Fuente: 24 Kilates
En
mi atípica mili en Ifni en la que alterné las funciones de policía
(patrullas nocturnas, guardias diurnas, alguna detención, etc.) con un
destino casi civil (la Oficina de Autos en la Compañía Mixta, donde
estaba ubicada la Jefatura Provincial de Tráfico), tuve la ocasión (tal
vez me ayudaron mis estudios universitarios) de conocer de cerca a
varios personales como el Juez Territorial Don Luis Felipe González
Cerezal, en cuyo domicilio comí en varias ocasiones (en una de ellas, a
la hora del café, se presentó el coronel Pirada Canillas y no veáis el
salto que di al ver aquellas tres estrellas de ocho puntas)
Mustapha Faradi es el de raza negra. Sus amigos eran jóvenes musulmanes, muy bailarines, por cierto, Ricardo está sirviendo el té
y yo soy el pipiolo sentado a su lado. Ambos de uniforme, como era preceptivo. No me lo quité en casi año y medio.
A
través de mi amigo Ricardo Sacristán, que estaba a punto de terminar la
carrera de Ingeniero Industrial y tenía destino (también casi civil) en
la Jefatura de Obras Públicas de la provincia (donde se llevaba el
proyecto de construcción del ingenioso "puerto"), conocí a Mustapha
Faradi, empleado en dicha Jefatura (además era el "lector" de los
consumos de los contadores de electricidad instalados en las viviendas),
con el que mantuvimos muchas y variadas conversaciones (era un mundo
desconocido, el musulmán, y lo teníamos a nuestro alcance). Hoy Mustapha
es menos conocido que su famoso hijo pintor, formado en Granada.
Bueno,
lo que quería decir, y casi se me va el santo al cielo, es que Faradi
nos invitó a la boda de un íntimo amigo suyo (se celebraban en la
vivienda de ese amigo, por la noche), y previo permiso que nos dio el ya
comandante Castilla (la compañía había pasado a ser "Grupo" para que
pudiera continuar mandándola), el 12 de enero de 1962 nos trasladamos en
aquel desvencijado taxi, que no tenía ni cristales en las ventanillas y
cuyo suelo estaba más agujereado que un queso gruyere, al barrio
musulmán... Otro día os cuento lo bien que nos trataron, las horas que
pasamos allí, el estupor del teniente Lorite, que con la patrulla
nocturna acudió para ver como "iba" el ágape desposorio, al vernos
allí... Ahora, como tuve la precaución de llevarme una cámara con flas
os pongo un par de fotografías. Bueno, solo he podido poner una. Ya
buscaré las otras que tengo archivadas.
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