Prólogo
Un día de febrero entrando en Internet, se me ocurrió marcar en Google la palabra IFNI, una gran antidad de datos aparecieron sobre el tema, fui poco a poco recogiendo la información que aparecía, localicé la Asociación de Amigos de IFNI, y en ella un enlace al Rincón de Sidi Ifni. Durante unos días fui recorriendo las paginas y decidí formar parte del mismo.
Tengo que agradecer en primer lugar a Pablo Vázquez, que con su magnífico RINCON de Sidi Ifni, ha logrado que mis recuerdos se aviven tras casi 43 años del comienzo de esta aventura de mi descubrimiento de IFNI.
En segundo lugar, y no menos importante, a mi reencuentro, gracias a este Rincón, de mi maestro Matias Pulido, que después de ver el mapa sobre las líneas telefónicas y aportarme varios datos sobre él, me animó a seguir contando cosas.
Al escribir estas cartas quiero hacer un resumen de mi estancia en IFNI, y aunque tal vez parezcan duras, las escribo con cierta nostalgia del tiempo pasado, son pensamientos que me vienen a la memoria.
El título lo he sacado de una canción de mi grupo HEAVY favorito, de orígenes árabes y andalusí, Medina Azahara. En la última canción del disco XX Aniversario, editado en 2000, titulada CARTA DE UN SOLDADO, la primera estrofa de la canción decía:
"La carta de un soldado que nunca leerás".
Espero que estas si sean leídas por quien le interese.
CARTA 1ª. Incorporación a filas
El día 26 de Abril de 1966 la carta llegó en forma de citación del Ayuntamiento de Bilbao, se me ordenaba mi incorporación a filas el día 1 de mayo de 1966, destino: Sector de IFNI.
Después de presentarme a la hora citada, y por vivir a escasos 200 metros del Cuartel de Garellano (hoy día ya no existe como cuartel del ejército), se me permite pernoctar en mi casa, con la obligación de acudir al día siguiente a las 8 de la mañana. Así que el día 2 de mayo de 1966, todos los llamados de Vizcaya con destino al Sector de IFNI, somos trasladados hasta la estación de Abando, y a las 11 horas, en tercera clase del tren Correo de la RENFE, partimos hacia Madrid.
Emprendemos la marcha y tras ir parando por todos y cada uno de los pueblos, apeaderos y estaciones de mayor o menor importancia, con una parada de mas de 2 horas en Miranda de Ebro, y después de más de 8 horas, llegamos a Madrid.
Cambiamos de tren a otro algo mas confortable, ya que en esta ocasión será exclusivamente para reclutas que provenimos de toda la zona norte de la Península, partimos hacia Sevilla.
En la estación de Córdoba, ya muy entrada la noche, hacemos una larga parada donde nos dan algo para cenar. Hacemos noche en el tren. Todavía los ánimos están fuertes y después de 10 horas llegamos a Sevilla.
Somos llevados a un campamento donde, unos soldados llamándose peluqueros, nos dan un buen repaso a nuestras cabezas. Seguidamente nos damos una buena ducha, a partir de la cual nos hacemos con la primera ropa militar, no hará falta decir que dicha ropa no tiene tallas, yo mido “1,60 mtrs.”, posteriormente comprobamos que esta le sirve perfectamente a mi compañero de viaje, de apellido Mardones y natural de Muskiz, y que desde Bilbao nos hemos hecho compañeros de viaje, el tal Mardones mide “1,90 mtrs.” Después de intercambiarnos la ropa entre nosotros, nos montan en camiones con destino al aeropuerto militar de Sevilla.
Nos dan una chapa, con número que anotan en un registro junto a nuestro nombre, y la pastilla. No sé para que sirve, pero dicen que hay que tomarla, esta pastilla nos acompañará no solo durante el viaje hasta IFNI, sino que durará durante toda nuestra estancia en el campamento, como soniquete de los instructores.
Víctor el primero de la izquierda, el siguiente Mardones
Es la primera vez que monto en avión, pero gracias a los pilotos nos hacen pasar el viaje de 3 horas especialmente divertido, con visitas a la cabina, y nuestro compañero Mardones por breve tiempo se convierte en nuestro piloto. El trayecto es espectacular, el paso por el estrecho, los montes larguísimos de Marruecos, el terreno yermo, hasta llegar a SIDI IFNI. La llegada al aeropuerto es sorprendente, con un sol de plano poco visto por mi tierra (Vizcaya). Lo primero que nos piden bajando de la escalerilla del avión es el “agua” de nuestras cantimploras, "¿no hay agua aquí?" pregunto. "Sí, toda la que quieras, pero la que tú traes es agua de la península" contesta.
Al contemplar por vez primera los montes escarpados de las tierras de
Ifni, el cielo de un azul intenso, por el otro lado el mar infinito, no
encuentro palabras para describir los detalles que se agolpan en mi
memoria.
Sin casi tiempo para verlo todo, nos trasladan andando hasta el
campamento, donde somos distribuidos por las distintas tiendas de
campaña.
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