Fuente: Jesús Huguet i Pascual (29 enero 2013)
En mi estancia en Sidi Ifni, durante los años 1966-1968,
aparecieron entre las obras y zanjas de la zona próxima al aeropuerto
unos restos cerámicos que prontamente consideré de interés. Mi amistad
con el ceramista Manolo Safont, un destacado profesional fallecido hace
tres años, me impulsó a remitírselos para que señalase el valor
arqueológico de los mismos y su posible origen. No había ninguna duda,
se trataba de unos fragmentos de “cerámica de Teruel”.
Este tipo de cerámica, aunque probablemente originada durante el
período musulmán de la Península Ibérica (de Al-Andalus), tuvo una gran
aceptación por todo el territorio español a partir de los siglos XIV, XV
i XVI. Actualmente aún existen alfares tanto en Muel (Zaragoza) como en
la propia Teruel donde se fabrican modelos derivados de los medievales.
La influencia de la cerámica turolense llegó hasta una de las más
conocidas y tradicionales de toda la Península, la cerámica valenciana.
De los tradicionales centros productores en Manises o Paterna surgieron
piezas que en cierto modo intentaban imitar alguna de las aportaciones
turolenses. Igualmente en Segorbe (hay que tener en cuenta que esta
ciudad castellonense es puerta de entrada del territorio valenciano en
Aragón y de las tierras aragonesas al Mediterráneo, por lo que las
influencias de las dos regiones son constantes) hasta hace muy pocos
años podíamos encontrar una producción claramente derivada de la clásica
de Teruel.
En Sidi Ifni con el amigo Hassan, 2007.
Aparte de la arcilla, dura y más resistente que la de otras zonas,
una de las características más singulares es el uso de elementos
florales y de unos colores uniformes, azul-morado y verde, poco
habituales por otras latitudes propensas a un colorido menos austero.
La aparición de esas piezas me impulsó a incidir sobre la posible
ubicación de Santa Cruz del Mar Pequeña en el actual territorio ifneño.
Podía tratarse de unos restos, unas huellas, que certificasen que en
aquel espacio habían “estado” españoles. Sé que la teoría de la
existencia de Sta. Cruz del Mar Pequeña y su emplazamiento es uno de los
caballos de batalla más traídos y llevados entre aquellos que se han
interesado por el pasado del territorio. Evidentemente, arrebatado por
mi apasionamiento juvenil y por la certeza que sólo unos españoles del
XV o XVI podían hacer uso de aquellas cerámicas, consideré casi como
dogma de fé que ambas denominaciones (Sta. Cruz de Mar Pequeña y Sidi
Ifni) venían a confluir en un solo espacio.
A J.M. Barranco, gracias al cual he recuperado unos artículos que creía perdidos.
|