Fuente: Revista General de Marina, marzo de 2008.
Antecedentes
CUANDO empiezo a escribir estas líneas, hace cincuenta años que tuvo
lugar el conflicto Ifni-Sáhara del que fui testigo presencial por estar
destinado en el Estado Mayor de la Flota a bordo del crucero Canarias.
De ahí que parte de lo que relato sea historia «vivida». También
pretendo con este trabajo dar a conocer el silencioso papel que, como es
habitual, desempeñó la Armada.
En este conflicto, que tuvo lugar en 1957-58, peyorativamente llamado
«guerrita de Ifni», las Fuerzas Armadas españolas tuvieron unas 800
bajas entre muertos, heridos y desaparecidos. Según el general Casas de
la Vega en su libro La última guerra de África, fue «el precio de sangre que hubo que pagar porque España tenía derechos que mantener y deberes que cumplir».
Y así se hizo: gracias a este sacrificio se continuó pescando en paz
en el gran banco sahariano durante dieciocho años más y las islas
Canarias pudieron disfrutar de un largo periodo de prosperidad y de la
cobertura del glacis defensivo geoestratégico y área de influencia que
para ellas representaba el Sáhara español.
Hemos mencionado la pesca porque fue ésta el motivo que propició la
ocupación de enclaves en la costa africana adyacente a las islas. Los
fosfatos de Bucraa, descubiertos por un geólogo español, no se empezaron
a explotar hasta finales de los sesenta.
El 1946 los territorios de Ifni y del Sáhara Occidental se integraron
en una sola entidad política y militar: el África Occidental Española o
AOE. La ocupación española de estas tierras llevó consigo años de paz y
amistad con los nativos y de tranquilidad para los cientos de barcos
españoles queexplotaron los ricos caladeros que se extienden frente a la
costa norteafricana, como ya lo venían haciendo sus antepasados desde
varios siglos antes.
Fuente: Revista General de Marina, marzo de 2008.
Factores geográficos
Los territorios del AOE en 1956 comprendían el enclave de Ifni, de
plena soberanía española, de terreno montañoso y propicio a la guerra de
guerrillas; la zona sur de nuestro protectorado marroquí, franja
comprendida entre el río Draa y el paralelo 27o 40’ (actual provincia
marroquí de Tarfaya), y el Sáhara español, que se extendía desde dicho
paralelo hasta cabo Blanco. El Sáhara español al sur del mencionado
paralelo nunca había sido dominado por Marruecos ni había formado parte
de su territorio.
En el extenso AOE, con más de 260.000 km2 y con una costa de más de
500 millas, no había en 1956 más puerto que el de Villa Cisneros, con un
muelle para barcos de poco calado y grúas de descarga. En La Sarga, al
sur de la península de Río de Oro, donde se encontraba Villa Cisneros,
podían varar nuestras barcazas K y desembarcar en la playa
vehículos y material pesado. En el resto del AOE había fondeaderos poco
abrigados donde podían permanecer al ancla barcos mayores y barquear su
carga a la playa aunque, debido a la fuerte resaca, estas faenas no
podían realizarse todos los días del año. En Ifni, las limitaciones eran
particularmente severas ya que la playa utilizable era sucia y
peligrosa para la varada de las barcazas K, únicas embarcaciones anfibias de que disponía la Armada antes de diciembre de 1957.
Aparte de esta playa de Sidi-Ifni, que constituía el acceso principal
por vía marítima al aislado territorio de Ifni, en el AOE las más
utilizadas eran las de Villa Bens en cabo Juby, en la zona sur de
nuestro protectorado marroquí, y la de Sidi Atzam o del Aaiún a unos 30
kilómetros de la ciudad de este nombre.
El Aaiún, con agua abundante, había pasado en poco tiempo de ser una
pequeña agrupación de jaimas a constituir una ciudad con todos sus
servicios, incluso con un aeropuerto. El Aaiún era la capital y la
ciudad más importante de todo el Sáhara español. Esta ciudad estaba
situada en lo que pudiéramos llamar ribera izquierda del hondo y seco
cauce de la Saguia El Hamra, ancha y larga cortadura con muchas
ramificaciones y recovecos donde se ocultaron al acecho más tarde bandas
armadas enemigas.
Por último, en el extremo sur de nuestra costa sahariana, en la
pequeña península de cabo Blanco que cierra la bahía del Galgo, se
encontraba La Güera, donde también se podía desembarcar. En dicha
península estaba el puerto francés de Port Etienne.
La playa de Sidi Atzam o de El Aaiún era por su situación el terminal
marítimo más importante del Sáhara español. En ella se desembarcaba el
personal y el material desde barcos que tenían que fondear a casi una
milla de la costa por la existencia de una barra de arena de situación
variable debido a los arrastres. Dicha barra obligaba a abordar la playa
por una canal situada entre piedras donde rompía la mar. El barqueo se
llevaba a cabo por medio de caleteras, pesadas lanchas así conocidas por
los marineros canarios que o eran remolcadas por botes a motor o
atravesaban el paso mediante una espía, hecha firme a un boyarín de
amarre, de la que entraban. La faena de tomar la amarra, espiarse y
abordar la playa esperando la ola requería destreza y audacia.
Los barcos tenían que enmendar con frecuencia el fondeadero para que
las anclas no se enterraran en el blando fondo de arena, lo que podía
dar lugar a que al levar faltara la cadena. Por otra parte, permanecer
al ancla frente a la playa de El Aaiún resultaba incomodísimo por la
frecuente y fuerte mar de leva con la que era preciso contar durante la
descarga.
Para desembarcar camiones y vehículos pesados se utilizaban las barcazas K que
llegaban de Las Palmas remolcadas por los RA (remolcadores de altura de
la Armada). Como los arrastres formaban lomas de arena o camellones, la
barcaza, a veces, varaba más lejos de lo conveniente, lo que hacía que
su popa rabeara con el riesgo de atravesar la embarcación a la mar y no
poder salir de varada. Si los camiones al desembarcar por la rampa de
proa de la barcaza encontraban aguas más profundas de lo debido, sus
motores se mojaban y se paraban. No pocas veces la marinería de los
equipos de playa tenía que desembarrancar, con picos y palas, camiones
hundidos en la arena hasta los ejes pese a los tirones dados por un
tractor remolcador.
Los prolijos pormenores descritos, que pueden extrapolarse a otras
playas del AOE, permiten formarse una idea de lo frágil que era el
cordón umbilical marítimo que proveía de todo lo necesario tanto a la
guarnición militar como a la población civil de la zona norte de nuestro
Sáhara.
Afortunadamente, en el AOE se contaba con pistas y aeródromos para
situar en ellos suministros y tropas aerotransportadas y sobre todo con
la cercanía de las islas Canarias, desde donde se podían enviar
refuerzos y prestar apoyo logístico a las unidades del Ejército que
guarnecían el AOE, aparte de permitir a nuestros barcos servirse de las
islas como base de operaciones, principalmente, del puerto militar de
Las Palmas con su Arsenal.
Fuente: Revista General de Marina, marzo de 2008.
Situación política tras la independencia de Marruecos
La relación con los nativos de estos territorios empezó a deteriorarse
como consecuencia del establecimiento de unos impuestos sobre bienes de
consumo en 1955 y el incremento de refugiados procedentes de Marruecos,
huidos de la persecución de las autoridades del Protectorado Francés
Marroquí, que propalaron entre los habitantes del AOE la oleada de
anticolonialismo que por aquel entonces se extendía por todo África.
Pero todo esto no fue más que el preludio de lo que ocurriría cuando,
tras la reposición de Mohamed V en el trono (cuya causa había defendido
España) el 7 de abril de 1956, se concedió la independencia a la zona
norte de nuestro protectorado, dejando bien claro que conservaríamos
nuestras plazas, peñones y territorios de soberanía (entre éstos Ifni y
Sáhara) y que el futuro de la franja de terreno situada entre el río
Draa y el paralelo 27o 40’ se decidiría más adelante en entrevista
personal de Franco con el sultán. Mohamed V había reivindicado al
caudillo todo el AOE.
En la lucha por la independencia de Marruecos en la zona francesa se
habían distinguido las llamadas bandas del Ejército de Liberación (brazo
armado del partido independentista Istiqlal). Una vez declarada la
independencia y organizadas las Fuerzas Armadas Reales (FAR), las bandas
armadas, que no se disolvieron ni desarmaron, iniciaron su
desplazamiento hacia el sur del país.
En agosto de 1956 se acusó la presencia de una concentración de unos
800 hombres armados en la zona de Egleimin (población que sería más
tarde cuartel general de las bandas), situada entre el río Draa e Ifni.
