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Prólogo
Conocí a Adolfo Cano hace bastantes
años. Nos unió fortuitamente una comida ‒en la que aleatoriamente nos
sentamos juntos‒ que un par de compañeros veteranos de Ifni organizaron,
precisamente en el pueblo donde él habitaba, El Campello, comida que se
creyó iba a ser muy minoritaria ‒de asistentes‒ pero que congregó a
casi 70 exsoldados del SMO (Servicio Militar Obligatorio) en aquel
territorio africano. Obviamente había "morriña" de aquella etapa de
nuestra juventud.
Adolfo acudió por curiosidad ‒y
cercanía‒ al evento y se reveló como excombatiente, como uno de los
sobrevivientes de la guerra de 1957-58, en su calidad de soldado de
Tiradores de Ifni ‒IV Tabor, 23ª compañía‒ y de repente ‒según propia
confesión‒ se le vinieron a la mente los confusos recuerdos de cuanto
había vivido en Ifni, recuerdos que, por "higiene mental" ‒frase que en
más de una ocasión le oí decir‒, había creído muertos, aunque de repente
se los encontró "resucitados".
Después de Ifni, de Adolfo Cano Ruiz
De aquel día y de su mano surgió la idea
de formar una Asociación y en una reunión de siete de aquellos
veteranos en una cafetería de Alicante se constituyó AVILE ‒Asociación
de Veteranos de Ifni del Levante Español‒ de la que Adolfo fue nombrado
Presidente. Se redactaron unos Estatutos, que se legalizaron y se abrió
una página Web, con la impagable ayuda de Pablo Vázquez Ramírez, el
"paño de lágrimas" para todo aquel que se interese por los asuntos de
Ifni, quien incluso en una de las primeras Asambleas celebradas en El
Campello se desplazó desde Las Palmas ‒en donde vive‒ para dejarlo todo
"atado y bien atado".
Adolfo que hasta entonces había estado
desconectado de todo lo relativo a Ifni ‒guerra incluida‒, empezó a leer
y documentarse respecto del África Occidental Española con tal
aprovechamiento ‒gracias a su gran inteligencia natural‒ que en muy poco
tiempo dominaba el tema como uno de los mayores expertos no
profesionales de nuestro país, escribiendo muchos artículos "colgados"
en las Web de El Rincón de Sidi Ifni y de AVILE, abriendo un blog
personal, que tituló "Veteranos de Ifni Sahara", en el que continuamente
publicaba largas parrafadas de materias ifneñas, e inició una vía
reivindicativa para el colectivo de la "soldadesca", tan olvidado por
las autoridades de entonces y de ahora, dirigiéndose a todo tipo de
estamentos oficiales, desde la Casa Real y el Ministerio de Defensa, a
los ayuntamientos de las ciudades de donde procedían algunos de aquellos
soldados, promoviendo exposiciones de fotografías y dando conferencias
en las que no era de extrañar que se le quebrara la voz y le saltaran
las lágrimas recordando a los compañeros "desaparecidos" en combate
cuyos cuerpos no fueron recuperados jamás, o su odisea personal al haber
matado directamente a un "enemigo", arrojándole una bomba de mano al
interior de la cueva en la que se hallaba escondido y desde la que les
hostigaba.
En la cúspide de sus actividades le
sobrevino un ictus cerebral que motivó su renuncia al cargo de
presidente de AVILE ‒fue nombrado presidente de honor perpetuo‒ y al
reponerse ‒recobró el habla y el movimiento de parte del cuerpo‒
continuó su combate reivindicativo desde la retaguardia, con la
minuciosidad que su profesión de maestro relojero le otorgaba, llegando a
escribir y publicar un libro con sus memorias militares ‒"Ifni
1957-1958. Sin memoria histórica", Ed. Punto Rojo (2017)‒ y ser el
protagonista de un reportaje que emitió en horas de máxima audiencia "La
Sexta" de TV.
