Fuente: LaOpiniondeZamora.es
El día 23 de
noviembre de 1957 se produce en Ifni la primera acción
bélica de bandas armadas del Ejército de
Liberación; el 30 de junio de 1958, la última con el
triunfo de la Operación. Desde el punto de vista utilitario
pírrica victoria; el 30 de junio de 1969, en el Ayuntamiento de
Sidi Ifni tuvo efecto el acto de retrocesión del territorio a
Marruecos y fue arriada la bandera española, la roja y gualda;
en 1934 había izado la tricolor el coronel Capaz cuando, sin
disparar un tiro, procedió a la incorporación a
España de aquel territorio cedido mucho tiempo antes por
Marruecos como concesión pesquera a los canarios. (Dato para la
memoria: Capaz fue asesinado en Madrid por los sicarios de
García Atadeli, don Agapito). Me atrevo a suponer que la
retrocesión no produciría especial entusiasmo al Duque de
la Torre pues siendo Capitán General de Canarias,
escribió que lfni era un portaaviones natural para la defensa de
las islas. Pero siempre es inútil oponerse a los signos de los
tiempos. La descolonización de Africa promovida por EE UU ya era
cosa de la ONU; a otras naciones europeas como el Reino Unido y Francia
les costó mas vidas y dolores que a España; claro
está que tenían mayores intereses en el continente.
Guerra
oculta de Ifni, silenciada por la censura de Franco se ha dicho. Verdad
a medias: oficialmente nunca fue considerada una guerra formal, ni por
España ni por Marruecos; ninguno de los dos Gobiernos la
declaró, y por parte de las autoridades españolas,
había un decidido y torticero empeño en negar que los
"desarrapados guerrilleros del Ejército de Liberación"
tuvieran algo que ver con las Fuerzas Reales de Marruecos; actuaban por
su cuenta. No es necesario demostrar que nadie se creía la
increíble especie. Sin embargo, no es cierto que se silenciara
totalmente aquel episodio doloroso de la historia reciente de
España. Desde Sidi Ifni periodistas conocidos -Luca de Tena,
Figueroa, Calvo Hernando, Santamaría, D´Ors?- informaron a
sus publicaciones, en crónicas visadas por la censura como
está mandado en situaciones bélicas. Por mi parte
conservo los originales de las mías con el sello del censor, y
creo recordar que fueron publicadas en una docena de periódicos.
Conservo también debidamente enmarcado un diploma que reza que
el general Gómez Zamalloa hace constar que soy somatén
activo de Sidi Ifni " habiendo prestado con carácter voluntario
cuantos servicios de armas se le encomendaron". Consistieron los
servicios en las rondas nocturnas con el llamado "Ejército de la
gabardina"; los soldados eran pocos y para que descansaran, unos
cuantos paisanos -maestros, propietarios de cine, pequeños
comerciantes, funcionarios, etc.- los sustituíamos en la
vigilancia de la ciudad durante la noche. Es muy cierto que tanto el
elemento militar como el civil soportaban limitaciones y carencias de
diversa índole a causa de la dificultad de atraque de los
barcos. En mala hora se le ocurrió a Luca de Tena escribir que
Sidi Ifni era el Paraíso de las amas de casa; algunas estuvieron
a punto de organizarle una cacerolada cuando leyeron la crónica.
Por
mi parte, antes de llegar a Sidi Ifni tenía noticia de la
precaria situación de los abastecimientos. Era a la sazón
director de "El Día" de Santa Cruz de Tenerife; visité al
capitán general López Valencia y le pedí que me
facilitara el viaje a Sidi Ifni como enviado especial de prensa;
ordenó al ayudante: llame a Las Palmas y avíseles que el
periodista Gamazo irá a primera hora a Sidi en el avión
de la verdura; y me advirtió: algunos de sus compañeros
les dan coba, no digo que no sea justa, a los paracaidistas; pero
también se baten el cobre esos soldados bajos y duros de Zamora.
Lo interrumpí: mi gente, general. Ya en Sidi Ifni me hablaron
del zamorano Fernández Prieto, el legendario coronel jefe de
Tiradores que con su fusta y palabras amables resolvía algaradas
de indígenas levantiscos. El avión de la verdura era un
"Junker" de la guerra civil; volaba bajo y sereno. En la cabina, el
piloto, brigada, y el ayudante, cabo. Conmigo viajaba un oficial de la
Marina; el brigada le invitó a sentarse a los mandos; el oficial
me tranquilizó; soy piloto, me dijo; al rato el brigada me
concedió que probara; tranquilo, me advirtió, el aparato
lleva piloto automático. El "Junker" aterrizó en El
Aiún dando saltos como si rodara en un campo recién
arado. Por fin, rasando la ciudad se posó en el aeropuerto de
Sidi Ifni; años después, cuando me contaban en
Berlín las fabulosas gestas del "Puente aéreo",
contraponía la pericia y el valor de nuestros aviadores
sobrevolando Sidi Ifni en sus viejos cacharros. Desde el aeropuerto un
taxi me llevó al hotel "Suerte Loca".
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