Todos los puestos fronterizos marroquíes con este último territorio, y
del río Draa al sur, pasasaron a ser ocupados por dichas bandas, no por
destacamentos regulares de las Fuerzas Armadas Reales marroquíes. En
septiembre de 1956 atravesaron los pasos del río Draa y en octubre se
infiltraron en el Sáhara Español, llegando a penetrar hasta la altura de
Villa Cisneros. Desde nuestro territorio atacaron con poco éxito los
puestos fronterizos franceses de Argelia y Mauritania, evitando el
enfrentamiento con las débiles guarniciones españolas del
Sáhara.
Los componentes marroquíes de las bandas fueron haciendo prosélitos
tanto entre los naturales de Ifni como entre los saharauis, testigos
presenciales de la condescendencia española. Los efectivos de las bandas
fueron aumentando hasta alcanzar y superar los 3.000 hombres.
Disponían de armamento portátil, subfusiles y morteros de 81 mm. La
tercera parte eran desertores de los ejércitos coloniales francés y
español y mercenarios extranjeros. El resto
eran nativos: marroquíes y saharauis. No era fácil mantener efectivos
tan numerosos en el Sáhara. Aparte de camellos —indispensables— que
tenían las bandas, disponían de camiones robados en una base
norteamericana de Marruecos y otros vehículos requisados, cedidos o
comprados. La línea de aprovisionamiento de las bandas cruzaba Auserd en
el sur. El principal proveedor de suministros era un comerciante de
Sidi Ifni, Boaia, que fijó su residencia en Rabat y que en premio de sus
servicios fue nombrado por Mohamed V gobernador de la provincia de
Tarfaya cuando fue restituido a Marruecos el terreno situado entre el
paralelo 27o 40’ y el río Draa.
Fuente: Revista General de Marina, marzo de 2008.
El envío de los primeros refuerzos
Antes de la independencia de Marruecos las fuerzas del Ejército en el
AOE eran cuatro tabores (batallones) de tiradores de Ifni. Tres en este
territorio y otro en el extenso Sáhara recorrido por los Grupos Nómadas
de Policía Indígena, compuestos, principalmente, por saharauis.
A la Comandancia General de la Base Naval de Canarias estaban asignados el minador Neptuno, las corbetas Descubierta y Atrevida, las barcazas de desembarco K-1 y K-2 y los remolcadores de altura RA-1 y RA-2. Estas dos barcazas fueron adquiridas en 1948; eran de la clase LCT (4), de origen británico, y fueron destacadas a Canarias para atender las necesidades logísticas del AOE.
Con posterioridad, ante el aumento de las necesidades como
consecuencia de la situación, se agregaron a la Comandancia General de
la Base Naval de Canarias los minadores Eolo, Marte y Júpiter por su capacidad para el transporte de tropas y material. En noviembre de 1957 la Atrevida fue relevada por el cañonero Vasco Núñez de Balboa. Era comandante general de la Base Naval de Canarias el vicealmirante Pascual Cervera y Cervera.
Con motivo de un incidente en Tantán en marzo de 1956, Cervera dispuso la salida de la corbeta Descubierta con
una sección de Infantería de Marina de la Agrupación de Canarias a
bordo. La corbeta se mantuvo cruzando frente a la costa con la sección
lista para desembarcar si así lo requería el gobernador general del AOE.
Calmados los ánimos de los nativos, la Descubiertaregresó a Las
Palmas el 3 de abril. El 9 de dicho mes volvió a salir con otra sección
con destino a Ifni. Desembarcada la sección de Infantería de Marina a
solicitud del gobernador, que era el general Pardo de Santayana, desfiló
por la ciudad de Sidi Ifni para levantar la moral de la población
española y mostrar a los «Baamaranis» (moros de Ifni) que España
disponía de barcos y hombres para salvaguardar su soberanía en el
territorio. También se enviaron allí una sección y una compañía de
Infantería del Ejército desde Canarias.
Como las guarniciones francesas en puestos limítrofes con nuestro
Sáhara estaban siendo hostilizadas por las bandas infiltradas y se temía
que pudieran atacar Port Etienne partiendo de La Güera, se envió allí
otra sección de Infantería de Marina en los viejos Junkers 52 del
Ejército del Aire. Dicha sección llegó a La Güera el 30 de abril. Más
tarde fue reforzada por una compañía de fusiles y otra de ametralladoras
que fueron transportadas por mar en la corbeta Atrevida. Cesada
la alarma dicha fuerza regresó a Las Palmas. En el AOE sólo quedó una
Sección de Infantería de Marina en La Güera y otra en Ifni con la misión
de defender la cabeza de playa de Sidi Ifni.
En la mar, las corbetas y el minador Neptuno establecieron una
estrecha vigilancia a lo largo de todo el litoral para impedir
desembarcos clandestinos de hombres y contrabando de armas que
reforzaran a las bandas infiltradas por tierra. Pero a la vista del
cariz que iba tomando la situación se decidió aumentar la guarnición del
AOE con fuerzas del Ejército.
Las primeras unidades enviadas fueron la 1.ª Bandera Paracaidista y la
recién creada 13.ª Bandera de la Legión. La 1.ª Bandera Paracaidista
fue transportada a bordo del Almirante Cervera de Cádiz a Puerto del Rosario (Fuerteventura), donde llegó el 7 de mayo de 1956.
Desde Fuerteventura, la Aerotransportada podía acudir con rapidez a donde hiciera falta. La 13.ª
Bandera fue transportada en el crucero Miguel de Cervantes y el transporte Almirante Lobo y
enviada directamente al Aaiún. En junio, la 1.ª Bandera Paracaidista
fue en puente aéreo trasladada de Puerto del Rosario a Sidi Ifni.
Al tiempo que se llevaba a cabo el envío de estos refuerzos, las
fuerzas indígenas de Tiradores de Ifni fueron en gran parte
«europeizadas» con soldados de reemplazo.
Como ya hemos indicado, el enclave de Ifni se abastecía por vía
marítima mediante el desembarco en la playa de Sidi Ifni de las cargas
transportadas en barco. El barqueo lo realizaba la Unidad de Mar del
AOE, formada por nativos que llevaban a cabo estas penosísimas faenas
con «carabos» (embarcaciones a remo moras). Sólo se disponía de un
«único» vehículo anfibio. La resistencia pasiva de los indígenas al
desembarco de tropas y material obligó a crear la Brigada de Marinería
de Ifni, que se componía de 100 marineros y un contramaestre al mando
del teniente de Infantería de Marina Pastor. Esta brigada llegó a Ifni
el 13 de junio de 1956.
Los días que el estado de la mar permitía el barqueo estos marineros
trabajaban en prolongadas jornadas, sorteando, de ida, al barco
fondeado, las «siete» olas, y regresando con sus embarcaciones cargadas a
la playa. De forma similar, las barcazas K remolcadas por los
remolcadores RA empezaron a efectuar ininterrumpidos viajes a las playas
del Sáhara, donde aquéllas podían varar y desembarcar vehículos y carga
general.
Pero a principios de 1957, cuando las bandas armadas fueron
incrementando aún más sus efectivos, se hizo evidente que con los
refuerzos enviados no se podían defender los puestos aislados del
interior si eran atacados por ellas, y mucho menos pretender su
expulsión. La máxima «habilidad y tacto diplomático» recomendado por
Madrid al general gobernador se había traducido en un hacer la vista
gorda, que había acarreado la pérdida del prestigio de España entre la
población saharaui y su desafección a nuestra causa.
Francia mantenía en las fronteras del AOE varias posiciones con
importante guarnición: Tinduf en Argelia, Fort Trinquet, Fort Gouraud,
Benamera y Port Etienne en Mauritania. En total, unos 4.600 hombres bien
armados y motorizados con unos 700 vehículos y cerca de un centenar de
aviones.
Estas guarniciones eran las hostigadas con escaso éxito por las bandas armadas partiendo de territorio español.
La transigencia con las bandas mientras no nos atacaran tenía,
forzosamente, que tener un límite. En enero de 1957 las bandas atacaron a
un destacamento francés que marchaba por su zona y cerca de la nuestra
de Port Etienne a Atar. El resultado de la acción fue desfavorable a las
bandas, que se vieron obligadas a regresar con sus bajas a territorio
español. Fue necesario enviar en el Eolo desde El Aaiún a
Villacisneros una compañía de la Legión, que recibió orden de desarmar a
una partida de unos cien hombres en Auserd. Exigida su rendición, el
jefe de la partida impuso como condición que sus hombres fueran
evacuados a Marruecos. Por orden superior se accedió a ello. En el mayor
secreto los prisioneros fueron escoltados por legionarios y su jefe
evacuado en avión.