Quien escribe estas líneas ha tenido
innumerables ocasiones de oírle contar a Adolfo algunas de sus
"correrías" europeas, siempre muy esquematizadas y sin profundizar en
los motivos y/o causas que las originaron... Tan solo ahora, al leer "Después de Ifni",
podemos entender el drama oculto que llevó consigo nuestro amigo
durante toda su vida. Que su padre muriera mientras él hacía la mili y
la guerra y su madre falleciera seis meses después de licenciarse ‒ambos
progenitores tenían tan solo 45 años de edad‒ es el golpe bajo más duro
que se le podía dar a aquel joven que tuvo que intervenir en la última
guerra colonial de España frente a su enemigo secular, Marruecos.
Como la vida sigue y poco o nada le
ataba a su Valencia natal, amén de su "rebeldía" congénita ante las
injusticias laborales, sus inclinaciones políticas hacia las izquierdas y
un ansia oculta por la aventura, que había descubierto cuando le "tocó"
ir a Ifni para hacer el servicio militar, su relación con "Luis", el
francés de origen español, conectado con el anti franquismo parisino,
así como su inicial oficio en la construcción naval, le permitió la
emigración a Alemania, para trabajar y ganar el dinero necesario para su
manutención y ayudar a su hermano menor al que le llevaba dieciséis
años, hasta dar el paso definitivo que Adolfo titula como ¡Al fin París!
en donde ya pudo entrar en contacto con la gente contraria al Régimen
de Franco, que tras los primeros recelos lo llegaron a incardinar en sus
estructuras semi clandestinas, alcanzando a conocer elementos tan
destacados como a Valentín González "El Campesino".
En este punto ‒su entrevista con "El
Campesino"‒ se interrumpen los folios de las Memorias que Adolfo enviaba
al común amigo Pablo Vázquez, para que le diera su siempre sabia
opinión. No sabemos si existen más folios ‒su familia cree que todo lo
que había escrito lo había remitido a Pablo‒ y es una pena que tantos e
interesantes recuerdos se hayan quedado en el "tintero de la Historia".
Nosotros sabemos, por conversaciones personales con él, que Adolfo tuvo
propuestas para integrarse en "comandos" armados para actuar dentro de
España, a las órdenes del Partido Comunista, y estamos confundidos, con
los recuerdos de esos parlamentos, que parece ser no fructificaron, pues
Adolfo continuó en Francia durante unos años, trabajando como maestro
relojero y actualmente cobraba una pensión de jubilación de la seguridad
social del país galo, algo también de Alemania y la de trabajador
autónomo en España a donde volvió, no a su Valencia de origen sino a
Alicante ‒El Campello‒ donde montó su propio taller de reparación de
relojes, desde el que hacía las composiciones para aquellas relojerías
con establecimiento abierto en la ciudad que eran sus clientes.
Adolfo se "ha ido" y con él, como hemos
dicho antes, la continuación de sus importantes e interesantes memorias
que rebosan ampliamente lo estrictamente personal para constituir un
rabioso capítulo de la Historia de España, aquel que escribieron con su
sangre, sudor y lágrimas personas como él, nacidos al filo de la Guerra
Civil, que soportaron el hambre y las miserias de la posguerra, que
tuvieron que ir obligatoriamente al servicio militar impuesto por un
Régimen que repudiaban; que por gajes de un sorteo ‒sin suerte‒ los
llevó a las colonias africanas y que, encima, se vieron envueltos en una
guerra cruel, de la que salieron muchos de ellos con secuelas físicas y
sobre todo psicológicas; gente que tras su licenciamiento comprobaron
que la Madre Patria era para ellos una Madrastra malévola que les
empujaba al exilio o a la emigración para encontrar un trabajo digno que
en nuestro país era escaso y mal retribuido.
Manuel Jorques Ortiz, abogado, socio fundador de AVILE y, por encima de todo, amigo y admirador de ADOLFO CANO RUIZ.
Adolfo Cano Ruiz (1934-2017)
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