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Fuente: Revista Saudar, nº 110, diciembre de 2014
(Revista de la Asociación Cultural "Saudar" de la Ciudad de Jódar)
En reconocimiento y honor de quienes combatieron en la guerra de
Ifni. En honor, sí, un concepto hermoso que yace escondido en una
palabra en desuso. Y en honor también de cuantos después guardaron el
territorio, la mayoría soldados de remplazo, hasta su retrocesión a
Marruecos en 1969
Sidi Ifni, capital del África Occidental Española.
Primeras horas de la tarde del 11 de agosto de 1957.
Suena el teléfono y aquella mujer se apresura por el pasillo de su casa hasta alcanzarlo.
- Dígame.
- Buenas Filo, ¿ha regresado ya tu marido?
- No José, no ha vuelto. Desde tu anterior llamada me he asomado varias veces a la ventana, por si lo veo pasar, pero nada.
- Está haciendo un servicio, me lo han dicho en la compañía.
Bueno, creo que voy a salir enseguida pero de todas maneras, si llega
pronto que me llame, por favor. A mi despacho y si no estoy ya, que
llame al campo de aviación.
- Se lo diré, no te preocupes.
- Adiós Filo, cuídate.
- Adiós.
La mujer se asoma de nuevo a la ventana. Su casa está en la plaza de España, el centro neurálgico de la ciudad. Ocupa un pabellón junto al edificio de la jefatura del Grupo de Policía de Ifni, en el que sirve su marido. Pero la calle está desierta y la tarde más fresca de lo que corresponde al verano africano. Ella sabe que en los días así, el tagut, esa bruma nacida en la inmensidad del Atlántico, acabará engullendo la playa y el campo de aviación, e irá ascendiendo después por los acantilados hasta cubrir las calles de la ciudad. Las cosas están fatal, piensa. La semana de la comunión de la niña asesinaron en la misma capital a un sargento y un soldado nativos, ambos a las órdenes de su marido en el Grupo de Policía. Y poco después al capitán de Tiradores Mohamed Ben Lahsen, tiroteado mientras tomaba el té en una terraza del centro de la ciudad(1,2,3). El mes pasado, un soldado indígena del pequeño puesto español de Sidi Inno asesinó al cabo europeo que lo mandaba(4,5). Esta mañana le han contado que una patrulla del ejército fue tiroteada ayer por las bandas rebeldes mientras intentaba reparar un sabotaje en la línea telefónica entre los puestos de Id Aissa y Tagragra. Son esa gente que se hace llamar Yeicht Taharir, el Ejército de Liberación, del que el Sultán de Marruecos se desentiende oficialmente, pero que en Ifni todos intuyen que su instigador último no anda lejos del Palacio Real de Rabat. Todo el mundo está preocupado y ella no acaba de entender qué hace ahí con sus cuatro hijos. Desde la ventana recuerda su pueblo, Jódar, con nostalgia. El lugar donde han nacido también sus críos, al que añora y siente tremendamente lejano en una ciudad que se va haciendo cada día más tensa.
Pero esa mujer en la ventana no sabía entonces que acababa de despedirse para siempre del comandante José Martín Álvarez Chas. Tampoco sabía que este superior y amigo buscaba a su marido por haber sido el último oficial del puesto de Id Aissa, así como el anterior jefe del puesto y oficina comarcal de Tiugsa(6), y que quizá por ello era el mejor conocedor de la comarca de la montaña entre los oficiales disponibles en la capital. El alto mando había decidido bombardear las posiciones del Yeicht Taharir próximas a la frontera, en represalia al ataque sufrido por el grupo que intentaba reparar la línea telefónica. Y Álvarez Chas quería a su marido junto a él, como observador en aquel vuelo. Aquella sería entendida como la primera respuesta bélica de la aviación española en Ifni y acabaría fatalmente para los ocupantes del avión, pues la tardía salida del bombardero así como el tiempo empleado en montar en vuelo las bombas e identificar los objetivos, implicaría que el bombardeo no pudiera efectuarse con precisión. Según las conversaciones sostenidas por radio con el avión(2), a última hora de la tarde se decide suspender el ataque y cambiar el rumbo para soltar las bombas sobre el océano. Pero el Atlántico y sus brumas se tragaron el viejo Heinkell He-111. Nunca se encontraron sus restos ni los de ninguno de los hombres que integraban su tripulación.
Arriba: Mapa del
reparto colonial de Marruecos entre Francia y España. Según el acuerdo de 1912,
España mantenía dos zonas de protectorado: una al norte, con capital en Tetuán,
y la otra al Sur, con cabecera en Villa Bens, actual Tarfaya. Además disponía
de dos territorios de plena soberanía: el Sáhara Español e Ifni.