En la frontera del territorio de Ifni cundió la alarma por pequeños
pero constantes incidentes ocurridos en los puestos limítrofes. La
propaganda del Istiqlal estaba calando hondo entre los habitantes del
territorio.
Ese mismo mes de enero se decidió relevar la 1.ª Bandera Paracaidista,
que como hemos dicho se encontraba en Ifni, por la 2.ª que estaba en su
acuartelamiento de Alcalá de Henares. Esta intrascendente operación
demostró palmariamente la limitación que representaba la inexistencia de
un muelle en Sidi Ifni, así como la carencia de medios de desembarco
adecuados.
El 24 de enero de 1957 la 2.ª Bandera Paracaidista embarcó en Cádiz en el minador Neptuno y en el transporte Tarifa.
El 26 ambos buques fondearon frente a Sidi Ifni. Por el estado de la
mar el barqueo no se pudo iniciar hasta el día 30. Fueron desembarcados
solamente 153 hombres de la 2.ª Bandera.
Subieron a bordo de los citados buques 76 de la 1.ª. De nuevo el mal
tiempo obligó a suspender la operación. Los barcos tuvieron que levar y
dirigirse a Las Palmas. En puente aéreo Gando-Ifni se tuvo que llevar a
cabo el relevo.
En él se habían invertido nada menos que diecinueve días. En febrero
las bandas armadas establecidas en el Sáhara español tuvieron un duro
encuentro con las fuerzas francesas a las que ocasionaron muchas bajas
al sur de Tifariti.
La postura de España era delicada. Si actuábamos duramente contra las
bandas podíamos terminar enfrentándonos con Marruecos promoviendo una
indeseada escalada. Si las dejábamos actuar libremente nos enemistábamos
con Francia. Por otra parte, una excesiva condescendencia entrañaba una
dejación de soberanía.
Fuente: Revista General de Marina, marzo de 2008.
Cambio de Gobierno y fracaso de la política seguida en el AOE
El 25 de febrero de 1957 se produjo un cambio en el Gobierno, que no
supuso en los ministerios militares alteración sustancial de la política
seguida hasta entonces de restricción al máximo de los gastos de
defensa. Del nuevo Gobierno formaron parte Ullastres y Navarro Rubio,
artífices del plan de estabilización proyectado ese año y puesto en
práctica en 1959. Lo que más incidencia podía tener en los sucesos que
se estaban produciendo en el AOE era la continuación en la Subsecretaría
de la Presidencia del Gobierno del almirante Carrero, lo que en
principio significaba la continuidad de la política a seguir en África
dictada directamente por la Presidencia al general gobernador del AOE.
El 21 de marzo de 1957 el almirante Carrero Blanco, ante la delicada
situación en que se encontraba España, dirigió un escrito al gobernador
del AOE, general Pardo de Santayana, en el que le indicaba la política
de compromiso que debía seguir. Ésta consistía, en su aspecto político,
en tratar de convencer a los saharauis de las intenciones anexionistas
de Marruecos respecto al Sáhara, lo que significaba la pérdida de las
libertades que España les garantizaba y que, con el tiempo, llegarían a
la concesión de la independencia, y en el militar, proceder frente a las
bandas armadas de la forma siguiente: si las partidas eran débiles,
desarmarlas; si eran fuertes, evitar el choque armado; y si su acción
iba dirigida contra los franceses, informar a éstos de sus movimientos e
intenciones. En la franja de terreno comprendida entre el río Draa y el
paralelo de 27 40’, que era «protectorado» y no zona de plena soberanía
española, la prudencia debía extremarse al máximo. La primera medida no
dio resultado. Al contrario, se detectó un trasiego de notables
saharauis por los pasos del Draa, que iban y venían de Egleimin e
incluso de Rabat, donde acudían a rendir pleitesía al sultán de
Marruecos. Las deserciones de nuestros soldados indígenas aumentaron,
así como los actos de sabotaje a líneas telefónicas y postes de
conducción eléctrica en el territorio de Ifni.
Los incidentes originados por la entrada de unidades militares
francesas que perseguían a las bandas dieron lugar a reclamaciones por
nuestra parte. Pese a todo, de hecho, todavía no se había producido una
agresión directa a nuestras escasas fuerzas ni a nuestras instalaciones.
Pero la política seguida no podía mantenerse después de la agresión a
un puesto español en el Sáhara y del asesinato de un capitán moro del
Ejército español, al cual habían de seguir otros muchos oficiales y
suboficiales indígenas afectos a España.
Desde el punto de vista militar, lo más urgente era motorizar nuestras
unidades saharianas. A paso de camello no se podía acudir con prontitud
al interior para imponer nuestra autoridad.
Como los únicos medios de desembarco de vehículos de que se disponía eran las dos barcazas K, éstas tuvieron que afanarse en llevar camiones y jeeps, tanto a la playa de El Aaiún como a la de La Sarga en Villa Cisneros. El 17 de junio de 1957, el crucero Méndez Núñez y el transporte Tarifa salieron
de Ceuta con la 4.ª Bandera de la Legión, que desembarcó en Villa
Cisneros el día 21. Era la tercera unidad tipo batallón enviada al
Sáhara desde los primeros incidentes. El 20 de ese mes se infiltraron en
nuestro territorio de Ifni activistas del llamado Ejército de
Liberación para sublevar a la población indígena, lo que aconsejó enviar
una compañía de la recién llegada 4.ª Bandera a Ifni, que en la corbeta
Atrevida embarcó en Villa Cisneros y desembarcó en la playa de Sidi Ifni.
Todos los indicios apuntaban a que los hilos de la trama los movía
Marruecos, es decir, el propio Mohamed V. De ahí que desde el Gobierno
General del AOE se solicitara el envío de refuerzos y se propusiera el
entendimiento con los franceses. En espera de la llegada de refuerzos,
especialmente de vehículos para motorizar a las dos banderas de la
Legión que ya había en el Sáhara, al nuevo Gobernador del AOE, el
general Zamalloa, que había tomado el mando el 23 de junio en relevo de
Pardo de Santayana, se le ordenó abandonar todos los puestos del
interior de nuestro Sáhara y concentrar todas las fuerzas en él
desplegadas en cuatro puntos: Villa Bens en cabo Jubi, El Aaiún y su
playa, Villa Cisneros-El Aargú y La Güera. También se le concedió
autorización para iniciar conversaciones con el general francés
Bourgunt, con objeto de planear acciones combinadas. La medida de
abandonar posiciones del interior era militarmente acertada pero
políticamente perjudicial. En Ifni, en contra de lo decidido en el
Sáhara, continuaron ocupados todos los puestos del interior.
La actividad desplegada por las bandas del Ejército de Liberación,
tanto al norte como al sur del río Draa, y las concentraciones de ellas
en la zona de Egleimin, produjeron la natural inquietud y propició un
cambio de política por parte de España.
Fuente: Revista General de Marina, marzo de 2008.
Cambio de política: Plan «Madrid» y cooperación con Francia
El 27 de julio de 1957 se reunió en Madrid, bajo la presidencia de
Franco, la Junta de Defensa Nacional. En ella se decidió cambiar
radicalmente de política: hasta entonces se había consentido la
presencia de las bandas armadas en el Sáhara; ahora se pretendía
expulsarlas. Todas las propuestas de Zamalloa, que fue convocado a esta
reunión, fueron aceptadas.
Fue precisamente la Armada la que recomendó que no se pusiera en
marcha ningún plan de ataque a las bandas infiltradas en el Sáhara hasta
que no se dispusiera de medios de transporte y desembarco suficientes,
ya que era consciente del ingente problema que se avecinaba para poner
en tierra las fuerzas que harían falta y, después, aprovisionarlas. En
tal sentido se empezaron a movilizar barcos mercantes y se iniciaron
gestiones con las Marinas norteamericana y francesa para obtener los
medios anfibios necesarios para el desembarco de tropas y material en
Villa Bens, playa de El Aaiún y Villa Cisneros.
La idea de la maniobra en tierra consistía en limpiar de bandas
armadas la Saguia El Hamra por medio de dos columnas motorizadas
españolas que partirían de Villa Bens y de El Aaiún y otras dos
francesas que lo harían desde Fort Trinquet. Todas estas columnas
convergerían en Smara, donde además saltaría la Bandera Paracaidista del
Ejército del Aire. Después se llevaría a cabo otra operación similar en
el sur, partiendo las fuerzas españolas de Villa Cisneros y de El Aaiún
y las francesas de Fort Trinquet, Fort Gouraud y Port Etienne para
converger en Bir Nazaran en el centro de nuestro Sáhara y en Ausert al
sur de éste.
