Fuente: Periodistas en español.com
El reciente anuncio de la creación de un Observatorio sobre la situación
de la lengua española en Marruecos, hecho por el Instituto Cervantes en
Rabat, merece toda una serie de reflexiones.
Hay que recordar la historia colonial, desde la Guerra de África y la conquista de Tetuán, tan bien citada por Benito Pérez Galdós (1843-1920) con Aita Tettauen,
hasta el antiguo Protectorado español sobre el norte de Marruecos
(1912-56) está básicamente asentado el idioma español en la zona, aunque
actualmente ciertas medidas educativas y la llegada de ciudadanos
provenientes del antiguo Protectorado francés, atraídos por las nuevas
bolsas de empleo, han empezado a modificar la situación.
Stand de España en la feria del libro de Casablanca.
Se lleva utilizando el castellano desde hace más de un siglo, en
especial en la zona norte, así como en Sidi Ifni y en el territorio del
Sahara. Aunque ya se ha escrito al respecto, hay que distinguir tres
cuestiones: los que lo entienden, los que lo hablan y los que también lo
escriben.
Las cifras ya se han estudiado en varios informes –incluidos los del propio Instituto Cervantes–
y aunque sea obvio, hay que recordar toda la red de colegios e
institutos españoles, los centros Cervantes y sus extensiones así como
los departamentos de Hispánicas en las diferentes universidades
marroquíes, un total de seis.
Ahora, se pretende, imagino, actualizar las cifras, aunque bien
empezaría el Instituto Cervantes por hacer algo de autocrítica de su
labor. Sus costosas matrículas no están al alcance del marroquí medio
sino del pudiente, siendo un obstáculo para un mayor acceso a sus aulas.
En su pomposo anuncio, por lo visto, no se han acordado de las
decenas de academias particulares de enseñanza de idiomas ubicadas en
las grandes ciudades marroquíes donde se imparte español, e incluso se
expiden diplomas, aunque no sean títulos oficiales. Muchos de esos
estudiantes no pueden permitirse matricularse en el Cervantes. Tampoco
hay mención a los cientos de profesores que ofrecen clases particulares
de español, que hacen una encomiable labor y que intentan aumentar sus
magros sueldos.
Será curioso también ver cuestiones, entre ellas, si el Observatorio
apoya la creación de una sección de la Academia de la Lengua española como han pedido los hispanistas marroquíes
–que, recientemente, recordaron la precaria situación del español- o si
estudiarán la situación del idioma en zonas como Sidi Ifni, el Rif o el
Sahara controlado por Marruecos donde se utiliza como idioma de
resistencia, ante todo el flujo francófono de las élites gobernantes.
Recordemos detalles como las imprecaciones de las fuerzas de
seguridad a los manifestantes en Sidi Ifni o el Rif llamándolos
¡españoles! o ¡hijos de españoles! También cómo se mancilló la bandera
española en Ifni o los insultos de una diputada marroquí a manifestantes rifeños que portaban la bandera rojigualda, hechos silenciados en su día por los grandes medios de comunicación en España.
Sin duda, estos detalles serán soslayados como el impulso que, desde
que entró el Gobierno del Partido Justicia y Desarrollo (PJD) en 2011,
se ha dado el inglés. Recientemente el ministro de Exteriores, Nasser Bourita, estuvo en Londres donde firmó acuerdos, entre ellos, varios de impulso a la lengua de Shakespeare en Marruecos.
Se sigue una línea marcada para que los estudiantes opten por el inglés
en detrimento del español. Lejos queda el Gobierno del socialista Abderramán Yusufi y su apuesta por el español.
En lo referente a la mención de los “estudiantes marroquíes en
España”, citar que se calculan los universitarios en más de 5000 muchos
de ellos cursando estudios de posgrado y que se ubican además de en las
principales universidades españolas de Madrid y Barcelona, sobre todo en
Andalucía, en especial Granada y Sevilla.