Abajo: Primer mapa del territorio de
Ifni, levantado en 1878 por la expedición del buque “Blasco de Garay”, dirigida
por Fernández Duro(13).
A estas alturas Madrid había dejado de restar importancia a los informes que llegaban desde Ifni y el Sáhara en el sentido de que estaban produciéndose importantes concentraciones de tropas del Yeicht Taharir, no ya de camino a Mauritania en sus hostilidades contra las fuerzas francesas, sino estacionadas en la frontera y realizando incursiones en territorio español. Marruecos había obtenido la independencia en 1956, Francia entregó entonces el gobierno de su protectorado al Sultán (Rey) de Marruecos, y España hizo otro tanto con el norte del suyo. Además, este nuevo país se estaba convirtiendo en un firme aliado de los Estados Unidos. Hasta entonces, el mensaje oficial y las órdenes de Madrid hablaban de promover la concordia entre pueblos hermanos y el espíritu de comprensión. Pero las cosas estaban cambiando, y mucho: Se establecen planes de defensa, se reorganiza la tropa de Tiradores de Ifni, agrupando a todos los indígenas en un único Tabor destinado a tareas auxiliares, alejadas del servicio de armas, y se desarma igualmente, de manera parcial, a los indígenas de la Policía, Grupo que recibe este año por primera vez soldados peninsulares de reemplazo(2,3,4,5).
Los hijos del teniente Yanes en la entrada del puesto de Tiugsa-Tagragra, junto a un policía indígena. Verano de 1956.
La sábana de la Guerra Fría envolvía el mundo desde el final de la Segunda Guerra Mundial, y el Régimen español llevaba algunos años sirviéndose de ello para intentar romper su aislamiento internacional. Pero el Sultán era un freno al comunismo en el convulso norte de África, en pleno proceso descolonizador. Y por ello un aliado de Estados Unidos, más relevante que España para los intereses americanos.
Por otro lado, el Ejército de Liberación había sido una herramienta útil para acelerar el final del protectorado francés. Una vez lograda la independencia, parte de sus efectivos se integraron en las recién creadas Fuerzas Armadas Reales. Unas fuerzas, por cierto, parcialmente armadas por España, algunos de cuyos subfusiles, fusiles y granadas fueron cedidos libremente para ser recuperadas luego como botín de guerra durante los combates de Ifni, en lo que constituye una de las principales evidencias de la estrecha relación entre las autoridades marroquíes y los atacantes de Ifni(1,3). El resto del Ejército de Liberación, en el que había bastantes elementos republicanos, renuentes al Sultán(15), fue enviado al sur, al Gran Sur, en lo que era un sueño compartido por el Palacio de Rabat y los ideólogos del Ejército de Liberación: Materializar el dominio sobre el Gran Marruecos, un vastísimo territorio que comprendiera desde las costas del Mediterráneo a San Luis del Senegal(2,5).
Oficina Comarcal y Puesto de Policía de Tiugsa-Tagragra en los años cincuenta del pasado siglo. En primer plano el aduar indígena y al fondo de la imagen, a la derecha, el pequeño cuartel del destacamento de Tiradores.
Éste es el escenario geopolítico en el que se llegaría a la Éste es el escenario geopolítico en el que se llegaría a la fatídica madrugada del 23 de noviembre. Por aquellos días, Mohamed V, Sultán de Marruecos, visitaba oficialmente los Estados Unidos de América, circunstancia que recogería también la prensa española de la época(7). Y el gigante occidental vetaba a España el empleo en Ifni de armas y equipos suministrados por la ayuda americana. La mujer en la ventana, inquieta pero aún ajena a la magnitud de lo que se le venía encima, decide retomar las tareas domésticas. Busca entonces a Brahim, el ordenanza de la policía, sin saber que el tableteo de las armas automáticas habría de llegar tres meses después a la capital de Ifni. Sin saber tampoco que el mismo Brahim a quien ahora llama, acabaría desertando armado en aquellos días.
Playa de Sidi Ifni en la actualidad (octubre de 2013). La barandilla que aparece en primer plano, y que da nombre al lugar, fue construida por España en la década de los cuarenta del pasado siglo, momento en el que se asentaron las bases del desarrollo urbanístico de la ciudad, capital primero del África Occidental Española y después de la provincia de Ifni. Al final de la playa puede apreciarse el cementerio musulmán, anexo al morabito del Chej Sidi Aali n’Ifni, y sobre la loma de Punta Mercedes, el antiguo cuartel del Grupo de Tiradores de Ifni.
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