Todo ello implicaba, por parte española, desplegar en el Sáhara dos
grupos de Caballería Motorizada, un Grupo de Artillería, cuatro Banderas
de la Legión y cinco Batallones de Infantería, además de los servicios
correspondientes. En total, unos 9.000 hombres con más de 400 vehículos.
Los Grupos de Caballería (Santiago núm. 1 y Pavía núm. 4), como puntas
de lanza de las columnas atacantes, serían dotados con carros M-24 norteamericanos y vehículos AAC (Auto
Ametralladora Cañón) de segunda mano comprados a Francia. A Ifni se
enviarían, aparte de las fuerzas que allí estaban, entre ellas la
Bandera Paracaidista, tres batallones más de Infantería del Ejército.
Hasta el mes de noviembre de 1957 no se pudieron realizar las primeras
operaciones de transporte de todas estas fuerzas al AOE.
Fuente: Revista General de Marina, marzo de 2008.
Actividades de la flota en el otoño de 1957
Como se puede deducir de todo lo expuesto, las unidades de la Armada
que hasta entonces habían operado en permanencia en aguas del AOE habían
sido las asignadas a la Comandancia General de la Base Naval de
Canarias.
La Flota, núcleo principal de la Fuerza Naval, continuó en sus bases
de la Península para llevar a cabo las maniobras de otoño previstas en
su plan de actividades. El comandante general de la Flota era el
vicealmirante Pedro Nieto Antúnez desde mayo de 1957.
En septiembre de 1957 la Flota estaba organizada en tres divisiones y
se componía de cinco vetustos cruceros que habían participado en la
Guerra Civil, Canarias, Almirante Cervera, Miguel de Cervantes, Galicia y Méndez Nuñez, y ocho destructores de la clase Churruca de los años veinte. De estos buques, el Galicia y el destructor Ulloa se encontraban en reparación. Los Álava y Liniers,
de la misma clase pero de construcción más reciente, estaban pendientes
de emprender sus obras de modernización, así como los de la clase Audaz.
Tanto los cruceros como los destructores, carentes de sensores, no
contaban con posibilidades antisubmarinas ni antiaéreas. Sí se demostró
en la campaña de Ifni que conservaban una capacidad artillera no
desdeñable contra blancos en tierra, de la que se supo sacar partido.
Por otro lado, según señalaba el almirante Meléndez en uno de sus
partes de campaña refiriéndose a los destructores: «La falta de
capacidad de sus evaporadores obligaba a racionar el agua a casi tan
sólo la necesaria para beber, lo que junto a la calidad de las faenas
grises de marinería, las malas máquinas de lavar, las cocinas de carbón y
la falta de espacio en los sollados, hacía que las dotaciones de los
buques al cabo de sólo cinco días de navegación presentaran un aspecto
verdaderamente deplorable». En la campaña de Ifni los destructores
llegaron a hacer dieciséis días de mar consecutivos.
Las tres divisiones de la Flota iniciaron los ejercicios preliminares
de otoño en aguas próximas a sus bases de Ferrol, Cádiz y Cartagena y
después pasaron todas al Mediterráneo para las maniobras de conjunto.
Precisamente en esas maniobras participaron por primera vez los dos
primeros destructores de la clase Fetcher cedidos por la Marina norteamericana, Lepanto y Ferrandiz,
recién llegados a España y que no fueron destacados, supongo que por
consideraciones políticas, a aguas del AOE. El 3 de noviembre toda la
Flota se encontraba en Palma de Mallorca, lista para realizar ejercicios
de tiro y de lanzamiento de torpedos el día siguiente. En estas
condiciones de alistamiento se recibieron órdenes de transportar tropas
al AOE y prestar apoyo al Ejército en sus aguas.
Precisamente este día se había iniciado, conforme al plan previsto de
concentración en las zonas de El Aaiún y Villa Bens, la retirada de
Tantán, el 6 se llevaría a cabo la de la guarnición de Smara y el 10 la
de Auserd. El cariz de la situación tras el incremento de las
concentraciones llevadas a cabo por las bandas que se habían detectado
era alarmante pese a los bombardeos esporádicos realizados por nuestros
viejos He-111 contra ellas.
Fuente: Revista General de Marina, marzo de 2008.
La Flota en aguas del AOE
Para cumplir las misiones ordenadas la Flota se dividió en varias agrupaciones: la Agrupación «A» la componían los cruceros Canarias, Méndez Núñez y los destructores Churruca, Gravina y José Luis Díez. La Agrupación «B», los cruceros Cervantes y Cervera y los destructores Miranda, Antequera, Jorge Juan y Escaño.
El día 4 la Agrupación «A» se dirigió a Ceuta. En los cruceros Canarias y Méndez Núñez embarcó la VI Bandera de la Legión del Tercio Duque de Alba, y en el Canarias,
aparte de otro material, trece camiones. Estos barcos, que salieron el 5
y el 7, desembarcaron en el Puerto de la Luz los hombres y el material
transportado. Posteriormente, en aviones T-2, la VI Bandera fue enviada a El Aaiún desde la base de Gando. El 11, con todo su material y efectivos, se encontraba en la capital del Sáhara.
El Cervera y el Cervantes llegaron a Melilla el 11 y
embarcaron al Batallón «Cabrerizas», unidades de ingenieros y equipos
quirúrgicos. Los destructores se incorporaron a los cruceros en el
Estrecho. Toda la Agrupación se encontraba a la altura de Ifni el 14 de
noviembre. Desde allí barajó la costa a poca distancia de tierra hasta
Villa Cisneros, donde desembarcó la fuerza transportada. Ésta fue la operación ALDEBARÁN, que aparte del
transporte de tropas indicado tenía por misión enseñar el pabellón en
nuestras aguas del AOE.
En vuelos directos realizados por quince aviones T-3 (bimotores Douglas recién
adquiridos en Norteamérica), empezó a salir el día 5 con destino a cabo
Juby desde Melilla la II Bandera de la Legión. El 11 se encontraba toda
ella en Villa Bens.
Del 9 al 15 de noviembre la 3.ª División de la Flota, compuesta por el Méndez y los destructores Churruca y Gravina, a los que se agregó el José Luis Díez, realizó la operación SIRIUS con el mismo propósito que la ALDEBARÁN.
Consistió también en barajar la costa a la menor distancia posible de
tierra desde Ifni a Villa Cisneros para impresionar a los indígenas del
AOE.
Esta Agrupación recibió al mismo tiempo la orden de reconocer a fondo
buques y pesqueros que navegaran por la zona comprendida entre Ifni y
Villa Cisneros, especialmente la situada entre los paralelos 27o 40’ y
29o 10’, es decir, entre el límite norte de nuestro Sáhara y el
territorio de Ifni.
Las instrucciones cursadas para impedir el contrabando de armas por
vía marítima establecían que dentro de las seis millas fiscales
cualquier mercante extranjero sospechoso podía ser visitado e
inspeccionado con la máxima cortesía. Dentro de las tres millas incluso
podía ser apresado.
Barajar la costa tan cerca de tierra era peligroso por la poca
confianza que merecían los levantamientos hidrográficos existentes.
Durante la noche, para hacer notar la presencia de los barcos, se
encendían proyectores y se disparaban proyectiles iluminantes.
El 16 de noviembre de 1957 toda la Flota se encontraba concentrada en
el Puerto de la Luz en Las Palmas de Gran Canaria. De allí se trasladó
al de Santa Cruz de Tenerife.
Fuente: Revista General de Marina, marzo de 2008.
La agresión a Ifni y el apoyo de fuego naval
El 23 de noviembre se produjo la agresión a Ifni por las bandas
incontroladas del Ejército de Liberación, invadiendo nuestro territorio
de soberanía unos 1.500 hombres. Algunos puestos avanzados fueron tomados y otros quedaron cercados. Un grupo de unos
doscientos hombres trató de avanzar hacia la ciudad de Sidi Ifni, pero
fue rechazado. Igual suerte corrieron los que por el sur intentaron
ocupar el aeródromo.
El levantamiento en masa de los nativos, con el que contaban los
invasores, no se produjo. De cualquier forma, la situación fue crítica
los días siguientes y estaba lejos de ser controlada.
Con gran celeridad se procedió a enviar a Ifni desde El Aaiún la VI
Bandera de la Legión por vía aérea y dos compañías de Infantería desde
Canarias. En otro puente aéreo la 1.ª Bandera Paracaidista se transportó
a Ifni desde su acuartelamiento en Alcalá de Henares. El Ejército del
Aire prestó su apoyo a los puestos cercados mediante el bombardeo y
ametrallamiento de los sitiadores y el lanzamiento de municiones y
suministros.
El día 24, es decir, el siguiente a la agresión, la Flota recibió
orden de dirigirse a Cádiz y transportar tropas de Cádiz a Gran Canaria.
