
empezar. Esta vez precedidos de la actuación aérea y de nuestros
morteros que dejaban expedito el camino. Tal vez si hubiéramos empezado
así, como lo veníamos haciendo, se podrían haber ahorrado dos vidas.
Pero seguramente el alto mando naval quería justificar su presencia y
ello costó la muerte innecesaria de dos hombres. Por cierto, el crucero
"Canarias" quedó bastante deteriorado tras el cañoneo ya que, al
parecer, no pudo resistir las vibraciones de sus propios disparos.
Estando en la primera línea de fuego
–continua- se cumplió el tiempo oficial de mis deberes militares, pero
era evidente que no podía abandonar mi puesto en tanto no se presentara
mi relevo. Más de veinte días lo estuve esperando, pero en aquella
posición era inútil esperar. El sargento designado me esperaba
tranquilamente en la ciudad de Sidi-Ifni.
Cuando su majestad Mohamed V nos
concedió un respiro, nuestro Ejército aprovechó para relevar a nuestro
Batallón de la primera línea, pasando a posiciones de retaguardia,
aunque otras fuentes ("radio macuto") hablaron de una orden del Estado
Mayor en la que se conminaba urgentemente nuestro traslado a la
retaguardia. Tal vez la muerte de soldados de reemplazo no sentó bien al
alto mando. O bien la muerte del teniente Cristos Astray, propiciara la
urgencia de dicha orden.
Regresando de 'lavar' la ropa en una kabila. But-al-am, Junio 1958. Escenas como esta se prolongaron hasta 1969.
Sea como fuere, pudimos volver a la vida
ordenada en la ciudad, donde me esperaba el sargento designado para
relevarme. Una vez entregado e mando al nuevo compañero y sustituto,
oficialmente quedaba liberado. Desde ese momento pude relajarme unos
días, durmiendo tranquilamente, y al contacto con los civiles y
militares que no "militaban", me puse al corriente de los
acontecimientos ocurridos en España. Y por la prensa pude enterarme que
había una especie de "guerrita" en Ifni, pero que los soldados habían
pasado unas Navidades estupendas disfrutando de las actuaciones de
Carmen Sevilla, Gila y no recuerdo cuantas cosas más.
También pude recoger algunos paquetes
que me habían mandado mis padres y amigos, que se habían recibido
durante los tres meses de campaña, y al no ser posible su entrega se
fueron amontonando en una habitación del edificio que debió ser el
Ayuntamiento en tiempos normales.
En Las Palmas, ya de paisano (soy el del centro)
La verdad –reflexiona Antón- es que
estaba impaciente por volver a casa. Lo mismo les ocurría a los
compañeros, Pedro Romero, veterinario de Albacete, y Garrido Parrilla,
de Guadalajara, que se encontraban en la misma situación.
Así pues, ya determinados a marchar, nos
dirigimos a aquella planicie que llamaban aeródromo donde encontramos a
un piloto que se disponía a trasladarse a Canarias y no quisimos perder
la oportunidad de volver a las Islas Afortunadas. Esta vez con más
fortuna, pues ello suponía despedir para siempre aquel ambiente hostil y
moruno y volver a tierra civilizada, aunque no creas –añade- que la
aventura del viaje en aquel viejo aparato de aviación fue placentera:
¡Entrañó tanto peligro como la propia guerra!
Para nosotros la guerra había terminado,
pero oficialmente finalizó el 30 de Junio de 1.958, cuando me
encontraba ya en el hogar paterno.
Con mi cartilla militar, y licenciado,
se me entregó un oficio mediante el que se nos concedía la "Medalla
Colectiva al Valor" (no estoy seguro de que se llamara de esta forma);
no obstante, como la imposición de tal condecoración estaba condicionada
a la vuelta de todo el Batallón a San Roque, la mayor parte de los
compañeros licenciados con anterioridad no acudieron al acto.
Habiendo surgido durante las conversaciones anteriores la figura del
teniente Cristos Astray, que la prensa del Régimen de Franco no exaltó
como (por ejemplo) la del Alférez Rojas Navarrete, este autor ha tenido
la curiosidad de saber algo más de este caído en la guerra de Ifni, por
lo que tras la pertinente consulta en Internet ha encontrado la crónica
de autor anónimo que me permito plasmar a continuación, como una mayor y
mejor contribución a los hechos de armas del "Pavía 19".
SANTIAGO CRISTOS ASTRAY
Santiago Cristos Astray.
D. Santiago Cristos Astray, nació en
Arteixo (La Coruña) el 16 de diciembre de 1929 y era hijo de Abraham
Cristos Gutiérrez y Carmen Astray.
