Fuente: La Vanguardia (1ª edición impresa) (suscripción) 23/ene/2018 (leer en PressReader)
Una exposición en el Museu de Cultures del Món revisa la presencia de soldados catalanes en la provincia africana
"Sufrimos mucho y allí nos despreciaban”. Con esta escueta frase se
resume lo que significaba hacer el servicio militar en Ifni en 1957
cuando la Armée de Libération National (ALN) de Marruecos atacó las
posiciones de los soldados españoles en este territorio africano que
entonces era una provincia española. Lo explica Jorge, de Sant Andreu,
que pide que no se ponga su nombre completo, aunque han pasado sesenta
años de aquellos hechos que representan la última guerra en la que
participó el ejército español.
Este testigo y otros forman parte de la exposición Ifni. La mili
africana dels catalans que hoy se inaugura en el Museu de Cultures del
Món de Barcelona. La muestra quiere restituir la memoria olvidada de un
territorio colonial a partir de las vivencias de los soldados. Ifni fue
conquistado por el ejército español en 1934, durante la II República, y
se conservó hasta 1969, cuando se retrocedió a Marruecos. Entre el 23 de
noviembre de 1957 y finales de junio de 1958 hubo una guerra en la que
murieron cerca de 400 soldados del bando español y unos 900 del
marroquí.
Una plaga delangostas. La exposición se nutre de fotos de los mismos soldados,
como esta de Lorenzo Rodríguez, donde se ve una plaga de langostas, que sufrieron en 1959.
“Por la noche veíamos sombras, la gente se ponía nerviosa y
empezaba a disparar”, explica Jorge, que con 84 años conserva el
recuerdo nítido de aquel año y medio que pasó en el desierto. “Me quedó
marcado, y no sólo por esta herida que tengo en el pecho”, nos dice este
exmilitar que mientras visita la exposición se saca del bolsillo cartas
de soldados que todavía conserva. “De día nos obligaban a hacer
caminos, a pico y pala, y de noche hacíamos guardias, íbamos reventados.
Una noche el hijo de los Colmados Marimon se durmió en la guardia,
entraron unos moros en la trinchera y degollaron a dos soldados. Se lo
llevaron, le hicieron un consejo de guerra y lo fusilaron en las
Canarias. Allí se trataba de salvar la piel”. También se acuerda muy
bien del teniente García, “el que solía decir que ‘vale más un mulo que
tres soldados', y que una vez por hablar mientras formábamos me dio dos
latigazos en la espalda”.
Andrés Antebi, Pablo González Morandi,
Alberto López Bargados y Eloy Martín (que forman el grupo de trabajo
Barcelona Metròpoli Colonial) son los comisarios de la exposición que
estará abierta todo el año. Su objetivo es “impugnar la visión
hegemónica de que la sociedad era ajena a la experiencia colonial”. En
Guinea Ecuatorial estaba claro que la burguesía catalana tenía intereses
en el sector del cacao y de la madera y en el caso del Ifni se trataba
de una “colonia básicamente militar, ya que allí no había recursos
naturales”. Aun así fue una empresa catalana (Cubiertas y Tejados) la
que construyó un teleférico en el año 1967, otra empresa textil
aprovisionó a los paracaidistas que intervinieron por primera vez en la
historia para auxiliar a unos soldados asediados en Tiliuin en 1957 y
Codorniu regaló diez mil botellas de cava a los soldados (las cajas
llevaban escrito: “Mi corazón, el de mi familia y el de mis obreros
están con vosotros”). Aun así, los soldados dicen que el cava nunca
llegó, al menos a la tropa.
En la
exposición se recoge el testimonio de 23 soldados que estuvieron en Ifni
de un total de 400 que se reúnen todavía hoy en torno a la Asociación
Catalana de Veteranos de Sidi-Ifni, que preside Miquel Querol. También
se han grabado entrevistas con antiguos soldados que combatieron con el
ejército marroquí y tienen una visión antagónica. En el lado español
aquel episodio se quiso ocultar y quienes lo vivieron lo recuerdan con
sensación de peligro y angustia permanente. En el lado marroquí se vivió
de forma épica, como una victoria que forma parte de la memoria del
país.
La exposición se basa sobre todo en
fotografías y documentos conservados por los soldados catalanes. Son
imágenes que hablan por sí mismas. Como la de unos paracaidistas y una
cabra en las puertas del cuartel, mientras en una pared se lee: “Dios te
dio un alma / tus padres un cuerpo / la patria un arma / conserva
limpias las tres”.
Simulacro. Los soldados destinados al Ifni lo eran por sorteo, pero algunos fueron allí castigados.
Una vez allí se encontraron con una realidad que desconocían y una guerra de la que no se hablaba.
También se proyecta un
fragmento del NO-DO sobre la Nochevieja de 1957, cuando el gobierno de
Franco envió a varios artistas, entre ellos Gila y Carmen Sevilla, en
una costumbre que años más tarde se ha repetido en otros frentes. Las
fotos de la velada ocupaban la primera página de La Vanguardia del 3 de
enero de 1958: “Fin de año en el territorio español de Ifni”. Y el mismo
Jorge nos recuerda que el soldado que salió a bailar unas bulerías con
Carmen Sevilla, que aparece fotografiado, se llamaba Jesús Palomino
Gómez y era de Córdoba.
Para Josep Fornés,
director del Museu de Cultures del Món, “la exposición trata de un tema
incómodo, pero museos como el nuestro tienen que hacer museología
social, no se trata de captar al turista sino de apostar por la
calidad”.
La guerra de 1957-58 contra los marroquíes fue la última en la que participó el ejército español.
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