El 25 salió de Tenerife y el 27 se efectuó en Cádiz el embarque de
tropas de la forma siguiente: el Batallón Expedicionario del Regimiento
de Cádiz núm. 41 con su impedimenta en el Canarias, el Batallón Expedicionario del Regimiento de Soria núm. 9 con su impedimenta en el Cervantes y la 201 Compañía Paracaidista y 52 toneladas de municiones en el Méndez Núñez. Conforme se concluía el embarque en cada crucero se salía navegando con independencia con destino a Canarias.
En la noche del 28 de noviembre, al interceptar el Canarias un
radio del almirante de la Base Naval de Canarias al ministro de Marina
informando de la suma gravedad de la situación en Ifni, el almirante de
la Flota decidió alterar la misión encomendada a los cruceros ordenando a
éstos dirigirse directamente a Sidi Ifni a 20 nudos para desembarcar
allí, con los medios de barqueo disponibles, las unidades transportadas.
El Canarias fondeó en Sidi Ifni la mañana del 29, el Méndez lo hizo por la tarde de dicho día y el Cervantes al amanecer del 30.
En Sidi Ifni se encontraban el minador Neptuno y los mercantes Paloma y Río Sarela.
Este último hacía las veces de almacén flotante donde, sin prisas, se
transbordaba la carga para llevarla a la playa con condiciones de mar
favorables.
El 30 de noviembre fondeó también en Ifni el transbordador Virgen de África con el Batallón Expedicionario del Regimiento de Pavía n.o 15 a bordo.
Ese mismo día llegó, en aviones DC-3, una compañía de
ametralladoras de Infantería de Marina de la Agrupación de Canarias
desde Gando, al mando del capitán Francisco González Ibáñez, que ocupó
posiciones para defender la cabeza de playa y proteger los desembarcos.
Ya había en Ifni, aparte de la Brigada de Marinería del AOE, una
sección de Infantería de Marina y otra de Marinería armada, que habían
llegado en la Atrevidael 30 de agosto de 1957. Todas estas
fuerzas quedaron a las órdenes del comandante de Marina. El barqueo de
todas las tropas y del material se efectuó con los botes de los cruceros
y con los carabos tripulados por los hombres de la ya mencionada
Brigada de Marinería de Ifni. En un carabo cabían 20 hombres con su
impedimenta. Una vez cargado, un bote a motor lo remolcaba hasta las
proximidades de las rompientes. Allí, largado remolque, el carabo, a
remo, atravesaba éstas y varaba en la playa saltando a la arena los
soldados que transportaba. El bote a motor remolcador también se enviaba
cargado de soldados. El bote esperaba delante de las rompientes a que
el carabo regresara vacío; en él embarcaba el personal que iba en el
bote y el carabo cruzaba las rompientes y lo ponía en tierra. De esta
forma se procuró acelerar el desembarco. El batallón embarcado en el Virgen de África se puso en tierra por este procedimiento, con carabos y botes del Canarias.
El autor de este artículo participó en estas faenas con otros oficiales
a las órdenes del capitán de corbeta Fraga Ferreiro, tercero del Canarias.
La prolija descripción que antecede pone de manifiesto cómo en 1957 la
Armada tuvo que suplir, como tantas veces, con su celo, la carencia de
medios adecuados. Con toda la razón había aconsejado posponer la toma de
la iniciativa hasta no disponer de los medios requeridos para
desembarcar con seguridad y rapidez en playa las unidades del Ejército
que, conforme al plan previsto, iban a limpiar de bandas armadas el
Sáhara español.
Entendemos que este oportuno envío de refuerzos a Ifni contribuyó en
gran medida a restablecer en tierra la comprometida situación en que se
encontraban nuestras tropas a finales de noviembre y principios de
diciembre de 1957 en dicho territorio.
El 3 de diciembre el Méndez, con la insignia del contralmirante
Meléndez, salió de Las Palmas para Sidi Ifni. Los destructores de su
división también se destacaron a realizar distintas misiones de
presencia en El Aaiún y de transporte entre Cádiz y Canarias. Al
almirante se le había encomendado, concretamente, mantener contacto
personal con el gobernador general del AOE, acudir al lugar de la costa
donde fuera necesaria su presencia y facilitar enlace radiotelegráfico.
El 4 de diciembre el Méndez Núñez fondeó en Sidi Ifni, donde también se encontraba el Vasco Núñez de Balboa.
El contralmirante Meléndez estableció contacto personal con el general
Zamalloa, poniéndose de acuerdo para prestar apoyo de fuego y logístico y
establecer procedimientos de enlace radio. En aquellos días la mayor
preocupación del general Zamalloa era liberar a los puestos cercados
en el interior del territorio, para lo cual se emprendieron las
operaciones PAÑUELO (salto de una Compañía Paracaidista en Tiluin),
NETOL y GENTO.
Pero lo más alarmante era que nuestro servicio de información estimaba
como probable un ataque de las bandas por el norte, con eje de avance
Agadir-Mirleit-Tabelcut (este último era el puesto fronterizo de la
frontera norte del territorio), con consentimiento y posible
colaboración del Gobierno marroquí, y otro ataque por el sur con bandas
procedentes del Draa.
En Egleimin y Tantan se habían detectado concentraciones muy numerosas.
Para hacer frente a esta situación, la aviación recibió orden —que
posteriormente fue cancelada— de bombardear masivamente Tantan, posición
abandonada en la zona sur del Protectorado. Pero unas bombas arrojadas
en un puesto perdido en el desierto no podían ser resolutivas y por ello
se decidió recurrir a la Armada para advertir a Mohamed V, que no podía
continuar aplicando su equívoca política de apoyo encubierto —a veces
descarado— a las bandas incontroladas que habían invadido el territorio de Ifni.
Fuente: Revista General de Marina, marzo de 2008.
La demostración naval de Agadir
La orden de llevar a cabo esta demostración se cursó la mañana del 6
de diciembre de 1957. El mensaje del jefe de Estado Mayor de la Armada
dirigido al comandante general de la Flota decía: «Disponga V. E. que Méndez, Canarias, José Luis Díez, Gravina, Escaño y A. Miranda al
mando CA Jefe 3 División de la Flota hagan lo antes posible
demostración sobre Agadir, donde a corta distancia costa permanecerán
hasta nueva orden con artillería cubierta apuntando tierra para hacer
fuego recibida orden expresa Ministro de Marina. Sidi Ifni será punto de
concentración amanecida sábado siete». El mensaje fue descifrado a las
1330 horas del día 6 en el Canarias. Es obvio que, en principio, se autorizaba la penetración en aguas jurisdiccionales marroquíes. El puerto de Agadir se encontraba a unas noventa millas al NNE de Sidi Ifni. El Méndez, de los seis buques que iban a efectuar la demostración, era el único que se encontraba en Ifni. El Canarias estaba
atracado en Santa Cruz de Tenerife, donde había desembarcado el
comandante general de la Flota para emprender vuelo a Madrid, en donde
había sido convocado.
El AJEMA aclaró, en otro mensaje posterior, que la frase «artillería
cubierta apuntando tierra» debía entenderse en el sentido de que durante
la demostración se efectuarían ejercicios doctrinales de artillería en
periodos de tiempo que se consideraran oportunos.
El día 6 los destructores se encontraban desplegados de la siguiente forma: el Gravina en El Aaiún, el Díez en viaje de El Aaiún a Ceuta y los Escaño y Miranda navegando de Cádiz a Las Palmas. Todos desempeñando cometidos relacionados con la crítica situación de Ifni. El Canarias salió de Santa Cruz de Tenerife a las 1730 horas del 6 para, pasando por la Bocaina, aproar a Sidi Ifni.
En otro mensaje del jefe de Estado Mayor de la Armada, recibido a las
0045, se fijaba las 1000 del día 7 como inicio de la demostración, y se
concretaba que se harían dos pasadas frente a Agadir en las condiciones
señaladas.
El Canarias, desde el sur de Arrecife, aproó a Ifni a 25 nudos.
Como no podía llegar a tiempo para reunirse con los demás buques en
Ifni al amanecer del 7 y estar en Agadir a las 10, el almirante Meléndez
fijó un punto de encuentro situado a 15 millas al 200o de Agadir.
A las 0615 del 7 el Méndez Núñez, que había salido del
fondeadero de Sidi Ifni rumbo a Agadir, ya se había reunido con los
destructores. Hasta las 0910 no se avistaron el Canarias y el Méndez, ordenándose línea de fila en el siguiente orden: Méndez, Canarias, Díez, Gravina, Escaño y Miranda.
