Página 1 de 6 Reivindicación de los soldados de Ifni-Sahara
Escribo las presentes líneas desde lo más hondo de mis sentimientos, a partir de aquel mínimo de dignidad que deben serles reconocidos a quienes tuvimos que realizar el servicio militar obligatorio en lejanas tierras africanas, aquellos territorios que las nostalgias imperialistas, tras la pérdida de Cuba, Puerto Rico, Filipinas, Las Marianas, Guam y el Protectorado del Norte de Marruecos, se denominaron, ampulosamente, “El África Occidental Española”. Dignidad que nos fue sustraída en el momento de la “mili”, y que todavía no nos ha sido reintegrada.
Desapareció el Régimen de Franco, que tan celosamente ocultó a la
sociedad española las penurias, fatigas y miserias que pasaban aquellos
jóvenes en los inhóspitos territorios africanos, y se esfumaron para
siempre los anhelos colonialistas de los que vivieron, francamente bien,
varias generaciones de militares profesionales, altos funcionarios,
contratistas y comerciantes varios. Pero su desaparición no nos devolvió
la dignidad perdida por falta de reconocimiento, ya que los gobiernos
democráticos se han desentendido de un tema, lejano y engorroso, por lo
que se debe continuar luchando sin descanso por aquello que nos
pertenece. Y, como dice un compañero que fue sargento de complemento en
Tiradores, nuestro enemigo (el de los soldados) no era el moro sino una
gran parte de nuestros propios jefes que con tanta injusticia nos
trataron.
El Congreso de los diputados, donde se “cuecen” las Leyes.
El Poder legislativo nacional (las Cortes) en los últimos años ha promulgado diversas leyes en el ámbito militar en las que se podía introducir la mención y el recuerdo del servicio militar obligatorio, especialmente gravoso, que sufrimos aquellos que por azares de un sorteo en las Cajas de Reclutas tuvimos que servir a España, con las armas en la mano, en los territorios del A.O.E. Esos soldados que no tenían permisos ni rebajes de fin de semana, muchos de los cuales tuvieron que soportar una guerra con Marruecos, y otros muchos mantener las posiciones defensivas de la sitiada ciudad de Sidi-Ifni en trincheras y pozos de tirador, rodeados de alambradas y campos de minas. Desgraciadamente no lo ha hecho, al menos con la generosidad que debía esperarse de una Patria que, por lo visto, solo era patrimonio de unos pocos.
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