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Agadir
Inmediaciones de Agadir
Se debe ir muy atento a la circulación, ya que son
muchos los vehículos que circulan, muy cargados, aunque con precaución,
porque la policía de tráfico dicen que es severa en extremo. Con el sol
encima de mi cabeza la moto devora la distancia que me separa de Agadir
(mi próxima etapa), ciudad tildada de turística y mundana, que ha
resurgido de sus propias ruinas. Como es bien sabido, en el año 1.960,
un maremoto la destruyó completamente, resultando muertos gran número
de sus habitantes, por lo que parece que al levantarla nuevamente, ha
sido con trazos modernos, de signo europeísta, a imagen y semejanza de
su no lejana Casablanca.
El respaldo debidamente “tapizado”
Conforme voy descendiendo por el continente africano, las tierras de
cultivo se espacian, y no existen núcleos urbanos de importancia en las
inmediaciones. Se intuye que el desierto, aunque lejano, forma parte
importante del contexto en el que estoy metido. Me parece que la
verdadera aventura está comenzando.
Como no se ven señales de gasolineras próximas, en
el primer poste que encuentro después de tragar tantos y tantos
kilómetros, procedo a repostar a tope el depósito de la moto y el
suplementario que llevo instalado en el costado izquierdo. Es un alivio
y una gran tranquilidad ya que, me doy cuenta, que el último atisbo de
civilización lo voy a encontrar en Agadir.
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