La formación quedó establecida a 1021, arrumbándose a Agadir. A las
1103 se inició la primera pasada hacia el norte a ocho nudos con rumbo
sensiblemente paralelo a la costa, en zafarrancho de combate y cañones
cargados apuntando a tierra por estribor. A las 1135 se invirtió el
rumbo por contramarcha pasando a 0,4 millas de la punta del muelle de
poniente el puerto de Agadir con los cañones apuntando por la otra
banda. A las 1218 se tocó retirada y a las 1712 se dislocó la fuerza,
dirigiéndose el Méndez y el Gravina a Sidi Ifni y el Canarias a Tenerife. Los otros tres destructores se dirigieron al fondeadero de La Bocaina para dar petróleo al Díez, que tenía que reanudar su viaje a Ceuta y Melilla.
Dada la premura con que hubo que actuar no fue posible concentrar
todos los buques participantes con antelación suficiente en el
fondeadero de Sidi Ifni para tener un intercambio personal de
impresiones con todos los mandos, como pretendía el almirante Meléndez y
aconsejaba la delicada índole de la operación. Por ello fue preciso dar
por radioteléfono —por los poco fiables TRN4 de HF y fonía—, en clave,
un extracto de la operación que se iba a ejecutar, ya que los
destructores desconocían los pormenores, corriendo el riesgo de que un
error de descifrado diera lugar a un incidente de consecuencias graves.
Como era obligado, se hizo hincapié en que no se abriría el fuego sin
orden expresa.
Como no se fijó la distancia a la que había que pasar de Agadir, el
almirante Meléndez decidió acercarse a 700 metros de la luz existente en
la punta del muelle de poniente del puerto. Como tampoco existían lo
que hoy llamamos «reglas de enfrentamiento», el almirante Meléndez
preguntó cómo tenía que reaccionar si se le disparaba desde tierra. Se
le contestó: «No es de esperar que ocurra lo que manifiesta. De ocurrir
se retirará fuera de alcance en espera
de instrucciones».
Durante la demostración se avistaron varios aviones, que de ser
hostiles hubieran supuesto un alto riesgo para la formación y para el
cumplimiento de la misión. Durante ambas pasadas se reconocieron el
hotel Gautier y el edificio Satas, así como la refinería con sus
depósitos de combustible hacia los que apuntaron amenazadoramente las
torres de proa del Canarias. En la parte moderna de la ciudad no
se vio tráfico alguno. En la zona de poniente se observó algún tráfico
de camiones y en el muelle algunos indígenas; uno de ellos impertérrito
con una caña de pescar en la punta del muelle. Desde el puente de estado
mayor del crucero Canarias vimos cómo en la ciudad empezaron a
izarse banderas multicolores. Eran los pabellones nacionales de
diferentes países mostrados por quienes pretendían poner de manifiesto
la presunta propiedad no marroquí de determinados edificios. En aquella
mañana de apagado sol y calma chicha, el expectante silencio sólo era
roto por los golpes secos de los atacadores y las estentóreas voces de
cargar.
En un radio interceptado se decía que las autoridades de Agadir habían
informado al Gobierno de Rabat de que una formación naval española de
unos «diecisiete» buques cargados de hombres y material se encontraba
frente a Agadir con la intención de efectuar un desembarco. Se tuvo
información de que las Fuerzas Reales Marroquíes acudieron
apresuradamente para impedirlo.
Las de guarnición en Agadir permanecieron inicialmente acuarteladas.
La prensa francesa se hizo eco de esta demostración, publicando en el París Match un extenso artículo.
Sea como fuere, todo parece indicar que el efecto disuasorio ejercido
en el ánimo de Mohamed V le hizo rectificar su política de apoyo a las
bandas. De hecho su heredero, el futuro Hassan II, se había reunido con
los jefes de las bandas en Rabat para planificar la campaña. Para
hacerse cargo de cuál era la situación militar basta señalar que el día
de la demostración se combatía encarnizadamente en Ifni para liberar los
puestos cercados de Tingsa y Tenin.
En la evacuación de este último estuvo a punto de ser totalmente
aniquilada aquel día una Sección del Regimiento de Soria núm. 9. De los
treinta y dos hombres de la sección sólo cuatro resultaron ilesos.
Mandaba esta sección el alférez de complemento Francisco Rojas
Navarrete, que murió heroicamente.
Se le concedió a título póstumo la Medalla Militar Individual. Fue el
primero y único oficial de la Milicia Universitaria que obtuvo tan
honrosa y preciada recompensa. Que Mohamed V entendiera el callado
mensaje de los cañones de nuestros buques parece confirmarlo su actitud
negociadora a partir de entonces. Quizá se convenciera que la vía del
diálogo, a largo plazo, podría ser más rentable que su apoyo a las
bandas y su connivencia con ellas.
Fuente: Revista General de Marina, marzo de 2008.
Las operaciones en Ifni y el apoyo de fuego naval
Terminada la demostración, el Méndez Núñez y el Gravina fondearon en Sidi Ifni, el Churruca se situó frente a la cabeza de playa de El Aaiún, mientras que el Canarias y los destructores Escaño y A. Miranda quedaron
de reserva en el Puerto de la Luz para acudir a donde fuera necesario.
La intención del almirante de la Flota era mantener en permanencia un
crucero y dos destructores fondeados en Ifni y El Aaiún o patrullando
frente a la costa relevándolos cada quince días.
El Cervantes con el A. Antequera y el Jorge Juan se apostaron en Ceuta y el Cervera y el Díez en
Málaga en misión de cobertura a nuestras plazas del norte de África,
por si se producía una escalada, y listos para embarcar y transportar
con rapidez otras unidades del Ejército al AOE si hacían falta.
El 9 de diciembre el Méndez Núñez realizó bombardeo de
hostigamiento sobre blancos en tierra en Ifni con artillería de 120 mm.
Se tiró sobre Telata, Mesti y Si Uarsig. En total hizo 69 disparos. El
día 10 se recibió en el Méndez Núñez un mensaje que decía que el
enemigo se estaba concentrando para atacar la ciudad de Sidi Ifni y que
con objeto de obstaculizar el ataque y desmoralizarlo se hostigara con
artillería una zona del norte y otra del sur del territorio. El Méndez disparó diez salvas. También lo hicieron el Churruca y el Vasco Núñez de Balboa,
que dispararon otras tantas sobre blancos situados al sur de Tabelcut.
El 11, a petición, se volvió a hacer fuego y por la noche se dispararon
iluminantes. En total, los días 9, 10 y 11 el Méndez efectuó 132 disparos de 120 mm sobre tierra.
Pero el fuego sobre tierra tuvo que ser suspendido a requerimiento del
Ministerio de Asuntos Exteriores, que en aquellos momentos consideró
que el bombardeo de la costa no era oportuno. La orden de no disparar
fue cancelada poco después, sin duda porque las negociaciones
emprendidas no debían estar progresando todo lo debido. Sea como fuere,
el caso es que la Flota continuó prestando apoyo de fuego en Ifni.
Hasta el 14 de diciembre duró la presencia del Méndez y el Churruca frente a Ifni. El 15 de diciembre llegaron el crucero Canarias y los destructores A. Miranda y Escaño, que permanecieron frente a Ifni hasta el 27 de diciembre.
El 20 de diciembre tuvo lugar una operación de rectificación del
perímetro defensivo establecido en torno a Sidi Ifni, que tenía por
objetivo la ocupación del vértice Buyarifen en el norte. La unidad
designada para llevar a cabo esta operación fue el 2.o Tabor de
Tiradores de Ifni, muy reforzado. Tanto los destructores como el Canarias prestaron apoyo de fuego. En la preparación artillera los destructores dispararon 10 salvas cada uno y el Canarias 14 con la batería de 120 mm de Er sobre la ladera oeste del monte. Más tarde
se dispararon 44 salvas de 203 y 120 sobre la cumbre. La operación
empezó a las 0700 de la mañana y a las 1300 se apreció desde los barcos
que la Infantería había coronado la cima. La resistencia fue dura y el
objetivo ocupado desbordándolo por el oeste para tomarlo de revés. La
ladera de poniente del monte era la orientada hacia el mar. A petición,
el Canarias disparó siete salvas con la batería de Br de 120 mm
sobre el Bumayod, otra cima situada al norte del Buyarifen, así como
otras 26 del mismo calibre sobre la cota 324, también al norte de este
último.
El 24 de diciembre se esperaba un ataque a Sidi Ifni. Con objeto de
demostrar vigilancia activa y disuadir al enemigo, el gobernador general
solicitó fuego de hostigamiento. El Canarias hizo 34 disparos de 120 mm sobre la cota 578 situada en el macizo de Adrar Buzgui al sudeste del Buyarifen.
