Fuente: Costa Comunicaciones
Adolfo Cano, excombatiente de Ifni (1957-58) aportará su testimonio sobre la última guerra de España.
Adolfo Cano, excombatiente de Ifni (1957-58) aportará su testimonio
sobre la última guerra de España. Este vecino de El Campello presentará
una exposición fotográfica en la Sala de Exposiciones de la Calle
Cervantes de San Vicente del Raspeig sobre este conflicto que estará
abierta al público del 6 al 26 de mayo y ofrecerá una conferencia el día
14 en la misma sala, a las 19:00 la cual estará presentada por Emilio
Simarro, caballero Paracaidista en el Sahara (1962).
Adolfo Cano siempre ha defendido que este conflicto se podía haber
evitado o al menos mitigado y no haberse cobrado 250 muertos, 40
prisioneros recuperados, 38 muertos cuyos cuerpos no se recuperaron, y
más de 500 heridos y muchos que salieron de aquel infierno con secuelas
que somatizaron muriendo prematuramente.
Adolfo Cano.
Adolfo Cano siempre ha defendido que este conflicto se podía haber
evitado o al menos mitigado y no haberse cobrado 250 muertos, 40
prisioneros recuperados, 38 muertos cuyos cuerpos no se recuperaron, y
más de 500 heridos y muchos que salieron de aquel infierno con secuelas
que somatizaron muriendo prematuramente.
Adolfo, Cuéntanos como fueron esos primeros momentos en los que te trasladas de tu Valencia Natal a Ifni.
Adolfo Cano: Me tocó cumplir el servicio militar obligatorio(SMO) en
Ifni y allí fui con una maleta de madera (la maleta de madera era en
la época la maleta del SMO) como único equipaje. Yo tenía 20 años y no
sabía ni ubicar ese lugar en el mapa. Nos montaron en un tren en
Valencia que partió a Cadiz, de allí cogimos un barco hacia las Palmas
en un travesía que no fue precisamente un viaje de placer. Embarcamos en
un carguero y tuvimos unas condiciones de la mar horribles que
produjeron que el barco tuviera un problema y no pudiera continuar la
travesía. Un barco militar tuvo que venir a rescatarnos y en alta mar
tuvimos que pasar de un barco a otro trepando por redes de asalto con
nuestras maletas de madera casi entre los dientes, fue una auténtica
odisea.
Una vez a bordo del barco militar nos hacinaron en su bodega donde a
causa movimiento del barco los soldados se devolvían unos encima de los
otros y cuando desembarcamos nos baldearon a todos. Tras hacer escala en
la isla de Hierro y Las Palmas nos dirigimos a Sidi Ifni. Al llegar a
su costa permanecimos cuatro días a 300 metros de tierra porque no se
podía desembarcar debido a la mala mar. Una vez se calmaron algo las
aguas tuvimos que pasar con redes de asalto a un anfibio del año de
matusalén y para llegar a la playa tuvimos que salir con el agua por las
rodillas y, por supuesto, cargados con la maleta de madera.
E.R.: ¿Cómo te sentías en esos primeros momentos de tranqulidad y cómo cambió tu percepción cuando estalló el conflicto ?
A.C.: En esos primeros momentos, antes del conflicto, por mi corta
edad, vivía todo aquello como una gran aventura. Pero cuando llegó el
momento de que tenía que matar a alguien porque si no te mataban a ti me
cambio la visión de todo. Dentro del conflicto uno no tiene el
pensamiento de estar defendiendo la patria, es más bien una cuestión de
supervivencia. Nos habían amaestrado como perros famélicos durante el
servicio militar. Uno no era nadie, llegaba un oficial y te daba dos
guantazos y tenías que tragar. Al individuo lo doblegaban y no eras más
que un número con nombre.
Podríamos decir que nuestro servicio militar fue en dos fases. Nada
más llegar (el 20 marzo de 1957) había tranquilidad y todo era
diferente, el habla, la música, los olores, nos juntábamos con los
nativos. Todos disfrutábamos con ellos del té con hierbabuena. Pero
cuando llega el follón el 23 de noviembre de 1957 a partir de ahí ya
todo se disgrega amigos que estaban en tu compañía los mandan a prestar
servicio en otros puntos.
La hora del rancho.
E.R.: ¿Dónde estabas destinado?
A.C.: La Hisitoria suele confundir la Guerra de Ifni con la Guerra de
Sidi Ifni. Hazte una idea de que Ifni es España y Sidi Ifni es Alicante
y nosotros estábamos en Sidi Ifini. Ifni con 1.600 kilómetros
cuadrados estaba gestionado por acuartelamientos militares dispersados
por todo el territorio en los que podría haber del orden de 12 soldados
el más pequeño y 140 el más grande. Yo pertenecía al Grupo de Tiradores
de Ifni, junto al cual habían una Bandera de la Legión y la Policía
Militar, algo de sanidad y transmisiones. La guarnición total para defender el territorio era de uno 2200. Los moros sobre 6000 con armamento más moderno.