También se anuncia que se estudiará “la presencia de turistas
marroquíes en España” y de “empresas españolas establecidas en
Marruecos”. Respecto al primer apartado, mencionar que los turistas
marroquíes se cifran en unos 300 000 anuales, evidentemente, con un buen
poder adquisitivo y que visitan principalmente Madrid, Barcelona y
sobre todo la Costa del Sol y resto de Andalucía.
El turista marroquí suele ser familiar aunque también viene buscando
huellas del pasado árabe, especialmente en Andalucía. Granada, Córdoba y
Sevilla son sus preferencias además, de las instalaciones turísticas de
la provincia de Málaga.
Por cierto, bueno es recordar a los que no son turistas y que tampoco
son inmigrantes legales en España. Se calcula nada menos que en unos
200 000 los marroquíes que se encuentran en nuestro país en el limbo
tras perder la tarjeta de residencia debido a la crisis. Aunque muchos
volvieron otros optaron por quedarse en nuestro país.
Respecto a las empresas españolas, aparte de Rabat, Casablanca y
Kenitra, la mayoría están en el norte, especialmente en el entorno del
superpuerto Tánger Med. Según cifras oficiales de 2016 son 8691 los
españoles residentes en el país vecino, a los que bien podrían añadirse
unos 5000 que se encuentran trabajando de forma irregular. Teóricamente
son turistas, a los tres meses vuelven a sellar un pasaporte, para
volver a entrar en un país donde trabajan ‘en negro’.
También lamentar que el futuro Observatorio no dedique ni una línea
al papel de los medios de comunicación, ni a su trayectoria histórica
que han jugado determinadas publicaciones o pueden jugar para expandir
el español en Marruecos.
Manifestantes marroquíes y saharauis se cruzan en un acto reivindicativo en una ciudad europea.
Sahara
Mención aparte merece la situación del Sahara, según el Derecho
Internacional territorio no autónomo pendiente de descolonización y que
se encuentra dividido, una parte lo controla Marruecos y la otra, la
República Árabe Saharaui Democrática (RASD), desde que España abandonó
el territorio en 1975.
Nuestra presencia abarca desde 1884 hasta 1975. Hasta esa fecha los idiomas eran el español y el dialecto hassanía, pero tras la invasión militar de Marruecos ahora los idiomas son el francés y el dialecto dariya, gracias a los miles de colonos desplazados a la zona con promesas de ayudas de todo tipo.
Hay que recordar que salvo Smara o Esmara, capital espiritual, el
resto de ciudades fue fundada en la etapa española. Uno de los síntomas
más claros de la pérdida de la influencia del español es cuando uno lee a
determinados prosaharauis escribir en francés el nombre de las
localidades. Tomo como último ejemplo el reciente y sonrojante
comunicado del Intergrupo del Congreso español por el Sahara, que escribe Boujdor, en vez de Bojador, o profesores universitarios en un libro colectivo sobre el Sahara,
editado por Catarata, escribiendo Dakhla, la histórica Dajla (antigua
Villa Cisneros) –donde se ubica la academia de idiomas Unamuno donde se
enseña español-.
No entiendo a estos supuestos partidarios de la autodeterminación
saharaui, usando la lengua francesa, lo que refuerza el abandono del
español, mantenido en el territorio por los auténticos saharauis
–algunos de ellos, promarroquíes-. Sin duda, un desconocimiento profundo
habilita esta victoria marroquí en el lenguaje cotidiano.
Por último, confiar en que el activo diputado socialista Odón Elorza, cercano al actual presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, pueda retomar su proposición de un aula del Instituto Cervantes en los campamentos de Tinduf
tal y como vienen reclamando desde hace más de una década un grupo de
escritores españoles. Será uno de los que tengan menor coste económico y
sin duda, de los más agradecidos por los que viven en la temible hamada argelina.
Ya para terminar y como siempre he manifestado, los hispanistas
marroquíes y saharauis, que mantienen contra viento y marea y sin ningún
apoyo desde Madrid la lengua de Cervantes, son, sin duda alguna,
nuestros mejores embajadores y no los que están apoltronados en Rabat.
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