El 25, en plenas operaciones de rectificación por el sur del perímetro defensivo de Sidi Ifni en el sector de Sidi Sedam, el Canarias disparó
19 salvas de 120 sobre la cota 360 y 4 de 203 sobre blancos situados al
sur de la pista Sidi Seman-Biugta. Durante su permanencia en Ifni los
destructores recibieron petróleo del Canarias, que les aprovisionó en la mar, maniobra que empezó a hacerse habitual.
El 27, el Canarias y los destructores Escaño y A. Miranda que,
como hemos visto, pasaron las Navidades de este año prestando apoyo
artillero a las fuerzas del Ejército, fueron relevados por el crucero Galicia y por los destructores Gravina y Antequera. El Galicia había terminado sus reparaciones el 19 de diciembre y el Antequera vino a Ifni desde Ceuta.
El periodo que siguió fue más tranquilo en tierra. Aunque se
reanudaron los ataques enemigos contra diversos puntos del dispositivo
defensivo los días 4 y 10 de enero, tuvieron más carácter de acciones de
reconocimiento que de intentos de ruptura.
El almirante de la Flota enjuició así la participación de sus barcos
en este periodo del conflicto: «El desarrollo de la misión en Ifni ha
constituido un magnífico entrenamiento para las dotaciones. La eficacia
de éstas ha ido mejorando por día. Los viejos destructores han
soportado con buen resultado los dieciséis días de continua actividad
sin ninguna avería de importancia.
Superados ciertos defectos iniciales conforme el personal se fue
familiarizando con el material, se acusó una notable mejora en la
eficacia artillera. Sobre todo el tiro sobre costa del Canarias es eficaz y se lleva a cabo de forma que se tira por encima de las tropas con entera confianza».
En párrafos anteriores se ha aludido a un perímetro defensivo
establecido alrededor de Sidi Ifni. Dicho perímetro fue consecuencia de
un plan de defensa desarrollado por el Estado Mayor Central del Ejército
hasta en sus más mínimos detalles. Por decisión superior no se permitió
al general Zamalloa recuperar todo el territorio que había sido
abandonado, como era su deseo, sino consolidar el perímetro fijado. La
necesidad de espacio para proteger el entorno de Sidi Ifni (ciudad,
playa, aeropuerto e instalaciones militares) contra disparos de
artillería fue la que impuso las rectificaciones llevadas a cabo del
cinturón defensivo y la posesión de determinadas crestas dominantes.
Ésta fue la razón de la ocupación del vértice Buyarifen y la extensión
por el sur hacia Sidi Seman de nuestras líneas defensivas.
La última acción ofensiva de cierta entidad llevada a cabo por
nuestras tropas en Sidi Ifni, después del establecimiento del cinturón
defensivo, fue la operación PEGASO. Esta operación consistía en una
acción ofensiva en dirección norte, hacia Tabelcut, con posterior
retirada hacia la línea de partida. La situación de Tabelcut en la
costa, en el borde de la frontera norte del territorio, permitía contar
con el apoyo artillero de la Flota. Esta acción la llevaron a cabo la
VI Bandera de la Legión y la II Paracaidista, ambas muy reforzadas, el
19 de febrero de 1958. Las unidades destacadas en Ifni eran, entonces,
el crucero Galicia y el destructor A. Miranda. El primero
se situó frente a Tabelcut y el segundo más al sur. El crucero efectuó
16 disparos de 152 mm sobre el macizo de Yebel Bu Gamin, 22 sobre
Tabelcut y 6 sobre Ib Buchini al este del primero. El destructor batió
Id Buchini con 20 disparos, Ercunt con 16 y las alturas del macizo antes
citado con otros ocho. Como, pese al apoyo artillero, el ímpetu de
penetración de las unidades participantes estaba llegando al límite y
además estaban sufriendo muchas bajas, se decidió lanzar una Compañía de
la Primera Bandera Paracaidista sobre Ercunt, objetivo ya batido por
el A. Miranda. Este lanzamiento implicaba el riesgo de que los
paracaidistas cayeran sobre el mar. La compañía indicada la mandaba el
capitán Pedrosa. El lanzamiento fue preciso y decisivo. La enérgica
resistencia del enemigo al avance de nuestras tropas cedió de repente y,
desmoralizado, huyó a la desbandada, pero el saldo de bajas fue
demasiado oneroso. Esta operación ratificó la decisión ya tomada de
renunciar a la conquista del terreno abandonado.
Fuente: Revista General de Marina, marzo de 2008.
Las operaciones en el Sáhara y la obtención de medios de desembarco
En párrafos anteriores hemos centrado nuestra atención sobre lo
acaecido en Ifni. Ahora tenemos que retroceder algo en el tiempo para
relatar lo sucedido en el Sáhara después de la invasión de Ifni por las
bandas «incontroladas» con el beneplácito de las Fuerzas Reales
Marroquíes.
El 25 de noviembre de 1957 fue atacada la cabeza de playa de El Aaiún.
El tiroteo duró cinco horas y hubo bajas por ambas partes. El hecho era
alarmante, ya que era el principal punto de aprovisionamiento de la
zona norte de nuestro Sáhara, a treinta kilómetros de la ciudad de El
Aaiún. Además, entre ésta y la playa había una cadena de dunas ideal
para la ocultación y el movimiento a cubierto de tiradores a pie.
El 30 del mismo mes se produjeron otras dos agresiones: una al convoy
de abastecimientos procedente de la cabeza de playa y otra al faro de
cabo Bojador.
El ataque al convoy, del que intentaron apoderarse, fue rechazado por
la compañía que lo escoltaba. El faro fue saqueado y el personal tanto
militar (dos soldados) como civil fue hecho prisionero. Indudablemente,
la fechoría fue perpetrada con la complicidad de dos soldados de la
Policía Indígena Sahariana.
La corbeta Descubierta, que ocupó el faro con un trozo de
desembarco, informó así: «Cabo Bojador ha sido totalmente saqueado. Se
ven señales de violencia en muebles y puertas. Manchas de sangre en
paredes. Encontrados cartuchos de fusil iguales a los utilizados por
indígenas en El Aaiún. Destrozada totalmente la radio. Violentado garaje
con desaparición del camión. Recogida alguna correspondencia oficial y
particular. Efectos personales en completo desorden. Alevosa agresión a
un faro de carácter internacional donde se alojaba personal civil». Hay
que añadir que los «prisioneros españoles », entre los que había tres
mujeres y dos niños, no fueron liberados hasta mayo de 1959.
La cabeza de playa de El Aaiún fue atacada de nuevo los días 20, 21 y
22 de diciembre. Ataques que fueron rechazados. El 21, el Neptuno desembarcó una sección de Infantería de Marina.
Ese mes un transporte norteamericano hizo entrega en Cádiz a la Armada española de trece lanchas de desembarco del tipo LCM,
que quedaron depositadas en el caño dieciocho de San Fernando a cargo
del Cuartel de Instrucción de Marinería, iniciándose seguidamente la
formación y adiestramiento del primer grupo de dotaciones. El 24 de
diciembre entraron por la frontera de Irún los vehículos franceses AAC
(auto-ametralladora-cañón) que iban a dotar a los grupos de caballería
motorizada destinados a operar en el Sáhara. Parte del material de
éstos, los conductores y los carros M-24 con que también iban a contar
los mencionados grupos, se trasladaron de Cádiz a Las Palmas en el
transbordador Plus Ultra.
El 13 de enero tuvo lugar el combate de Edcheda, donde hicimos muchas
bajas al enemigo pero tuvimos también el mayor número de bajas propias.
Para llevar a cabo las penosas faenas de desembarco de personal,
vehículos y carga general que se avecinaban se envió a la cabeza de
playa de El Aaiún, cuyas pésimas condiciones hidrográficas han sido
descritas, una sección de marinería del crucero Canarias al mando del teniente de navío José Díaz del Río.
El 19 de ese mismo mes, y para la defensa de tan importante cabeza de
playa, llegó una compañía de Infantería de Marina del recién creado
Grupo Especial a bordo del Marte al mando del capitán Galiana.
Esta fuerza sería más tarde reforzada con otra compañía del indicado
Grupo que llegó a la playa de El Aaiún en dicho minador el 8 de febrero
al mando del capitán Iglesias.
Aparte de su misión principal de defensa de la cabeza de playa, la
primera compañía participó en misiones de limpieza y reconocimiento en
la desembocadura de la Saguia El Hamra.
También se envió al AOE la Unidad Especial de Zapadores Anfibios del
Tercio de Baleares al mando del capitán Gorordo para realizar misiones
de reconocimiento de playa y demolicionesde obstáculos con objeto de
abrir canales de acceso a las lanchas de desembarco.