E.R.: ¿Cómo viviste el comienzo de la guerra?
A.C.: Aunque habían rumores de que de un momento a otro iba a
estallar el conflicto el principio de la guerra, los moros tenían un día
“D” y una hora “H”. A mi me podían haber cortado el cuello de no haber
habido un chivatazo gracias al cual pudimos reaccionar antes del ataque.
Antes se vivían episodios como el ocurrido en agosto de 1957 cuando
hubo un atentado en la playa en la zona donde nos abastecíamos por mar
de combustible. Incendiaron 100.000 litros de gasolina. Yo estaba
haciendo guardia por la zona, la seguridad de la playa le correspondía a
la policía, y presencie todo el espectáculo. Cuando no, mataban a un
capitán o soldados nativos, o izaban la bandera marroquí en la capital.
E. R.: ¿Tuviste alguna herida de guerra?
La onda expansiva de un mortero me tiró al suelo y caí sobre una
piedra que terminaba en punta que me produjo un gran derrame y rotura
fibrilar en el muslo derecho. Eso me dolió físicamente, pero ese mismo
mortero le abrió el vientre a un amigo de la compañía y sus gritos de
muerte aún los puedo escuchar. La imagen fue dantesca, al final lo
metieron en un camión porque no había ambulancia. Reanudamos la marcha y
pude continuar cojeando mientras tenía caliente el muslo pero al
atardecer la columna realizó una hora de descanso, porque estábamos
cinco días andando. Yo tuve la mala idea de tumbarme y cuando se reanudó
la marcha yo no podía andar. Y entonces es ahí cuando uno se da cuenta
que el organismos tiene unos mecanismos de defensa, la adrenalina y las
endorfinas que llegan a ser más potente que la morfina. Cuando vi que la
columna se iba y que el enemigo estaba muy cerca, acechando, con el
mosquetón como muleta continué la marcha y ayudados por unos y por
otros, cuando llegamos a Sidi Ifni y pasamos de la primera linea de
guerra a nuestra zona encontré una vaguada me acomodé y me tapé con una
lona de una tienda de campaña, como llovió, dormí con las posaderas a
remojo, pero ni un resfriado. Ese no fue para mi el final de la
“Operación Netol” Dos aspirinas y un palo como muleta y a primera linea.
E.R.: ¿Cómo era la comunicación con tu familia?
A.C.: Mi única comunicación con mi familia era por carta. Mi padre
era de Denia y mi madre de un pueblo de la provincia de Cuenca. Tuve la
desgracia de que mi padre murió de un Ictus a los 56 años, una triste
noticia de la que yo me enteré tras regresar de la “Operación Netol” en
estado de shock por haber presenciado muertos que por el rigor mortis
teníamos que romperles los huesos con el mosquetón para meterlos en el
camión, ver soldados con vientres abiertos y otros horrores.No tuve
permiso por el fallecimiento de mi padre.
E.R: ¿En qué consistió la “Operación Netol”?
A.C.: La “Operación Netol”, tuvo lugar el 1 de diciembre de 1957,
que tenía como objeto la liberación de los puestos Mesti, Telata,
Tiliuin y la sección del Teniente Ortiz de Zarate. Para la operación se
organizó una fuerza compuesta por varias unidades. La I Bandera
Paracaidista, la VI Bandera de la Legión, el IV Tabor de Regulares, 2
compañías del Regimiento Soria 9, una sección de zapadores del
Regimiento nº6 y destacamentos de automovilismo, sanidad, transmisiones y
apoyo aéreo.En total unos 1200 soldados.
Cuando recuperamos con mucho esfuerzo el puesto de Telata por orden
del General Zamalloa que era un Laureado de San Fernando de la División
Azul que había sustituido en aquellos meses al General Santallana, mando
el dia 24 de noviembre una sección de paracaidista fuesen a Telata a
socorrer a los que estuviesen asediados allí. Pero en “radio macuto” se
decía que había sido el Teniente Ortiz de Zarate. Dicen que fue él quien
dio el paso al frente mandando allí a un grupo de 50 personas con un
mortero que no funcionaba, una radio que tampoco funcionaba. Íbamos con
alpargatas por un terreno pedregoso, las alpargatas duraron un día y
medio. Yo me encontré un turbante de un moro y me lo anudé en el pie y
así íbamos. Como provisiones nos dieron una lata de sardinas y una de
carne. El armamento que llevábamos eran los mosquetones Mauser de la
Guerra Civil que limpiábamosel cerrojo con polvo de platos machacados.