Ingresó como voluntario en la I.P.S.
distrito de Santiago de Compostela (La Coruña) el 11 de diciembre de
1949 al estar cursando los estudios de Magisterio.
El día 20 de Junio de 1951 se incorpora a
la U.E.I. del Campamento de Montelarreina (Zamora) de la 7ª Región
Militar para seguir el primer periodo de la Instrucción Premilitar
Superior.
El día 5 de Agosto presta Juramento de
Fidelidad a la Bandera ante la del Regimiento de Infantería "San
Quintín" nº 32, y al finalizar dicho periodo es promovido al empleo de
Sargento de Complemento de Infantería.
El día 20 de junio de 1953, retorna al
Campamento de Montelarreina para efectuar el segundo período de la
I.P.S. y al finalizar el mismo fue promovido al empleo de Alférez
Eventual de Complemento con el número de promoción 1.138 y antigüedad
del 15 de septiembre.
Tras terminar sus estudios de
Magisterio, efectúa sus prácticas de Alférez de Complemento en el
Regimiento de Infantería "Tarragona" nº 43 en la plaza de Pontevedra,
desde el día 13 de marzo de 1954, pasando a prestar sus servicios en la
2ª compañía del 2º batallón.
Con fecha 20 de junio pasa a ejercer el
cometido de auxiliar de profesor en el Campamento de Montelarreina hasta
el 15 de septiembre del año en curso. Por necesidades del servicio,
pasa a la compañía de ametralladoras del 2º batallón trasladándose al
Campamento de Figueirido (Pontevedra) hasta la terminación del curso de
la I.P.S.
El 1 de junio de 1955 es promovido al
empleo de Alférez de Complemento de Infantería con antigüedad del 15 de
septiembre de 1953.
El 19 de julio es destinado en
disponibilidad al Regimiento de Infantería "Isabel la Católica" nº 29 en
la plaza de Vigo. Posteriormente el 23 de diciembre pasa destinado en
activo al Regimiento de Infantería "Pavía" nº 19 incorporándose el día 8
de enero en la plaza de San Roque (Cádiz) siendo destinado a la 1ª
compañía del Batallón de Maniobras. Ejerce como instructor de reclutas
en el Campamento de Facinas (Cádiz) y en el Campamento de la I.P.S. de
Montejaque en Ronda (Málaga) ejerciendo como auxiliar de profesor. A la
finalización se incorpora a su anterior destino pasando a la 3ª compañía
del Batallón de Maniobras.
Por O.C. del 23 de octubre de 1957
asciende al empleo de Teniente de Complemento de Infantería con
antigüedad del 15 de septiembre de 1957.
El Teniente Cristos Astray a la derecha de la foto en el barco que le trasladó a Ifni.
El 27 de noviembre, y por orden de la
superioridad, el Batallón de Maniobras emprende marcha en camiones hasta
la plaza de Algeciras, embarcando en el mismo día en el transbordador
"Virgen de África", con dirección a Canarias, donde llegó el 29
continuando hasta territorio de Sidi Ifni (Africa Occidental Española),
donde arribó el día 30, para tomar parte en las operaciones de guerra
contra las bandas marroquíes que atacaron el referido territorio.
Se traslada con su compañía a la
posición "Aman Uali" Sector Norte de Sidi-Ifni quedando en posición y
sosteniendo ligeros tiroteos con el enemigo por las noches hasta el día 9
de diciembre que se efectúa por la compañía una rectificación de líneas
avanzadas hasta unas dominantes, quedando de posición y como reserva de
la compañía la sección que manda el Teniente Cristos.
El día 18 de diciembre y al mando de su
sección efectúa un reconocimiento hacia el enemigo con misión de
desalojarle de unas alturas dominantes desde donde efectúa fuego de
fusil, armas automáticas y morteros recibiendo esta sección fuego cada
vez con más intensidad por lo que se le ordena replegarse sobre nuestras
posiciones.
El Teniente de Complemento Cristos
ordena a sus pelotones el repliegue, quedando él con un subfusil
protegiendo dicho repliegue y recibiendo varias heridas por arma
automática del enemigo por las cuales falleció, siendo recuperado su
cadáver por su compañía.
En dicha operación en la que murió en
acción de guerra frente al enemigo el Teniente de Complemento Santiago
Cristos Astray, fueron heridos las clases de tropa que a continuación se
expresan:
Cabo Eusebio García Aguilar; soldados:
Ambrosio Reina Roldán, Juan Jiménez Morillas, Juan Maderas Villegas,
Martín García Rosales, José Jara Gallardo, Julián Mendieta Amador y
Francisco Jiménez González.
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