La Marina francesa nos cedió el buque de desembarco Odet (ex USS LST 815),
que se dio de alta en la Lista Oficial de Buques de la Armada y cuyo
mando se entregó al capitán de corbeta Alfonso de las Heras. También nos
cedió seis lanchas de desembarco del tipo LCM, y en los desembarcos intervino el buque-dique francés Foudre (ex USS LSD 2). Así, los medios de desembarco con que llegó a contar la Armada fueron: un LST, dos barcazas K y 19 lanchas del tipo LCM. Con ellos y con el auxilio del Foudre se
pudieron poner en las playas de El Aaiún y Villa Bens el personal y el
material de los dos grupos de Caballería Motorizada, dos baterías del
Regimiento de Artillería 19 y una Compañía de Morteros de 120 mm, aparte
de otros muchos vehículos para motorizar a otras unidades que ya
estaban en el desierto e ingentes cantidades de material.
Durante los meses de enero y febrero de 1958, en que se efectuaron
esos desembarcos masivos y se llevaron a cabo las operaciones ofensivas
previstas en el Sáhara, las unidades navales asignadas a la Comandancia
General de la Base Naval de Canarias —aparte de todas las de
desembarco— eran los minadores Neptuno, Marte y Júpiter, el cañonero Vasco Núñez de Balboa, la corbeta Descubierta y los remolcadores de altura RA-1 y RA-2. De la Flota continuaban en aguas de Canarias-AOE los cruceros Canarias, Galicia y Méndez Núñez y los destructores Churruca, Gravina, Escaño, A. Antequera y A. Miranda.
Durante los desembarcos y operaciones posteriores en tierra todos los
barcos se mantuvieron fondeados en El Aaiún, Villa Bens y Sidi Ifni o
navegando frente a la costa. El 24 de enero el Foudre llegó al
fondeadero de El Aaiún, donde ya se encontraban otros medios de
desembarco. El Grupo Santiago desembarcó en esta playa el 26 de enero y
el Pavía en la de Villa Bens. El 31 de enero desembarcó la K-2en Villa Bens los 10 carros de combate M-24 que
quedaban del Grupo Pavía. El 1 de febrero habían terminado de
desembarcar todas las unidades del Ejército que iban a tomar parte en
las operaciones previstas con sus vehículos, armas y material pesado.
Las necesidades logísticas determinadas por el Estado Mayor del
Gobierno Militar del Sáhara para quince días de operaciones hicieron que
se considerara necesario acopiar 450.000 litros de gasolina para 400
vehículos, 280 toneladas de municiones, 200 toneladas de víveres e
incluso 300 bidones de 200 litros de agua. Estos últimos para la columna
que iba a partir de Villa Bens. Aparte del combustible indicado para
los aviones de apoyo aéreo-táctico que iban a aprovisionarse en el
aeropuerto de El Aaiún, se decidió situar en éste, como reserva, 90.000
litros adicionales de gasolina. La mayor parte de estos suministros
fueron desembarcados en playa con los medios de desembarco anfibios de
la Armada.
El 10 de enero del 1958 la organización del Mando en el AOE fue
modificada, creándose dos Gobiernos Generales, uno en Ifni y otro en el
Sáhara, dependientes en lo militar del Mando Unificado de Canarias.
El del Sáhara lo tomó el general de brigada de Caballería Héctor
Vázquez, a cuyas órdenes se inició la ofensiva el día 9 de febrero de
1958. Se limpió de bandas enemigas toda la Saguia El Hamra y sus
múltiples ramificaciones y recovecos. Se recogió un inmenso motín en
armas abandonadas por el enemigo y el día 14 toda su «intendencia»,
compuesta fundamentalmente por 400 camellos y 1.000 cabras. El 19 habían
terminado las operaciones con la destrucción del enemigo o su fuga.
Como estaba previsto, la Bandera Paracaidista saltó sobre Smara ocupando
esta histórica población antes de que llegaran a ella las columnas
motorizadas.
Las operaciones en el sur del Sáhara duraron del 20 al 24 de febrero.
Terminaron con un reñido combate en las rojizas arenas de Sebjet
Tennuaca en pleno desierto, donde se portaron valerosamente los soldados
del batallón Cabrerizas que también había sido motorizado. Como en
Alhucemas en 1925, tanto en el norte como en el sur del Sáhara las
tropas españolas tuvieron el honor de llevar el peso de los combates. De
esta forma, todo el territorio del AOE al sur del río Draa quedó
totalmente limpio de bandas y sometido de nuevo a la autoridad de
España.
Durante estas operaciones, concretamente entre el 9 y el 16 de febrero, permaneció el Canarias frente
a la playa de El Aaiún para prestar auxilio con sus medios a los
desembarcos de aprovisionamientos y prestar apoyo de fuego naval si era
necesario. Así, durante las noches del 10, 11 y 12 disparó proyectiles
iluminantes sobre la costa en previsión de posibles ataques en tan
importante cabeza de playa. Cometidos similares, como hemos dicho,
prestaron otros buques de la Flota en los puntos de desembarco. En Ifni,
después de la operación realizada el 19 de febrero de la que hemos
hecho un resumen y que terminó con el salto de Ercunt, las tropas
españolas se establecieron sólidamente en el cinturón fortificado
previsto. De hecho, se renunció a ocupar de nuevo todo ese montañoso
territorio. Ni se disponía de fuerzas suficientes ni, sobre todo, las condiciones del fondeadero y playa de Sidi Ifni
permitían abastecer por mar, con continuidad, las que hubiera hecho
falta situar y mantener en el territorio con una mayoría de población
indígena promarroquí. Se pagaron las consecuencias de no haber
construido al menos un cargadero en un territorio de soberanía española
ocupado desde 1934, cuando desembarcaron en él las tropas del coronel Capaz.
Además la guerra, como todas las guerras, estaba resultando demasiado
cara, ya que el esfuerzo que hubo que hacer para movilizar los medios
puestos en juego fue grande y el Gobierno había decidido poner en marcha
el Plan de Estabilización Económica que tan buenos resultados dio. Por
otro lado, en la mente de Franco se afianzaba la idea de que el
territorio de Ifni, aunque de plena soberanía, con el tiempo, sería
mejor entregarlo a Marruecos.
La franja de protectorado entre el Sáhara y el río Draa era imposible
retenerla tras la independencia de Marruecos, y fue entregada
formalmente a las Fuerzas Reales Marroquíes poco después de concluido el
conflicto. Las fuerzas españolas permanecieron en Ifni hasta 1969, en
que todo el territorio fue entregado a Marruecos.
Fuente: Revista General de Marina, marzo de 2008.
Consideraciones finales
En este conflicto quedó plenamente demostrada la necesidad que tenía
la Armada de disponer de medios de desembarco, y como consecuencia
emprendió con decisión la obtención de la Fuerza Anfibia que precisaba.
La contribución de los medios de desembarco fue imprescindible en tan
particular teatro de operaciones para llevar a cabo con éxito las
operaciones pertinentes. Del esfuerzo logístico que supuso situar en el
AOE los hombres y el material que hicieron falta para hacer frente a la
situación da idea el haber tenido que recurrir para su transporte por
vía marítima a los siguientes buques mercantes: Ciudad de Oviedo,
Ciudad de Salamanca, Ciudad de Tenerife, Ciudad de Alicante, Plus Ultra,
Virgen de África, Domine, Poeta Arolas, Viera y Clavijo, Paloma, Gran
Tarajal y Capitan Mayoral; aparte, claro está, de todos los de guerra capaces de embarcar tropas y material.
Con independencia de la labor realizada por los buques y embarcaciones
de desembarco y tropas de Infantería de Marina, no cabe omitir el
brillante y abnegado papel desempeñado por las demás unidades de la
Armada que operaron en el AOE, tanto en misiones de vigilancia como de
apoyo logístico o de fuegos. Estas últimas, principalmente, en Ifni.
Difícilmente se podría sacar mayor partido de unos buques anticuados
pero magníficamente construidos y convenientemente mantenidos que,
gracias al esfuerzo y espíritu de sus motivadas dotaciones (constituidas
mayoritariamente por marineros de reemplazo), pudieron salir airosos
pese a sus muchos años de servicio y a las duras pruebas a que fueron
sometidos.
Comentario aparte merece la demostración naval de Agadir, que puede
calificarse de acción de presión resolutiva en un ambiente de crisis al
borde de la escalada, que conducía a un enfrentamiento directo con
Marruecos. Nadie podía sospechar que unos barcos viejos próximos al
desguace pudieran, con su presencia y amenaza de empleo de la fuerza,
prestar tan gran servicio. A partir de entonces se percibió un cambio en
la actitud política de Mohamed V respecto a las bandas a las que
abandonó a su suerte facilitando su aniquilamiento.
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