Con ese polvo y un trapo se pulían, pero de tanto limpiarlos el percutor
no llegaba al pistón y cuando disparabas no salía siempre la bala.
Francia, en el mes de octubre,nos había ofrecido 12 aviones T6,(
España los rechazo) que eran aviones de la época, mientras que nosotros
usábamos el modelo Junker de la Guerra Civil. Muchos de los muertos
fueron por accidentes aéreos. Por poner un último ejemplo, en lugar de
tirar bombas desde el avión tiraban bidones de gasolina a mano con un
artilugio que un Teniente mañoso había inventado para que detonara.
E.R.: ¿Qué cosas que hiciste durante esa contienda te sorprenden hoy en día cuando las recuerdas?
A.C.: En la vorágine de la guerra uno se embrutece de tal forma que
yo, que no soy capaz de matar ni a una mosca, a veces no puedo creer las
cosas que sucedieron en ese conflicto. Estando en una columna de
rescate sufrimos el ataque del fuego enemigo, una vez finalizado, la
compañía de vanguardia y de retaguardia tenían que limpiar la zona. Uno
de los enemigos se había refugiado en una cueva y teníamos que
eliminarlo para que no pudiera atacarnos desde allí como francotirador.
Entonces recuerdo que un pelotón de mi compañía conseguimos por la parte
lateral llegar a la zona donde estaba la cueva y tiramos dentro cinco o
seis granadas de mano. Después de las explosiones entramos a la cueva y
su cuerpo estaba totalmente troceado. Vimos un macuto en el que había
un pan grande, que con el hambre que teníamos por estar cuatro días sin
comer, devoramos a pesar de estar totalmente cubierto de sangre y
polvo.
E.R.: ¿Cómo fue la vuelta a casa?
A.C.: La Guerra terminó oficialmente el 30 de junio de 1958. En el
mes de julio nos dieron la noticia de que el conflicto había finalizado.
Estábamos en la montaña y llegaron unos con unos fumigadores y nos
embadurnaron de un polvo blanco de arriba a bajo. Nos llevaron a las
duchas y después nos dieron ropa que no era la tuya eso sí volvimos a
casa con la misma maleta de madera. En el barco cuando iba viendo que
Ifni se iba haciendo cada vez más pequeño pensaba en mi madrina de
guerra, una chica tetraplégica de Málaga que se llamaba Mercedes que se
había presentado voluntariamente para intercambiar cartas con los
soldados. Entre los dos hubo una relación epistolar que significó mucho
para mi. Aunque yo tenía novia, el escribirle significaba para mi un
gran desahogo pues no le daba la misma visión de la guerra que a mi
familia. Una vez, en la cubierta del barco pensaba que, de alguna
manera, la había hecho daño por introducirla en una vida que no le
pertenecía. Era una relación no amorosa, platónica tal vez, que me marcó
mucho. A medida que la ciudad de Ifni se iba haciendo más pequeña, yo
iba rompiendo las cartas de Mercedes y tirándolas al mar.
E.R.: Los excombatientes de la Guerra de Ifni reivindicáis unas indemnizaciones que os corresponden y que nunca llegaron.
A.C.: Sí, la historia ha ocultado este conflicto por aquello de no
molestar a Marruecos, tanto es así que en el gobierno de Zapatero
estando de ministra de exteriores Trinidad Giménez, se donó a Marruecos
100 millones de Euros. Se había otorgado la Laureada de San Fernando
que es la mayor condecoración militar a un regimiento de caballería que
se había distinguido en el desastre de Annual de 1921 durante la Guerra
del Rif por lo que Marruecos pidió una indemnización por el uso del gas
Mostaza en dicha guerra. Con esto quiero decir que España no quiere
volver a tocar el tema pero los que estuvimos en Ifni del 57 al 59
gracias a Ciu, unido al Partido Popular y al Grupo Mixto con la
oposición de PSOE se aprobó en la Ley de Carrera Militar, la 39/2007, en
el apartado último noveno se aprobó que aquellos que estuvieron en la
campaña les correspondía un reconocimiento nominal. Esta ley se aprobó
con una dotación presupuestaria de un millón de euros aumentando esta
cantidad en presupuestos posteriores. Esto salió en el BOE el 1 de enero
de 2008. Pero esas indemnizaciones nunca se pagaron, yo llevo 12 años
reclamándolas y habré escrito unas 40 cartas tanto al Rey,como a los
distintos ministros Carmen Chacón primero y luego Pedro Morenés.
|